noviembre 08, 2008

Nosotros: templos de Dios

El querido padre José María nos envía su sugerencia homilética para las lecturas de este domingo 9 de noviembre, dedicación de la Basílica de San Giovanni in Laterano de Roma.


Al ingresar a este bellísimo templo, uno solamente puede reflexionar en las maravillas del ser humano, dotado por Dios Padre de la capacidad de producir con sus manos tanta belleza, de buscar expresar en bellas obras de arte metáforas del amor y misterio de Dios.




Recordemos que el famoso Palacio Laterano fue la residencia del Papa durante mil años (324-1400). Fue hasta aquí donde llegó Francesco Bernardone con sus amigos a buscar al Papa, como se representa en la bella estatua colocada en el cruce de la autopista frente a la fachada del templo.


San Giovanni in Laterano es la primera basílica de nuestra iglesia, catedral de Roma e iglesia-madre de todas las iglesias del mundo. Como reza en la placa, "omnium Urbis et Orbis ecclesiarum mater et caput", que significa "madre y cabeza de las iglesias de la ciudad y el mundo enteros".


Templos sagrados de Dios
La vida tiene momentos de encuentro que le dan un sentido.

Todos los encuentros requieren de un lugar adecuado que ayude a alimentar los lagos de la comunión que une a los integrantes de la comunidad que se reúne.

Pablo nos hace notar que nosotros somos el templo de Dios, nos dice que nuestro cuerpo es el lugar en el que Dios se complace en habitar para hacer de nuestra humanidad una comunidad basada en la comunión divina.

A Dios le duele que faltemos al respeto a nuestro cuerpo, pues esto es la base que destruye nuestra comunidad y la familia humana y hasta nos hace notar que pagaremos las consecuencias en nuestro propio cuerpo.

Es necesario que respetemos nuestras personas y los ambientes en los que nuestra comunidad se expresa y alimenta su comunión. Para que esto se dé es necesario que nos construyamos cada día mejor como real y responsable comunidad humano-cristiana.

Nada puede separar a Dios de sus planes: se realizarán sin demora

Tenemos un Dios que no falla jamás. Quien confía en el Señor encuentra los caminos de la salvación y salud interior, y hasta exterior, que le llevarán a ver florecer otra vez su vida.

Todo está pensado para nuestro bien. Hemos sido creados desde el Amor que crea la vida y la hace florecer y nuestra vocación es ser creadores de vida y templos de la Vida y del Amor.

Toda persona tiene derecho a ser respetada, pues todas son sagradas, sea quien sea.
Si nos separamos de los planes de Dios, quedamos fuera del éxito final de la vida.

Nuestras decisiones y relaciones definirán cómo participaremos de la gloria de Dios

Nuestras personas, templos sagrados de Dios, están llamadas a reflejar su gloria.
Dios nos convoca en comunidad eclesial, nosotros acudimos al templo para escucharle como al Maestro y Padre y para construir, con nuestros hermanos, una comunidad de testigos y misioneros de su Amor.

No glorifica a Dios quien negocia egoísticamente con su vida o comunidad. Da testimonio falso del amor de Dios, que es donación personal para la vida plena. Así quedamos rechazados.

La vida cristiana enaltece toda la dignidad humana y la lleva a la plenitud del Amor de Dios

El sentido de la vida de un cristiano está en el darse, no en lograr riquezas. La mayor ganancia de una persona es la gloria de Dios por hacer florecer la vida en sus hijos más débiles.

Pablo nos recuerda que nuestra vocación de vivir como testigos y misioneros del Amor de Dios nos lleva a ser templos sagrados de la gloria de Dios y lugares de vida para enaltecer a toda persona respetándola por lo que es no por lo que le pueda aportar.

No debemos usar jamás a nadie, sino respetar a cada persona y hacer florecer su maduración desde donde se está.

Pidamos a María ser cada día, en nuestra sociedad, lo que Dios pide y espera de nosotros.

P. José María Doménech Corominas, sdb


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXXII
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

Ez. 47, 1-2.8-9.12: "Vi que manaba agua del lado derecho del templo... me dijo: «Esta agua corre hacia los valles orientales... y sanea las aguas salobres... Allá donde llegue esta agua todo vivirá... siempre dará fruto... frutos primaverales porque el agua que les riega viene del santuario...»"

Salmo 45: "El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios"

1Cor. 3, 9b-11.16-17:
"Ustedes son templo de Dios. Yo, como buen arquitecto... he puesto el fundamento, otros han construido... nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto: Cristo Jesús. ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguien profana el templo de Dios, Dios le pedirá cuentas..."

Jn. 2, 13-22: "Jesús subió a Jerusalén y encontró el templo lleno de vendedores... «¡Quiten eso de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre»... «El celo por tu templo me consume». Los judíos le interrogaron: «¿Qué señal nos das para saber que estás autorizado para hacer esto?» Jesús les contestó: «Destruyan este santuario y yo lo reedificaré en tres días» Hablaba del templo de su cuerpo."

Fotografías: Lourdes Mayca Pérez, junio 2006.




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