El Padre José María nos dice:
"El don más necesario, el tesoro más preciado y la perla más preciosa, para saberse ubicar en este mundo sin desviarse del Amor de Dios y construir para el bien común desde la Voluntad de Dios, como ministros de su Providencia, es la Sabiduría. Es lo que pidió Salomón y, con ella, nos viene todo el resto de bienes.
Es lo que Jesús nos dice: "Busquen primero el Reino de Dios y lo demás se les dará por añadidura".
Sabiduría es saberse situar interiormente, vida, responsabilidades y compromisos, desde los planes de Dios y su Providencia de Amor y Vida. Dios todo lo ha programado, desde toda la eternidad, para nuestro bien. Pero de esto se enteran solo los que buscan siempre lo mejor en su interior, en la honestidad de su conciencia y en el bien real y profundo de los que nos rodean.
La Palabra nos enseña esta honestidad y la oración nos fortalece para caminar según esta sabiduría.
El Señor nos ayude a imitar a María, la que supo atesorar la Palabra y dárselo todo para que ella construya en nuestro interior la real y más honesta fidelidad a Dios."
"El don más necesario, el tesoro más preciado y la perla más preciosa, para saberse ubicar en este mundo sin desviarse del Amor de Dios y construir para el bien común desde la Voluntad de Dios, como ministros de su Providencia, es la Sabiduría. Es lo que pidió Salomón y, con ella, nos viene todo el resto de bienes.
Es lo que Jesús nos dice: "Busquen primero el Reino de Dios y lo demás se les dará por añadidura".
Sabiduría es saberse situar interiormente, vida, responsabilidades y compromisos, desde los planes de Dios y su Providencia de Amor y Vida. Dios todo lo ha programado, desde toda la eternidad, para nuestro bien. Pero de esto se enteran solo los que buscan siempre lo mejor en su interior, en la honestidad de su conciencia y en el bien real y profundo de los que nos rodean.
La Palabra nos enseña esta honestidad y la oración nos fortalece para caminar según esta sabiduría.
El Señor nos ayude a imitar a María, la que supo atesorar la Palabra y dárselo todo para que ella construya en nuestro interior la real y más honesta fidelidad a Dios."
Dios actúa siempre a nuestro favor
Dios nos ofrece siempre lo mejor. Nos toca encontrarlo y para eso necesitamos trabajo de interiorización; atención para valorar lo que encontramos y voluntad de actuar en consecuencia hasta el punto de renunciar, si es necesario, a lo menor para conseguir lo mayor.
La sabiduría y entendimiento son dones del Espíritu de Dios necesarios para hacer todo este trabajo y escoger bien. Si son necesarios para llegar a conocer la realidad en las dimensiones de Dios, también lo es la prudencia, la perseverancia, la honestidad, la humildad, la docilidad y la apertura a la renuncia y al sacrificio. Dios no impone nada, pero propone y ofrece.
Es indispensable escuchar con atención la Palabra de Dios, solo así Él puede guiarnos.
Dios permite que en nuestra vida tengamos muy diversas experiencias, en todas Dios nos cuida con cariño para que no quedemos perjudicados sino, más bien, enriquecidos, pues su presencia en la vida del hombre, varón o mujer, siempre es beneficiosa, lo que puede sernos perjudicial son nuestras resistencias o rebeldías. Y, sin duda, pagaremos las consecuencias y se las haremos pagar a otros, por esto es vital aprovechar casi con usura las indicaciones de Dios.
1. El ideal que el hombre asume, guía, para bien o para mal, su vida.-
Cuando una persona queda tocada por un ideal profundo toda la vida adquiere un nuevo sentido y toma una dirección única. Sus energías son encaminadas en esta dirección.
Es muy importante que nos dejemos orientar por quien nos conoce bien, nos ama sin condiciones y puede intervenir en nuestra vida sin ningún interés egoísta de su parte, solo pensando en nuestro bien y el de nuestro entorno, pues somos parte real, condicionada y condicionante, de él.
Jamás debemos arriesgarnos a que se perviertan nuestros ideales, pues sería desfigurar el horizonte de nuestra existencia y perder nuestra vida. Pues el horizonte es el que nos orienta.
2. Dios lo acepta todo ordenándolo para nuestro bien sin ninguna dificultad.-
Las únicas dificultades que Dios tiene están en el ámbito de la libertad humana, pues la respeta escrupulosamente. No hacerlo sería denigrante para nosotros y para Él, pues sería no respetar su propia obra.
El respeto de Dios manifiesta su omnipotencia, pues al final su Providencia triunfará y la historia, lo muestra la resurrección y la vida misma, llegará siempre al buen fin programado por Él en su Amor y Bondad. El que nosotros participemos o no de él depende de nosotros.
La sabiduría de Dios es lo que más necesitamos para no engañarnos ni ante el poder, ni ante las limitaciones ni ante los fracasos personales, familiares o eclesiales, reales o aparentes.
3. Todas las experiencias, si son vividas en la sabiduría de Dios, van siempre a nuestro favor.-
Dios juega siempre a nuestro favor. Lo muestra en la creación, en la redención y en la perpetua santificación que desarrolla en nosotros el Espíritu Santo.
