Les invito a reflexionar con el comentario preparado para hoy por el P. José María.
Compasión por mi prójimo
El Señor Jesucristo, está destinado a ser el primero en todo, nos dice San Pablo: desde la creación, hecha a su imagen; en la Pascua por la resurrección, hasta la Vida Eterna.
Le preguntan cómo conseguir la Vida Eterna y su respuesta, es: ¡obedece la Voluntad salvífica del Padre! Ella es nuestra alegría, nos ha anticipado la primera lectura de Daniel.
El salmo nos lo dice también con claridad: Busquen al Señor y vivirá el corazón de ustedes.... ¡Claro! Porque el Señor es, Él mismo, la Vida Eterna: quien sea como Él vivirá como Él. Es mucho más que decir que se portará como Él, porque no se trata de cumplir sino de vivir, de ser como Él... Dar vida a los que tenemos en este momento delante.
La parábola llamada del “buen samaritano” le salió a Jesús del corazón. Conocía la vida de los caminos de Galilea, siempre caminaba muy atento a los mendigos y enfermos que veía en las cunetas. Quería enseñar a todos a caminar por la vida con compasión, incluso deseaba que llegáramos a la conmiseración, es decir a llegar a casi sentir la miseria del otro... Se daba cuenta que los que más lo necesitaban eran los dirigentes religiosos, pues se sentían muy seguros de ellos mismos por el dominio que creían tener sobre Dios... casi como si fuera de su propiedad.
Se diría que ellos, en contacto con el Señor de la Vida y su Misterio de Salvación, deberían comprender, mejor que nadie, el misterio del dolor y el camino que Dios hacía en él... Pero no tuvieron tiempo, pues les esperaba el culto al Señor... ¿qué puede ser más importante para el Dios de la Vida, que atender el dolor del hermano? Pero no lo entendieron.
Se acerca un tercer viajero. No es sacerdote o servidor del templo. Es un despreciable samaritano, por tanto, no es de los buenos y respetables. ¡De dónde vendrá o a dónde irá! No es de confianza, puesto que es considerado un pecador y ni siquiera forma parte, al menos en forma oficial, del pueblo elegido. De él se puede esperar lo peor.
Sin embargo, al ver al herido, se le conmueven las entrañas, nos dice Jesús en su narración. No pasa de largo. Se acerca y hace todo lo que buenamente puede: desinfecta sus heridas, las cura, las venda y luego, lo monta en su cabalgadura y lo lleva hasta una posada. Allí lo cuida personalmente y lo deja todo cancelado para que lo sigan atendiendo adecuadamente.
Parecería que Jesús está anticipando su experiencia personal: morirá como un maldito y será, precisamente él, el primer resucitado de entre los muertos, quien nos llevará, por su Pascua, a la alegría de la reconciliación con el Padre y a la intimidad con el Espíritu, en la medida que nos unamos a Él en fidelidad de Amor a la Vida que da sentido a nuestra vida cotidiana.
Aquí tenemos una incisiva crítica y llamada de atención de Jesús a sus seguidores y, de manera muy directa, a los que nos creemos seguros en nuestra religión y cumplimiento.
No basta que en la Iglesia haya instituciones, organismos y personas que están junto a los que sufren y los llenan de vida, como fruto de la Fe en el señor Jesús. Somos todos los creyentes, la Iglesia, los que debemos aparecer públicamente como más sensibles y comprometidos con los que sufren física y moralmente, precisamente por nuestra fidelidad al Señor.
Deberíamos quedar conmovidos en nuestras entrañas ante los maltrechos que están en las cunetas de la historia actual. Si no es así, perderá fuerza la predicación, por muy veraz que sea. Es fácil criticar y condenar a los demás, pero todos, objetivamente, somos responsables.
Pidamos a María ser compasivos, vivir el dolor de los que nos rodean, como Jesús.
Lecturas para DOMINGO XV- CICLO C - TIEMPO ORDINARIO
Dn. 30, 10-14: ".El Señor tendrá la alegría de hacer felices... si escuchas al Señor... si te conviertes al Señor... La ley que les doy no es muy difícil... el mandamiento está muy cerca de ti... "
Salmo 68: "Busquen al Señor y vivirá el corazón de Ustedes"
Col. 1, 15-20: "Jesucristo es imagen del Dios invisible... Todo fue creado por Él y para Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia... el primero en todo... plenitud de todo lo que existe... dando la paz a todo..."
Lc. 10, 25-37: "¿Qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?... ¿Quién es mi prójimo?... Haz tú, entonces, lo mismo."
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