El Padre José María nos envía su sugerencia homilética:
Dios nos llama a todos!
Es una grata sorpresa ser invitado a una fiesta importante, como una boda, ¡y más si es del hijo del Rey... Que a uno le tengan en cuenta es muy agradable, pero no bastan estas sorpresas, de ello no depende el sentido y final de nuestra vida.
Pablo fue invitado a formar parte de la Comunión Trinitaria a través de su inserción en la comunidad eclesial, que él no entendía ni valoraba adecuadamente, sino que más bien perseguía tenazmente, convencido que hacía bien. Pablo, una vez conoció el Plan del Dios de Israel, a quien creía servir al encarcelar a los discípulos de su Hijo, cambió radicalmente de visión, asumió vitalmente lo que se le ofrecía y se entregó, convencido que el Señor que le escogió le sería fiel hasta el final, pase lo que pase. Nada lo arredró: creció en la libertad de la renuncia.
Nosotros, con el salmista, debemos trabajar para hacer realidad en nuestra historia personal el vivir siempre en la casa del Señor, en su presencia y al servicio de su Plan de vida.
Dios nos llama a todos cada día para hacer de nuestra vida una fiesta en Él
La fiesta de Dios no acaba nunca. Su Hijo a cada instante de cada día de nuestra historia ratifica su consagración conyugal con los hombres, mientras ellos estén de peregrinos. Cuando lleguen a casa ya no lo necesitarán. Se verán y amarán cara a cara, vida a vida.
Nadie queda excluido de los dones de Dios, puesto que el Él es quien nos ha creado para ser felices en su presencia todos los días. El salmista lo tiene claro y nos invita a vivir con esta convicción, pues ello nos permitirá afrontar en paz y abandono generoso todo lo que venga a lo largo de nuestra historia.
Pero solo escoge como compañeros a los que tienen tiempo para Él
Dios no obliga, pero tampoco se deja presionar por nada y por nadie: solo serán sus compañeros de vida los que decidan serlo desde el fondo de su ser.
La vida, desde el Plan de Dios, siempre ha sido pensada como la fiesta de la generosidad en el don de la vida. La solidaridad es la ley de la vida: todo lo que sucede es para un bien mayor y éste aparecerá con la maduración de la acogida, apertura y entrega generosa. El egoísta que se busca a sí mismo ya perdió la mejor oportunidad. Lo único en la vida que tiene intereses profundos y eternos es el don voluntario. Dios es don y así ha pensado a sus hijos.
Lo que nos salva o condena son nuestras decisiones no las circunstancias
Fuera de nuestras decisiones todo es puro condimento, que puede hacer más agradable o amarga la vida. En la vida espiritual no hay ‘suerte’. Todo es consecuencia del amor, o desamor, que nos mueve a ser delicados, respetuosos, disponibles, entregados, atentos hasta aceptar el sacrificio si es necesario, es decir, nos lleva a ser hijos de Dios como Jesús.
Pablo ha hecho de su vida un don a disposición del banquete de la vida y alegría que Dios prepara para toda la humanidad. Nada lo detiene: se ha revestido de Cristo, pues sabe que Dios no falla, pero nos toma en serio. María nos ayude a revestirnos de la delicadeza de Dios.
Pablo fue invitado a formar parte de la Comunión Trinitaria a través de su inserción en la comunidad eclesial, que él no entendía ni valoraba adecuadamente, sino que más bien perseguía tenazmente, convencido que hacía bien. Pablo, una vez conoció el Plan del Dios de Israel, a quien creía servir al encarcelar a los discípulos de su Hijo, cambió radicalmente de visión, asumió vitalmente lo que se le ofrecía y se entregó, convencido que el Señor que le escogió le sería fiel hasta el final, pase lo que pase. Nada lo arredró: creció en la libertad de la renuncia.
Nosotros, con el salmista, debemos trabajar para hacer realidad en nuestra historia personal el vivir siempre en la casa del Señor, en su presencia y al servicio de su Plan de vida.
Dios nos llama a todos cada día para hacer de nuestra vida una fiesta en Él
La fiesta de Dios no acaba nunca. Su Hijo a cada instante de cada día de nuestra historia ratifica su consagración conyugal con los hombres, mientras ellos estén de peregrinos. Cuando lleguen a casa ya no lo necesitarán. Se verán y amarán cara a cara, vida a vida.
