A continuación, el mensaje y la sugerencia homilética que el querido Padre José María nos envió para esta semana:
¿Quién no sueña con vivir en paz?
¿Quién no se cansa que se estén burlando de sus convicciones?
Si fuera incoherente, bueno, no sería justo, pero sería explicable, se lo habría buscado.
Pero su vida no es incoherente, aun reconociendo los errores que tiene: reconoce sus fallas, trata de corregirse y busca hacer las cosas lo mejor que puede, aunque no siempre lo logra... Pero no, ahí está la burla, a veces disimulada, no por sus errores sino por lo que cree y trata de vivir.
Parece que los atrevidos, que solo respetan lo que ellos piensan y son 'agresivos' con toda verdad que no sea la suya, son los únicos a los que, en este momento de la historia, se les da la razón y el derecho a vivir y expresarse y, si tienen dinero o lo pueden dar a los que desean el poder y mantenerse en él, entonces tienen casi todos los permisos y 'derechos'.
Santiago nos invita a vivir en la verdadera Sabiduría, pues la verdad no depende de los periódicos, de las encuestas o de las modas ideológicas, sino del ser real de la persona, sea divina, angélica o humana, y de sus relaciones.
La persona que no respeta la realidad, se miente a sí misma y peor para ella si se lo esconden y le aplauden, pues se hundirá cada vez más profundamente.
Al final de esta fase de la vida (que está destinada a que aprendamos a definirnos si aceptamos o no ser y vivir como hijos de Dios) tomaremos nuestra decisión definitiva e irrevocable, por eso no debemos descuidarnos ni dejar de ayudar a los que nos rodean, pues ésa es la forma de vivir de los hijos de Dios... Dios es nuestro Padre y nos ha creado para ser eso, es nuestra naturaleza: eso es ser persona humana... quien no lo logra, fracasa y es para siempre... Asi como tenemos nueve meses para formarnos bien en el seno materno, quien no lo hace bien, pagará las consecuencias sin poderlo remediar...
El éxito de nuestra acción no está tanto en los resultados que vemos ahora, sino en lo que vamos aprendiendo a ser respecto a Dios y a nuestros hermanos, los concretos que nos rodean.
No se trata de convencer a los hermanos, sino de llenarlos de Vida, la que Dios mismo nos ha dado para ellos. Esto es ser como Dios, es decir, ser sus hijos, ¡para eso fuimos creados!
El dolor, en este estilo de vida cristiana, nadie puede evitarlo, pero puede tener un sentido salvífico y beneficioso en gracia y vida nueva, si lo unimos al de Cristo Jesús. Tal vez no nos crean, pero lo importante no es que nos crean (mejor para ellos si lo hacen) sino que nosotros creamos a Dios y en lo que Dios ama: toda persona humana, sobre todo la más perdida y marginada, y sepamos acogerla como Él la tiene acogida y cuidada con su Providencia... ¡Lástima que, si nadie se lo demuestra, la mayoría ni se dará cuenta! ¡¡¡Para eso nos llamó y envió a nosotros!!!
Dios nos bendiga y nos ayude a ser fieles a lo que nos ha encomendado.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
¿Quién no sueña con vivir en paz?
¿Quién no se cansa que se estén burlando de sus convicciones?
Si fuera incoherente, bueno, no sería justo, pero sería explicable, se lo habría buscado.
Pero su vida no es incoherente, aun reconociendo los errores que tiene: reconoce sus fallas, trata de corregirse y busca hacer las cosas lo mejor que puede, aunque no siempre lo logra... Pero no, ahí está la burla, a veces disimulada, no por sus errores sino por lo que cree y trata de vivir.
Parece que los atrevidos, que solo respetan lo que ellos piensan y son 'agresivos' con toda verdad que no sea la suya, son los únicos a los que, en este momento de la historia, se les da la razón y el derecho a vivir y expresarse y, si tienen dinero o lo pueden dar a los que desean el poder y mantenerse en él, entonces tienen casi todos los permisos y 'derechos'.
Santiago nos invita a vivir en la verdadera Sabiduría, pues la verdad no depende de los periódicos, de las encuestas o de las modas ideológicas, sino del ser real de la persona, sea divina, angélica o humana, y de sus relaciones.
La persona que no respeta la realidad, se miente a sí misma y peor para ella si se lo esconden y le aplauden, pues se hundirá cada vez más profundamente.
Al final de esta fase de la vida (que está destinada a que aprendamos a definirnos si aceptamos o no ser y vivir como hijos de Dios) tomaremos nuestra decisión definitiva e irrevocable, por eso no debemos descuidarnos ni dejar de ayudar a los que nos rodean, pues ésa es la forma de vivir de los hijos de Dios... Dios es nuestro Padre y nos ha creado para ser eso, es nuestra naturaleza: eso es ser persona humana... quien no lo logra, fracasa y es para siempre... Asi como tenemos nueve meses para formarnos bien en el seno materno, quien no lo hace bien, pagará las consecuencias sin poderlo remediar...
El éxito de nuestra acción no está tanto en los resultados que vemos ahora, sino en lo que vamos aprendiendo a ser respecto a Dios y a nuestros hermanos, los concretos que nos rodean.
No se trata de convencer a los hermanos, sino de llenarlos de Vida, la que Dios mismo nos ha dado para ellos. Esto es ser como Dios, es decir, ser sus hijos, ¡para eso fuimos creados!
El dolor, en este estilo de vida cristiana, nadie puede evitarlo, pero puede tener un sentido salvífico y beneficioso en gracia y vida nueva, si lo unimos al de Cristo Jesús. Tal vez no nos crean, pero lo importante no es que nos crean (mejor para ellos si lo hacen) sino que nosotros creamos a Dios y en lo que Dios ama: toda persona humana, sobre todo la más perdida y marginada, y sepamos acogerla como Él la tiene acogida y cuidada con su Providencia... ¡Lástima que, si nadie se lo demuestra, la mayoría ni se dará cuenta! ¡¡¡Para eso nos llamó y envió a nosotros!!!
Dios nos bendiga y nos ayude a ser fieles a lo que nos ha encomendado.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Quien acoge a un niño porque cree en mí, me acoge a Mí
Cuando algunas personas o realidades circundantes nos contradicen, intentamos o evitarlas o minimizar su presencia e influencia. Lo hacemos con agresiones más o menos claras; desprecio o calumnia; dificultándoles llegar a nosotros; distanciándonos de ellas; ideologizando la realidad incómoda. Ningún campo se libra de esta degradación de la libertad, ni el educativo, ni el moral, ni el religioso, ni el económico, ni el político, ni el familiar, grupal o amical. Es una deshonestidad paralizante y suicida, que, en lugar de favorecer el diálogo, para descubrir el bien y la verdad que nos ofrecen, busca mantener la supervivencia de lo que sentimos amenazado, aunque intuyamos que su crítica es razonable o que abrirnos podría ser beneficioso.
¡Cuántas oportunidades de renovación hemos perdido en nuestra vida por esta actitud!
Decidir dialogar, con Dios y con los hombres, mujeres o varones, es lo que más nos ayuda a madurar y lo que mejor construye nuestras Comunidades. Dialogar supone saber escuchar a la persona que se nos comunica; respetarla como lo que es: una persona valiosa; aceptar honestamente la verdad que nos aporta; reconocer en nosotros posibles errores o desconocimientos; aprendizajes beneficiosos y necesarias conversiones y renuncias. Así podremos renovarnos.
La vida nueva viene del asumir sinceramente los retos que entendemos Dios nos pide.
Nuestro mundo siempre nos retará, pues en él también actúan otras fuerzas y las del mal
Muchas veces nos preguntamos cuándo se acabará el mal en el mundo y creo que la respuesta es: cuando Dios reine en él como lo que es, Padre que ama la vida y la hace madurar con su Amor. Pero quien vive esto tiene que aceptar que hay otros que ven la vida de otro modo, y, con muy buena voluntad, actúan. ¡Éstos, con su vida, pondrán a prueba nuestras opciones!
Los hay, sin duda, que viven atrapados por el mal: su vida también nos pondrá a prueba.
Habrá ocasiones que nos harán dudar: es el momento para probar nuestra vida y verdad.
La sabiduría de Dios no quita los problemas, nos ayuda a superarlos en la paz y para la vida
Nosotros somos siervos débiles y necesitados de apoyo y gracia. Solo Dios es el Señor y el Salvador. No somos autónomos. La historia lo demuestra: las veces que nos hemos erigido como salvadores y sabios, hemos generado, al final, desconcierto, dolor, destrucción y muerte.
Vivir en la historia es asumir un dilema: o le creemos a Dios o nos hacemos dios, siempre minusvalorando vidas. Es inevitable. Quien acepta la sabiduría de Dios, hará surgir el amor, la vida y la paz a su alrededor, y sin límite, ya que la Vida, la Paz y el Amor de Dios son eternos.
Presupuesto base es estar preparados para dar la vida sirviendo y acogiendo a los últimos
El Señor nos invita a seguirle, pero sin engaños, nos hace tener presente que hacerlo tiene un precio de dolor: la muerte a uno mismo para estar dispuesto a darse a los demás como Él. No todos logramos entenderlo siempre. Por eso quedamos atrapados en trampas de aparente fidelidad religiosa: cumplir las normas, sin vivir en tensión de santidad y donación de la vida.
Acoger al hermano en Cristo, sobre todo al último, es signo de vida en el Padre que ama.
Pidamos a María la sabiduría de aceptar el sufrimiento en el dar la vida como Jesús
Sb. 2, 12.17-20: "Los malvados dicen: «Tendamos una trampa al justo; nos estorba... nos hace notar que no somos fieles... Si realmente el justo es hijo de Dios, Dios le defenderá y le salvará de los que le persiguen... condenémoslo a una muerte vergonzosa...» "
Salmo 53: "El Señor auxilia a los que me defienden"
St. 3, 16-4, 3: "...la sabiduría que viene de arriba es, ante todo, pura; y también pacífica, moderada y dócil, compasiva y llena de buenos frutos, imparcial y sincera... ¿De dónde vienen las luchas y peleas que hay entre ustedes?... Ustedes desean cosas que no tienen y por eso matan... envidian... No tienen porque no piden. Tal vez piden, pero piden mal... con intención de malgastarlo en placeres"
Mc. 9, 30-37: "Jesús... instruía a sus discípulos diciéndoles: «El Hijo del Hombre será entregado..., lo matarán y... resucitará a los tres días». Ellos no entendían lo que quería decirles... Llegados a casa les preguntó: «¿Qué discutían por el camino?... Si alguno quiere ser el primero que sea el último y el servidor de todos... Quien acoge a un niño porque cree en mí, me acoge a Mí, y... al que me ha enviado»"
¡Cuántas oportunidades de renovación hemos perdido en nuestra vida por esta actitud!
Decidir dialogar, con Dios y con los hombres, mujeres o varones, es lo que más nos ayuda a madurar y lo que mejor construye nuestras Comunidades. Dialogar supone saber escuchar a la persona que se nos comunica; respetarla como lo que es: una persona valiosa; aceptar honestamente la verdad que nos aporta; reconocer en nosotros posibles errores o desconocimientos; aprendizajes beneficiosos y necesarias conversiones y renuncias. Así podremos renovarnos.
La vida nueva viene del asumir sinceramente los retos que entendemos Dios nos pide.
Nuestro mundo siempre nos retará, pues en él también actúan otras fuerzas y las del mal
Muchas veces nos preguntamos cuándo se acabará el mal en el mundo y creo que la respuesta es: cuando Dios reine en él como lo que es, Padre que ama la vida y la hace madurar con su Amor. Pero quien vive esto tiene que aceptar que hay otros que ven la vida de otro modo, y, con muy buena voluntad, actúan. ¡Éstos, con su vida, pondrán a prueba nuestras opciones!
Los hay, sin duda, que viven atrapados por el mal: su vida también nos pondrá a prueba.
Habrá ocasiones que nos harán dudar: es el momento para probar nuestra vida y verdad.
La sabiduría de Dios no quita los problemas, nos ayuda a superarlos en la paz y para la vida
Nosotros somos siervos débiles y necesitados de apoyo y gracia. Solo Dios es el Señor y el Salvador. No somos autónomos. La historia lo demuestra: las veces que nos hemos erigido como salvadores y sabios, hemos generado, al final, desconcierto, dolor, destrucción y muerte.
Vivir en la historia es asumir un dilema: o le creemos a Dios o nos hacemos dios, siempre minusvalorando vidas. Es inevitable. Quien acepta la sabiduría de Dios, hará surgir el amor, la vida y la paz a su alrededor, y sin límite, ya que la Vida, la Paz y el Amor de Dios son eternos.
Presupuesto base es estar preparados para dar la vida sirviendo y acogiendo a los últimos
El Señor nos invita a seguirle, pero sin engaños, nos hace tener presente que hacerlo tiene un precio de dolor: la muerte a uno mismo para estar dispuesto a darse a los demás como Él. No todos logramos entenderlo siempre. Por eso quedamos atrapados en trampas de aparente fidelidad religiosa: cumplir las normas, sin vivir en tensión de santidad y donación de la vida.
Acoger al hermano en Cristo, sobre todo al último, es signo de vida en el Padre que ama.
Pidamos a María la sabiduría de aceptar el sufrimiento en el dar la vida como Jesús
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXV
Sb. 2, 12.17-20: "Los malvados dicen: «Tendamos una trampa al justo; nos estorba... nos hace notar que no somos fieles... Si realmente el justo es hijo de Dios, Dios le defenderá y le salvará de los que le persiguen... condenémoslo a una muerte vergonzosa...» "
Salmo 53: "El Señor auxilia a los que me defienden"
St. 3, 16-4, 3: "...la sabiduría que viene de arriba es, ante todo, pura; y también pacífica, moderada y dócil, compasiva y llena de buenos frutos, imparcial y sincera... ¿De dónde vienen las luchas y peleas que hay entre ustedes?... Ustedes desean cosas que no tienen y por eso matan... envidian... No tienen porque no piden. Tal vez piden, pero piden mal... con intención de malgastarlo en placeres"
Mc. 9, 30-37: "Jesús... instruía a sus discípulos diciéndoles: «El Hijo del Hombre será entregado..., lo matarán y... resucitará a los tres días». Ellos no entendían lo que quería decirles... Llegados a casa les preguntó: «¿Qué discutían por el camino?... Si alguno quiere ser el primero que sea el último y el servidor de todos... Quien acoge a un niño porque cree en mí, me acoge a Mí, y... al que me ha enviado»"
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