julio 10, 2009

Los envió, de dos en dos...

El mensaje y la sugerencia homilética de nuestro querido padre José María para esta semana:

Somos llamados a invitar a otros a gozar de verdad la vida llanándose de Vida del que es Camino de Verdad para la Vida; es garanfía de felicidad; resurrección ante cualquier circunstancia.

¿Nos vamos a quedar sin anunciar el Evangelio con tantas personas que buscan la verdad, una vida que valga la pena, una alegría que no se marchite y no necesite ningún tipo de droga para poder mantenerse y expandirse?

¡Vete a profetizar que la religión no sirve para nada si te deja en ti mismo, si solo es tradición vacía de conversión y búsqueda de la Voluntad de Dios! Solo Dios puede llenar a los hijos de Dios, pues solo Él es su Padre. Por eso san Agustín escribió: "Nos has hecho Señor para ti, por eso nuestro corazón no descansa si no está en Ti".

El Señor nos conceda no dejar de buscar cada día conocer mejor a Dios para vivir siempre más íntima y amorosamente comunicados con Él, como María y con ella. Esto es garantía de la unidad eclesial, fecundidad vocacional y efectividad pastoral.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


Los envió, de dos en dos...


¿Para qué vivimos? ¿Qué valor tiene nuestra existencia si no logramos lo que nos hemos propuesto? ¿Qué es la amistad, si no es para lograr algún servicio y resultado ventajoso?

La nuestra, es la cultura de la eficiencia, consumo, ganancia y del individualismo utilitarista; es una cultura de muerte: quien no produce o no consume, no me sirve, no vale, no existe.

¿Examinamos seriamente cuáles son nuestros objetivos? ¿A quién da Vida nuestra vida?
En Cristo Jesús hemos recibido todos los dones de Dios. Se nos confió su Evangelio para llenar de vida a los que nos rodeen, pues Él desea que todos tengan Vida y puedan verse liberados de sus desconciertos y desvaríos, qué tanto los paraliza, desvía y encadena a la muerte.

Estamos llamados a mostrar a toda la humanidad cuán grande y efectiva es la Misericordia de Dios, que es tan grande y libre que nos salva siempre, estemos como estemos, siempre que no nos opongamos a su eficiente Bondad y Amor por la Vida y Dignidad personal en la Paz.

La religión exterior, sin interioridad, es una religión llena de vacío que lleva la vida al fracaso

Dios envía al profeta para que avise a Israel de la falsedad de su culto: ¡está vacío de Dios!

La verdadera religión es buscar la Voluntad de Dios, el Padre que Salva con su Amor.
En la Fe cristiana, toda actitud religiosa honesta de verdad nace de la cariñosa intimidad con el Dios-Comunión y su Comunidad, muy humana y divina: a ella todos están llamados.

Los planes de Salvación de Dios, Comunión Trinitaria, son eternos y a todos abarcan
Nuestra vida de Fe es fruto de un Amor-Comunión, donde todos, personalmente, son importantes y las relaciones interpersonales son las que explicitan nuestra relación con Dios.

Para Dios es mucho más importante el interior que la apariencia: ése es el gran signo de la grandeza y veracidad de todo culto, porque la persona humana se define en su interior, no tanto fuera, lo de fuera expresa el interior, aunque muchas veces también lo oculte.

No cultivar el interior es sacrificar la vida personal y esclavizándose al qué dirán: muerte de la dignidad inalienable de cada persona. Si ésta no se cuida, morimos y... ¡matamos!

Pase lo que pase, no podemos callar la Buena Noticia del Reino: le va la vida al mundo entero

Nuestro anuncio no se apoya en los medios que garanticen la acogida, sino en la Voluntad salvífica del Dios-Comunión de Amor que nos envía. A Él nos debemos para servir bien.

No rechazamos los medios, de hecho ayudan y somos muy responsables de usarlos y ¡usarlos bien!, pero no dependemos de ellos. Lo único absoluto es nuestra relación con Dios.

El fracaso, agresión, pobreza de frutos, no nos debe detener, si en un lugar nos rechazan, nos ‘limpiamos’ su actitud, para no contaminar la misión recibida, y cambiamos de lugar, hasta que les llegue, también a ellos, su hora de Gracia y Salvación... y allí estaremos para servir.

Sanar y servir con la Palabra son dos signos de la presencia divina que, en su Providencia, siempre nos tiene en cuenta enviando a sus profetas para que nos abran a su Salvación.

Pedimos a María intimar siempre con el Dios de la Vida para serle dóciles y disponibles.

P. José María Domènech Corominas, sdb


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XV

Am. 7, 12-15: "«Vidente, vete de aquí. Huye a Judá... pero cuídate mucho de no volver a Bet-El...» Amós contestó: «Yo no soy profeta, ni pertenezco a ninguna comunidad de profetas. Yo soy pastor... el Señor... me ha dicho: “Vete a profetizar a Israel, mi pueblo”»."

Salmo 84: "Muéstranos, Señor, tu Amor y danos tu Salvación."

Ef. 1, 3-14:
"Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo... en Él nos eligió, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e inmaculados a sus ojos... nos destinó a ser sus hijos por Cristo... en Él fuimos rescatados al precio de su sangre... ha querido reunir en Cristo todo el mundo, tanto el del cielo como el de la tierra... Ustedes escucharon el anuncio de la verdad... y, en Cristo, han sido marcados con el Espíritu Santo prometido..."

Mc. 6, 7-13: "Jesús llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos... Les dio poder... les recomendó que, fuera del bastón, no cogieran nada para el camino... les decía: «Quédense en la primera casa a la que lleguen... Si en algún sitio no les quieren recibir, al salir, sacúdanse el polvo que se les haya quedado en los pies...» Los doce se fueron y predicaron a la gente que se convirtieran... Sacaban muchos demonios..."


Muchas gracias a todos los hermanos que siguen unidos en la oración por el padre Antonio Domènech; que Dios y nuestra madre Auxiliadora les colmen de bendiciones.


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