octubre 23, 2008

Responsables de nuestros hermanos

El querido padre José María nos envía su comentario a las lecturas de este domingo.

Responsabilidad con los débiles y desvalidos

La fortaleza de una persona depende de las razones que tenga para vivir. Todo ser humano nació para vivir, pero para llegar a desearlo es necesario que cada uno tenga un horizonte valioso, según la propia sensibilidad, que le lleve a coordinar, concentrar y dirigir sus energías con las de los que le acompañan para hacer de su vida algo válido, a su entender.

Pablo está feliz porque los habitantes de Tesalónica muestran, con sus actitudes y decisiones, que el Señor es su horizonte y que a Él consagran todas sus energías e ideales. Eso ya es, para los que les conocen, una poderosa llamada a madurar en la Fe.

Dios defiende a su pueblo de toda destrucción y desaliento... Escucha el corazón de los más débiles y llama a sus hijos a ser su defensa y fortaleza.

Es necio e iluso imaginar que se ama a Dios descuidando el respeto que necesitan y tienen derecho los más débiles.

Nada es más grande que el Amor que Dios nos tiene: ésta es nuestra fortaleza

Tenemos derecho a crecer en la conciencia de que Dios nos ama como lo más grande para Él: nos cuida con cariño y nos defiende con pasión, ¡con toda su vida!

Todo nuestro ser depende de este amor incondicional. Éste debe ser el que nuestros padres nos entreguen desde los primeros momentos de nuestra existencia en el seno materno.

Nadie puede sobrevivir sin sentirse amado y respetado, al menos por alguien que para él represente una persona de vital importancia... ¡Su fortaleza! A los demás los podrá pasar por alto, pero no a esa persona: Ella es su vida, su razón de ser, la fuerza de su existir.

Según donde pongas este eje de tu vida tendrás tu futuro y tu felicidad.

La vida, en la persona humana, no es material, sino espiritual encarnada

Nuestros derechos son todos personales y concretos: a nadie le deja indiferente el desprecio, abuso u olvido.

Dios nos creó con su propia vida de amor, nos redimió con el amor del don de su propia vida y nos santifica con el cariño de la presencia de su Espíritu.

No es indiferente para Dios el modo como nos tratamos, desde los pensamientos que aceptamos, hasta las decisiones que tomamos o defendemos. De ello viene que vivamos en Él: gracia; o que nos veamos enfrentados y hasta opuestos a Él, pecado.

La vida es una llamada a la felicidad, pero ésta la aceptamos o no nosotros con las obras

Somos los responsables de nuestro destino. No podemos echarle la culpa a nadie: nuestra vida es nuestra construcción. Nuestra sociedad no es un accidente político, sino una grave responsabilidad de todos los que la formamos... ¿Hay culpables?... Sí... también nosotros.

La felicidad, que inexorablemente buscamos, ¡y con derecho sagrado!, ya está en nuestro interior desde que Dios nos creó en el seno materno, pero es necesario saberla buscar y aceptar con responsabilidad que se encuentra en el don de respeto a los demás.

Pablo felicita el amor vivido en concreto... Es para nosotros hoy una invitación y un reto.

Pedimos a María nos ayude a vivir con el corazón y las relaciones de Dios, el Padre.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXX

Ex. 22, 20-26: "El Señor dice: «No maltrates ni oprimas al inmigrante... No maltrates a ninguna viuda ni a ningún huérfano... Si prestan dinero a alguno de mi pueblo, a los pobres que viven contigo, no hagas como los usureros... si él clama a Mí, Yo le escucharé porque soy compasivo»."

Salmo 17: "Te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza"

1Ts. 1, 5c-10:
"Ya saben lo que hicimos cuando vivíamos en medio de ustedes... También ustedes imitaron nuestro ejemplo y el del Señor... han sido tomados como modelo para todos los creyentes... por todas partes hablan de su conversión de tal modo que no hace falta añadir nada... cómo abandonando los ídolos, se convirtieron para adorar solo al Dios vivo y verdadero... que nos salvará del juicio que ha de venir."

Mt. 22, 34-40: "...un maestro de la ley... le preguntó: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?» Jesús le contestó: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu pensamiento... El segundo es muy parecido... Todos los mandamientos... vienen de estos dos»."

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