julio 06, 2009

"¿No es éste el carpintero?"

El mensaje y la sugerencia homilética de nuestro querido padre José María para esta semana:

¿Desanimarse? ¿Y por qué tenemos derecho a desanimarnos, si Dios, conociéndonos como nos conoce, no se desanima nunca de todas las maravillas que puede hacer con nosotros y nosotras?

Para Dios no hay problemas, nada le es imposible, pero si lo anterior es cierto, también lo es que nosotros sí podemos crearnos graves problemas si no aceptamos fiarnos de Él y hacerle caso en lo que nos pide, aunque en el intento de seguir su Voluntad nos equivoquemos muchísimas veces, pues lo importente no es tener éxito, sino ofrecerle a Él la posibilidad de hacer las maravillas que ha pensado en la construcción de su Reino, donde también nosotros tenemos un lugar destacado como colaboradores suyos en el estimulo y desarrollo de la vida, de la paz y del amor en nosotros mismos y entre nuestros hermanos.

Al profeta se le pide que anuncie la vida y las maravillas que Dios nos ofrece; que sea constructor de vida, aunque para eso, en algún momento, deba sacudir a los oyentes, incomodarlos, despertarlos... Es evidente que muchos se resistirán y hasta, tal vez reaccionen mal.

Paciencia.

Pero lo que más nos puede desanimar, para felidicad del enemigo de la vida y de la paz, Satanás, son nuestros propios defectos y pecados, que hasta pueden entorpecer el avance, en el que nosotros deseraríamos colaborar, del Reino de Dios. Satanás, después que hayamos caído, nos lo restregará o en la conciencia o sirviéndose de medios indirectos para que creamos que somos un estorbo para la expansión del Reino de Dios y, como no deseamos serlo, pues, o suplicamos que se nos libre de tantos disparates y nos retiramos..., o simplemente renunciamos a todo para no hacer daño y nos hundimos en la depresión... ¡No! El Señor se lo dice claro a Pablo: ¡Te basta mi gracia! ¡Tú sigue luchando, que yo seguiré en los mío para beneficiarte y, en ti y contigo, beneficiar a otros muchos. A Ezequiel le pide que sea profeta insistente, aunque todos se le cierren: ¡deben saber que Dios sigue enviando profetas a sus hijos! Jesús no se calla, aunque no se fíen de Él, le basta que Dios se fíe, después de todo es ante su Padre que Él responde, ante nadie más... Su único criterio es que los que se le acerquen puedan tener vida y tenerla en abundancia... Es decir, para Él es suficiente ser como Dios, dador de Vida, Paz y Concordia en el Amor y la Verdad.

Es la constate tarea de la Iglesia: por eso a pesar de todos los reveses, errores y limitaciones, no se calla, porque no puede... No se trata de ella, sino de la misión que su Salvador y Señor le ha encomendado, aunque muchas veces esa misma Misión le incomode a ella misma y hasta, aparentemente le deje mal... ¡Se debe al Señor, como el Señor ha querido deberse a ella!

Es la fidelidad conyugal al máximo nivel: Dios y su pueblo.

Podemos, confianza infinita, esperar de Dios la Salvación y la Vida porque éstas ya nos han sido prometidas y aseguradas con el Don del Espíritu, la Vida del Hijo y la Providencia del Padre...

¡¿Qué más queremos?!

¿Desanimarse? ¡¡¡Jamás!!!

Dios nos bendiga a todos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


"¿No es éste el carpintero?"


Nazaret, ¿pueblo creyente o cerrado y necio? Y nosotros, ante el Señor ¿qué somos?

Nazaret, como nosotros, un pueblo común y corriente, un pueblo de humanos: con sus cualidades y defectos; con sus ilusiones y religión; con sus costumbres y tradiciones; con sus conocimientos, certezas e ideologías. Éstas, ¡cuántas veces!, lo sabemos bien, son casi, y sin el ‘casi’, más sagradas que las realidades religiosas en las que decimos creer, a veces más que Dios.

Hay realidades que nos desconciertan porque realmente nos cuestionan o nos “amenazan” con despojarnos de nuestras “seguridades”. Antes de dudar de nosotros mismos, preferimos dudar de lo que nos cuestiona, con tendencia ordinaria a descalificarlo, para no tener que cambiar. Eso también pasa, y sobre todo, con Dios; salvo que estemos unidos a Él, o positivamente, por Amor y Fe que nos libera hasta el don, positivo, responsable y dialogante, de la vida; o negativamente, con la sumisión de una obediencia ciega, indialogante y temerosa del castigo.

Jesús se extraña de que los nazarenos no quieran creer. Al profeta se le pide predicar más allá de la respuesta que den los que reciben el don de la palabra de Dios. Pablo sigue en su misión, aun descubriendo no solo sus debilidades, sino todas reacciones negativas que su mensaje provoca: él se debe a Cristo, su vida y fortaleza. ¡Él es su central y único punto de referencia!

Nosotros, o nos centramos en el Señor Jesús, o nuestra fe no será jamás cristiana.

La Fe en Cristo nos da y pide personalidad cristiana: vivir centrados en Él, en su Providencia

Dios no falla nunca, pero solo lo gozan los que se fían de él: quien tiene otros dioses, recibirá de ellos lo que ellos le puedan dar, nada de plenitud y mucho de precariedad y angustia.

Los cristianos no somos ni mejores ni más fuertes, solo personas que vivimos, pase lo que pase, siempre en el Señor. La personalidad cristiana es la actitud interior de fidelidad a Dios, su Padre, porque le reconoce y acoge como el único valor, fortaleza y sentido de su vida.

Para el cristiano lo más importante es servir al hermano según la Voluntad del Padre.

Los cristianos estamos llamados a ser profetas de un Amor que nos supera y hace maravillas

Nuestra debilidad es inmensa, pero el poder del Señor, que salva siempre, es incuestionable; la poquedad y los muchos errores de la Iglesia, a lo largo de la historia, lo demuestran.

Dios confía en nosotros y nos envía, como profetas, a nuestro mundo; solo nos pide que avancemos, más allá de todo, por sus caminos y según lo que nos vaya indicando día a día.

Las maravillas en la historia las hace el Señor, aun con rechazos... ¡Fiémonos ahora!

La salvación viene del Señor y nos la hacemos historia a medida que la acogemos y vivimos.

Nuestros límites no son problema para el Amor Omnipotente, pero sí el que nos cerremos.

Para vivir dispuestos a Dios y siempre apoyados en su Providencia, en toda situación, necesitamos vivir en una relación de amor que sabe escuchar con profunda sinceridad aceptando que la Palabra cuestione nuestras seguridades y nos señale caminos, a veces duros y ‘peligrosos’: lo que nos lleve a dar vida, dando la propia, en sincera y responsable libertad, viene del Dios Amor, y nos salva de la muerte, fruto del individualismo asesino por buscar sus ventajas.

Pidamos a María nos auxilie para aprender fiarnos de Dios ante lo que nos pide entregar.

P. José María Domènech Corominas, sdb


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XIV

Ez. 2, 2-5: "El Espíritu entró en mí... y me dijo: «Hijo del hombre, te envío al pueblo de Israel... de cara dura y corazón empedernido. Te escuchen o no te escuchen, tú háblales... tienen que saber que hay un profeta en medio de ellos»."

Salmo 122: "Tenemos los ojos puestos en el Señor, esperando su misericordia"

2Cor. 12, 7-10:
"...Pedí tres veces al Señor que me librara, pero Él me respondió: «Tienes bastante con mi gracia, pues mi poder resalta más cuanto más aparece la debilidad de tus fuerzas»... Me agrada ser débil y verme ultrajado, pobre, perseguido y acorralado a causa de Cristo, pues cuando soy débil, es cuando, en realidad, soy fuerte."

Mc. 6, 1-6: "Jesús fue a Nazaret... comenzó a enseñar en la sinagoga... se extrañaron y decían: «¿De dónde le viene esto?... ¿No es el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, José, Judas y Simón? Sus parientes ¿no viven entre nosotros?» Y se escandalizaban... Y no pudo hacer ningún milagro... Se sorprendía que no quisieran creer..."


Muchas gracias a todos los hermanos que siguen unidos en la oración por el padre Antonio Domènech; que Dios y nuestra madre Auxiliadora les colmen de bendiciones.


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