Dios ya nos lo ha dado todo: la vocación a la santidad, la justificación por la acción de Cristo en todos los sacramentos y la providente asistencia de su Espíritu que nos guía con su sabiduría, entendimiento, ciencia y consejo para que podamos desarrollarnos en nuestro mundo sin hundirnos en sus engaños y sepamos luchar con fortaleza, llenos de piedad y temor de Dios.
María nos enseñe la sabiduría de ser dóciles a Dios y a escoger su Vida en el Amor.
La sabiduría y entendimiento son dones del Espíritu de Dios necesarios para hacer todo este trabajo y escoger bien. Si son necesarios para llegar a conocer la realidad en las dimensiones de Dios, también lo es la prudencia, la perseverancia, la honestidad, la humildad, la docilidad y la apertura a la renuncia y al sacrificio. Dios no impone nada, pero propone y ofrece.
Es indispensable escuchar con atención la Palabra de Dios, solo así Él puede guiarnos.
Dios permite que en nuestra vida tengamos muy diversas experiencias, en todas Dios nos cuida con cariño para que no quedemos perjudicados sino, más bien, enriquecidos, pues su presencia en la vida del hombre, varón o mujer, siempre es beneficiosa, lo que puede sernos perjudicial son nuestras resistencias o rebeldías. Y, sin duda, pagaremos las consecuencias y se las haremos pagar a otros, por esto es vital aprovechar casi con usura las indicaciones de Dios.
1. El ideal que el hombre asume, guía, para bien o para mal, su vida.-
Cuando una persona queda tocada por un ideal profundo toda la vida adquiere un nuevo sentido y toma una dirección única. Sus energías son encaminadas en esta dirección.
Es muy importante que nos dejemos orientar por quien nos conoce bien, nos ama sin condiciones y puede intervenir en nuestra vida sin ningún interés egoísta de su parte, solo pensando en nuestro bien y el de nuestro entorno, pues somos parte real, condicionada y condicionante, de él.
Jamás debemos arriesgarnos a que se perviertan nuestros ideales, pues sería desfigurar el horizonte de nuestra existencia y perder nuestra vida. Pues el horizonte es el que nos orienta.
2. Dios lo acepta todo ordenándolo para nuestro bien sin ninguna dificultad.-
Las únicas dificultades que Dios tiene están en el ámbito de la libertad humana, pues la respeta escrupulosamente. No hacerlo sería denigrante para nosotros y para Él, pues sería no respetar su propia obra.
El respeto de Dios manifiesta su omnipotencia, pues al final su Providencia triunfará y la historia, lo muestra la resurrección y la vida misma, llegará siempre al buen fin programado por Él en su Amor y Bondad. El que nosotros participemos o no de él depende de nosotros.
La sabiduría de Dios es lo que más necesitamos para no engañarnos ni ante el poder, ni ante las limitaciones ni ante los fracasos personales, familiares o eclesiales, reales o aparentes.
3. Todas las experiencias, si son vividas en la sabiduría de Dios, van siempre a nuestro favor.-
Dios juega siempre a nuestro favor. Lo muestra en la creación, en la redención y en la perpetua santificación que desarrolla en nosotros el Espíritu Santo.
Dios ya nos lo ha dado todo: la vocación a la santidad, la justificación por la acción de Cristo en todos los sacramentos y la providente asistencia de su Espíritu que nos guía con su sabiduría, entendimiento, ciencia y consejo para que podamos desarrollarnos en nuestro mundo sin hundirnos en sus engaños y sepamos luchar con fortaleza, llenos de piedad y temor de Dios.
María nos enseñe la sabiduría de ser dóciles a Dios y a escoger su Vida en el Amor.
P. José María Doménech Corominas, sdb
CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVII
1R. 3, 5.7-12: "Señor, Dios mío, Tú me has hecho rey... soy todavía un joven que no sé guiar a la gente... Dame la gracia de saber escuchar para poder hacer justicia... sin esto ¿quién sería capaz de gobernar...?
Salmo 118: "¡Cuánto amo tu ley, Señor!"
Rm. 8, 28-30: "Sabemos que Dios todo lo ordena para el bien de los que le aman... porque Él... los destinó a ser imágenes de su Hijo... los llamó, los hizo justos y los glorificó."
Mt. 13, 44-52: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El hombre lo encuentra... vende todo lo que tiene y compra el campo. ...se parece a un comerciante en perlas finas... encuentra una de mucho precio, vende todo y la compra... El Maestro de la ley que se hace discípulo del Reino del cielo es como el dueño de casa que saca de su cofre las joyas nuevas y antiguas."
Salmo 118: "¡Cuánto amo tu ley, Señor!"
Rm. 8, 28-30: "Sabemos que Dios todo lo ordena para el bien de los que le aman... porque Él... los destinó a ser imágenes de su Hijo... los llamó, los hizo justos y los glorificó."
Mt. 13, 44-52: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El hombre lo encuentra... vende todo lo que tiene y compra el campo. ...se parece a un comerciante en perlas finas... encuentra una de mucho precio, vende todo y la compra... El Maestro de la ley que se hace discípulo del Reino del cielo es como el dueño de casa que saca de su cofre las joyas nuevas y antiguas."
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