Ayer celebramos la solemnidad del Corpus Christi, especial ocasión de dar gracias al Señor por el maravilloso regalo de la Eucaristía.
Recordando los preceptos de nuestro papá Don Bosco, que nos inculcó el amor a Jesús sacramentado y la frecuente comunión, continuemos en ambiente de familia, con este pasaje del Padre Pascual:
Recordando los preceptos de nuestro papá Don Bosco, que nos inculcó el amor a Jesús sacramentado y la frecuente comunión, continuemos en ambiente de familia, con este pasaje del Padre Pascual:
La presencia viva de Cristo en la Eucaristía
La presencia viva de Cristo se experimenta, en primer lugar, cuando te sientes viviendo la Cruz, infinitamente amado por Él, que ha dicho: éste es mi Cuerpo que Yo entrego por ustedes, ésta es mi Sangre que Yo derramo por ustedes. La Eucaristía sin el misterio de la Cruz es impensable, no tiene significado. Un día antes de haber sido crucificado, dice Santo Tomás, antes de ser entregado por sus enemigos, se entregó libremente a sus amigos. Por lo tanto, Él nos dejó en la Eucaristía el memorial de lo que después iba a pasar.
Para sentir la presencia viva de Jesús en la Eucaristía, lo primero que debemos sentirnos es amados por Él, y no de una forma general. Por decir como San Pablo: "vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó a mí, tanto que se entregó por mí para que yo tuviera vida".
Cuando uno se vuelve sensible a esta experiencia del amor, entonces pasas de la celebración del rito a un deseo de comunión profunda, y después, a la transformación de nuestra propia vida por la suya.
Padre Pascual Chávez, sdb
Rector Mayor de los Salesianos
Tomado de "El Pan del Alma", 10 de junio de 2007
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