julio 01, 2007

El Señor nos quiere libres de verdad

Desde la cálida Piura, el Padre Doménech nos envía este comentario/ homilía para hoy, domingo 1º. Aprovechemos y compartamos la riqueza de su mensaje.

El Señor nos quiere libres de verdad

Nos pide abandonar todo: la propiedad y el trabajo, que da cierta seguridad; nuestros gustos, no siempre ilegítimos, pero limitantes; el dejarnos llevar por nuestro temperamento, que es lo ordinario; la búsqueda de una mínima seguridad personal; dependencia familiar; la natural actitud de revisar si nos conviene o no comprometernos con Él. ¿Somos más que el Señor?

Nuestra cultura tiene una sistemática dinámica esclavizante: no nos lleva a dar importancia a la conciencia, nos atosiga con necesidades impuestas bajo muchos criterios, nos hace siervos del qué dirán, del marketing. Por un lado, da mucha importancia a la familia... y por el otro, nos invita a “ser libres”, si la familia o educación nos impiden seguir nuestros gustos...

Somos prisioneros, demasiadas veces, de la búsqueda de seguridad, de nuestras necesidades, ¡tantas veces artificiales!, pero tan bien presentadas que nos creemos que son necesidades reales... Muchos empresarios, conocedores de ésta debilidad humana, las usan para sus acrecentar sus ganancias, no siempre demasiado “legítimas”.

Las cosas, el prestigio y el dinero no dan la verdadera seguridad para ser humanos en creciente dignidad. Aquella dignidad del que sabe arriesgar y comprometerse incluso incomodando la propia vida. La dignidad de superar los propios complejos y los que los demás nos van creando porque no nos sometemos a ellos... Dios es nuestra libertad y herencia de Vida Feliz.

Jesús, en el Evangelio, pide. a los que le siguen, que se liberen de todos los criterios, personales o culturales, para que éstos no les impidan vivir los criterios del Reino y anunciarlo con total libertad para poder llenar de Vida a los que nos rodean.

Eliseo se libera de todo lo que tiene: familia, propiedades y relaciones que le impiden seguir a Elías... ¡Quema sus aperos de labranza... como Cortéz quemó las naves al llegar a México! Pero hace mucho más que Cortéz: ofrece, en un banquete a sus obreros, todo lo que tiene como sacrificio de comunión con Dios y los hombres porque no se trata de ser héroe o despreciar, sino de ser fiel a la Voluntad de Vida que Dios le confía a través de su maestro, el profeta Elías.

Pablo nos pide que no juguemos con el evangelio para buscar nuestros intereses y gustos personales, pues esto nos hace falsos y esclavos de los personales deseos que todo lo acaban manipulando, también la ley, la amistad, la patria y toda relación y actividad humana...

El salmo nos dice cuál debe ser nuestro único interés: el Señor y su Voluntad. Solo Él puede hacernos felices y llenar las más profundas ansias de nuestro ser...

Quien se fía del Señor probablemente no tendrá muchas comodidades y, menos aun, tiempo para gozarlas, pero vivirá la paz de saber quién es y qué sentido tiene su vida; hacia dónde va y para qué debe vivir: gozará de la presencia del Señor, aun en el dolor y conflicto.

Aprendamos a amar nuestra vida de verdad, no la vendamos al más engañoso postor, en realidad es el peor, porque éste nos atrapará en criterios y gustos que no nos plenifican, que no nos dan paz, que siempre nos tienen en tensión... como a esclavos. Todo lo que ofrecen se acaba.

Seamos sensatos en el Señor, acojamos su Vida, ¡es eterna!, y por ella quemémoslo todo, entreguémonos enteros, sin reservarnos nada. Quien nos lo pide ya nos lo ha dado todo y es eternamente feliz. ¡Quiere lo mismo para nosotros! Pidamos a María esta decisión y valentía.


P. José Mª Doménech Corominas, sdb

Este comentario está basado en las siguientes citas:
1R. 19, 16b.19-21; Salmo 15; Gal. 5, 1.13-18 y Lc. 9, 51-62.

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