“Esperad en Él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad delante de él vuestro corazón;
Dios es nuestro refugio y seguridad” (Salmos 62:8)
Cuánta razón tiene el Salmista. Sus palabras tienen la certeza y sentimiento de quien ha sufrido y encontrado refugio en el Señor. Él, nuestro Padre amoroso, nuestra mejor esperanza en cualquier momento de la vida.
Desde la Casa Generalizia, Sor Reynita nos envía esta linda y oportuna reflexión.
Oraciones del alma
La oración es la verdadera vida del alma, es el ofrecimiento de mi corazón a Dios a través de nuestro Señor Jesucristo y mediante el Espíritu Santo. Es derramar mi corazón a Dios con la convicción que Él escucha y contestará a las peticiones según sus designios para conmigo… en Su tiempo, a Su forma…de acuerdo a Su voluntad… Es la paz en el alma de saber que han llegado a Su presencia… que ninguna de ellas ha caído en tierra sino que las tiene en Sus manos, en Sus preciosas manos de Padre Abbà.
¿Cuántas oraciones tienes elevadas a nuestro Padre? ¿Cuántas veces has pensado que no te escucha, que no te responde? ¿Cuántas veces te has desanimado por la espera…? Hermana/o, nuestro Dios está siempre alerta y pronto a escuchar. Nada escapa de Sus manos y nos dará SIEMPRE lo que es mejor para nosotros. Eso es lo maravilloso de la oración…sus respuestas serán elegidas por nuestro Padre y dadas a nosotros con todo el amor de quién entregó TODO por ti y por mi. Maravilloso verdad?
Hay ciertos puntos que debemos pensar para que nuestra oración sea agradable a Dios:
• Orar en Santidad de vida. Tener una correcta relación con Dios. 1ª Pe. 1:15-18. Cuenta una ilustración que un hombre telefoneaba desde una cabina, pero no llegaba a entender lo que le decía el que le estaba hablando…-“Perdón, no comprendo, no le puedo escuchar, hay mucho ruido aquí…”-“¿Está Ud. hablando con la puerta abierta?.-“ ¡Si!”-“ Ciérrela… y podrá escuchar bien solo mi voz”.Muchas veces el ruido del mundo en mi vida no me permite hablarle como debo…ni me deja escuchar la voz de Dios o los rumores de mi conciencia que no me dejan en paz, entonces necesito confesar, necesito estar en gracia para entrar en sintonía con AQUÉL que me ama de verdad.
• Orar en el Espíritu Santo. Ro.8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”
• Orar sujetos a Su Voluntad. Confiando que Él responderá lo que es mejor para nosotros… con un “Sí”, con un “No” con un “Espera”.
• Orar constantemente. 1ª Tes. 5:17 “ Orad sin cesar, sin desanimarse”
• Orar con fe y confianza. Heb. 4:16 “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” No esperemos momentos catastróficos para empezar a orar, recemos cuando estemos en paz, calma, sosiego y alegría y es entonces cuando llegue el momento de sufrimiento tendremos la misma confianza para acudir a quien siempre hemos estado acostumbradas/os a consultar.
• Orar con agradecimiento. Efesios 5:20 “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” No olvidemos de dar gracias a Dios por lo que está permitiendo que pase en nuestras vidas. Las pruebas son el sello de Dios que nos recuerda que quiere moldearnos mas a Su Imagen, sacarnos como oro reluciente… ¡No te olvides de agradecer por tus tormentas! Aun en medio de los relámpagos mas fuertes… podrás ver al Señor sosteniéndote con sus amorosas manos y deseando que sólo le mires a Él. Él no te va a dejar…¡¡¡¡Nunca!!!!.
Colaboración de Sor Reynita Vílchez, fma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario