julio 29, 2007

Confianza ilimitada en Dios, nuestro Padre!

Como cada domingo, el P. José María nos envía su comentario a las lecturas de la Santa Misa, preparado con paternal afecto. Aprovechemos.


Confiar ilimitadamente en el Padre

Cuando un hijo confía en sus padres, expresa insistentemente, sin desesperarse ni pretender imponer, sus deseos o peticiones o necesidades. Los padres constatan en esto que su hijo cuenta y se fía de ellos y eso les hace felices, aunque muchas veces deban decir que no.

A Jesús los discípulos le piden que les enseñe a rezar, pero Jesús les inculca con insistencia que deben confiar ilimitadamente en el Padre bueno, que vive en un nivel muy superior de criterios de vida... pero que no les fallará cuando lleguen a necesitarle de verdad.

El centro de la oración no somos nosotros, sino el Amor que vive en la Voluntad del Padre, amor tal, que le ha llevado a liberarnos de la esclavitud del pecado, por el que estábamos condenados, e insertarnos, por el Bautismo -nos dice Pablo- en la Nueva Vida de su Hijo Jesucristo, por el Amor santificador y renovador del Espíritu Santo.

Si Abraham hubiese vivido más plenamente en la vida del Padre, como Jesús, se hubiera atrevido a proponerle la salvación de Sodoma por la presencia de un solo justo en ella... Es la experiencia de Jesús: Él solo es el justo que nos ha salvado a todos, a toda la humanidad... Pero Abraham todavía se vive siervo, más que hijo, y no se atreve a abusar excesivamente de la confianza y bondad de su Señor... En realidad, Dios no quiere condenar a nadie, pero es necesario saber interceder, como Jesús lo supo hacer... como lo hizo Moisés, como los santos lo hacen.

El Bautismo nos muestra el poder del amor de Jesús, amor que vive en la Voluntad salvífica del Padre, según la santidad del Espíritu: ésta es nuestra vocación bautismal. Debemos, como Jesús, ser intercesores a favor de toda persona humana... Nuestra condena fue cancelada por el don de la vida de Jesús y nosotros entramos en la salvación por nuestra identificación con la vida y Pascua de Cristo, no por alguna magia del agua bautismal...

La Fe cristiana no tiene magia alguna... Los sacramentos no son fórmulas mágicas que nos salvan de algún maleficio o aseguran algún beneficio, ni salvan ni aseguran: nos unen, si los vivimos en la Fe, no tanto si cumplimos con ellos, al Señor Jesucristo y su don de Vida Nueva y de Paz real y estable, aun en el dolor y las contrariedades de nuestra desconcertante historia.

La súplica de los discípulos de Jesús está orientada al campo religioso, pero Jesús la reorienta al campo de la vida... No se trata de rezar como otros maestros religiosos han enseñado a sus discípulos para que paren de sufrir o consigan lo que desean o... Se trata de comunicarse adecuadamente con el Señor de la Vida, de la Paz y de la Salvación.

¡Confíemos! ¡Dios es Padre y nos ama! Pero sus criterios están muy por encima de los nuestros. Él piensa en la Vida Nueva y en la Salvación, nosotros estamos preocupados por intereses pequeños... Es necesario elevar los ojos, superar los propios criterios para acercarlos a los del Señor de la Vida. El Bautismo nos llama a eso: busca el bien de tu hermano y que su vida sea lo más plena posible; Jesús nos dice que ésa es la mentalidad del Padre: ¡confiemos en Él, seamos perseverantes, sin cansarnos, nuestros hermanos lo necesitan!

María vivía en esta perseverancia de amor, aprendamos de ella y abrámonos a su amor.

Lecturas para DOMINGO XVII- CICLO C - TIEMPO ORDINARIO

Gn. 18, 20-32: "«¡Qué clamor tan fuerte me llega de Sodoma y de Gomorra!... Bajaré y veré si toda la ciudad se comporta como dicen las quejas... lo sabré!» Abraham se acercó al Señor y dijo: «¿Es cierto que harás desaparecer al justo con el pecador? ¿No perdonarás a la ciudad por amor a los cincuenta justos que hubiera?... Que el Señor no se me enfade si insisto... ¿y si sólo se encontraran diez justos?»... «En consideración a estos diez, no destruiría la ciudad.»"

Salmo 137: "Señor, siempre me has escuchado cuando he acudido a Ti."

Col. 2, 12-14:
"En el bautismo fueron sepultados en Cristo y con Él fueron también resucitados porque han creído en el poder de Dios... Estaban muertos por sus culpas... pero Dios les dio la vida... con Cristo... clavando su deuda en la cruz."


Lc. 11, 1-13:
"«Señor, enséñanos a rezar...»... «Cuando recen digan:... Yo les digo: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá... Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, mucho más el Padre del cielo les dará el Espíritu a los que le pidan.»"


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