Nadie queda excluido de los dones de Dios, puesto que el Él es quien nos ha creado para ser felices en su presencia todos los días. El salmista lo tiene claro y nos invita a vivir con esta convicción, pues ello nos permitirá afrontar en paz y abandono generoso todo lo que venga a lo largo de nuestra historia.
Pero solo escoge como compañeros a los que tienen tiempo para Él
Dios no obliga, pero tampoco se deja presionar por nada y por nadie: solo serán sus compañeros de vida los que decidan serlo desde el fondo de su ser.
La vida, desde el Plan de Dios, siempre ha sido pensada como la fiesta de la generosidad en el don de la vida. La solidaridad es la ley de la vida: todo lo que sucede es para un bien mayor y éste aparecerá con la maduración de la acogida, apertura y entrega generosa. El egoísta que se busca a sí mismo ya perdió la mejor oportunidad. Lo único en la vida que tiene intereses profundos y eternos es el don voluntario. Dios es don y así ha pensado a sus hijos.
Lo que nos salva o condena son nuestras decisiones no las circunstancias
Fuera de nuestras decisiones todo es puro condimento, que puede hacer más agradable o amarga la vida. En la vida espiritual no hay ‘suerte’. Todo es consecuencia del amor, o desamor, que nos mueve a ser delicados, respetuosos, disponibles, entregados, atentos hasta aceptar el sacrificio si es necesario, es decir, nos lleva a ser hijos de Dios como Jesús.
Pablo ha hecho de su vida un don a disposición del banquete de la vida y alegría que Dios prepara para toda la humanidad. Nada lo detiene: se ha revestido de Cristo, pues sabe que Dios no falla, pero nos toma en serio. María nos ayude a revestirnos de la delicadeza de Dios.
P. José María Doménech Corominas, sdb
CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXVIII
Is. 25, 6-9: "...el Señor del universo preparará para todos los pueblos un banquete de platos sabrosos y de vinos viejos...Hará desaparecer... el velo de dolor que cubre a todos los pueblos... aniquilará para siempre la muerte... Ha hablado el Señor. Aquel día dirán: aquí tienen a nuestro Dios de quien esperábamos que nos salvara: alegrémonos y celebrémoslo..."
Salmo 22: "Por siempre viviré en la casa del Señor"
Flp. 4, 12-14.19-20: "Estoy acostumbrado a todo: a comer bien y a pasar hambre... Estoy dispuesto a todo, gracias a quien me da fuerza... Mi Dios les ayudará en sus necesidades según lo espléndido de su grandeza en Cristo Jesús."
Mt. 22, 1-14: "El Reino de Dios se parece a un rey que celebra la boda de su hijo y envió a sus criados para que avisasen a los invitados...Ya tengo preparado el banquete... vengan a la fiesta. Pero ellos no hicieron caso... El Rey... dijo a sus hombres: El banquete está listo, pero los candidatos no se lo merecían. Por tanto vayan al cruce de los caminos y conviden a todos a la fiesta... y la sala se llenó... Amigo, ¿cómo es que has entrado aquí sin el traje de fiesta. Él calló... Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos."
Salmo 22: "Por siempre viviré en la casa del Señor"
Flp. 4, 12-14.19-20: "Estoy acostumbrado a todo: a comer bien y a pasar hambre... Estoy dispuesto a todo, gracias a quien me da fuerza... Mi Dios les ayudará en sus necesidades según lo espléndido de su grandeza en Cristo Jesús."
Mt. 22, 1-14: "El Reino de Dios se parece a un rey que celebra la boda de su hijo y envió a sus criados para que avisasen a los invitados...Ya tengo preparado el banquete... vengan a la fiesta. Pero ellos no hicieron caso... El Rey... dijo a sus hombres: El banquete está listo, pero los candidatos no se lo merecían. Por tanto vayan al cruce de los caminos y conviden a todos a la fiesta... y la sala se llenó... Amigo, ¿cómo es que has entrado aquí sin el traje de fiesta. Él calló... Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos."
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