septiembre 02, 2009

"Hace oir a los sordos y hablar a los mudos"

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética de nuestro querido padre José María:

En nuestro mundo Dios no deja de actuar jamás, sin discriminaciones, sin restricciones.

Cuando le cortan por un lado avanza por otro, aunque tenga que retomar la tarea una y otra vez...

Cuando nos muramos, una cosa que nadie, absolutamente nadie podrá decirle a Dios es: «¡Me abandonaste! ¡Te olvidaste de mí! ¡No hiciste todo lo posible, y hasta lo imposible, para hacerme conocer la Salvación y la Vida para la que me habías creado!»

No es posible tal fracaso por parte de Él o acusación por parte nuestra, pues Él es el único que no se cansa jamás de intentarlo... Es lo único que tiene que hacer: ¡ofrecernos cada día mayores y mejores niveles de Su Vida, la que nos confió cuando nos creó!

Somos sus hijos muy amados y trata a cada uno de nosotros como si fuéramos el único, después de su Hijo Jesús, al que no necesita cuidar porque es su seguro y perfecto colaborador... Si fallara sería un absoluto fracaso.

Su fracaso se daría en solo en dos casos: o nosotros no somos libres a la hora de decidir o Él se descuida de nosotros y no nos ofrece oportunidades adecuadas a las nuevas circunstancias que vivimos en cada momento. Al final, evidentemente, la decisión es nuestra, pero Él lo hizo todo para que no nos equivocáramos.

Su cuidado es claro: lo vemos en las continuas insinuaciones de nuestra conciencia y de las mediaciones constantes, que son realmente Su Voz de Amor para nuestro bien y Vida Plena. Probablemente, es por eso que tantas veces huimos de los signos que nos recuerdan a Dios o nos resistimos a serle dóciles, y hasta lo negamos a Él mismo con múltiples ideologías que acaban seduciéndonos y llenándonos de oscuridad y sordera, llevándonos a decisiones necias, cada día peores... ¡Nos molesta Su Voz! ¡Nos aturde su invitación: es desproporcionada respecto a todo lo que nos ha invadido y a lo que nos rodea de la dimensión de pecado que jamás deja este mundo!

¡Ábrete!, nos dice el Señor, ¡fíate...! No tengas miedo ni de lo que te angustia, al ver cómo van las cosas, ni de lo que te propongo, pues soy de fiar: mi propuesta es definitiva, yo no fallo, yo lleno tu vida, soy tu felicidad, la muerte no pudo conmigo y yo la derroté. Solo tiene poder sobre los que se lo dan, pero no sobre los que se fían de mí.

Sí, hay futuro positivo para la humanidad, como lo hubo siempre y nosotos somos los testigos de ello: el Señor ha resucitado y nosotros vivimos su resurrección cada día, mucho más allá de nuestras pequeñas fuerzas. És está absolutamente a nuestro favor.

Dios nos bendiga y nos ayude a mantenernos en su intimidad, a alejarnos de todo lo que no sea Jesucristo y a serle cada día más dóciles.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"Hace oir a los sordos y hablar a los mudos"

Las maravillas que se dan en la naturaleza son poca cosa comparadas con las que Dios construye en nuestras vidas y corazones. Pero, para poderse percatar de ellas, poderlas gozar y ser capaces de alabar al Artista de todas ellas, es necesario tener la vida interior abierta a Él.

La sordera, cerrazón, de nuestra sociedad ante las voces, obras, de Dios es llamativa hasta el absurdo y las consecuencias son trágicas, pero nuestro mundo se mantiene neciamente cerrado. El camino tomado por nuestra sociedad es de temer, pero Dios mismo viene a salvarnos.

Dios nos creó para la comunión. Pero para vivir honestamente en comunión en necesario comunicarse desde la verdad y para el bien. Ambos vienen de Dios y, sin Él pervertimos todo esfuerzo. ¡Cuántos viven la angustia de la soledad y del aislamiento! ¡Cuántos no se sienten escuchados, entendidos, aceptados, apoyados, respetados, acogidos! Nuestro individualismo suicida, ¿cuántas víctimas está generando?, ¿cuántas vidas quedan anuladas en marginación?

Un signo de la nuestra inmadurez humana y cristiana es la irracional discriminación.

Es posible anular la vida en el mismo seno que la engendra y en el ámbito que la educa

La obra de Dios es maravillosa, pero necesita de alguien que se dé cuenta y la proclame.

La vida es un largo camino a la Plenitud, pero hay que aprender a recorrerlo y, para eso, es necesario que alguien enseñe, con su vida y actitudes, cómo caminar y hacia dónde.

Tristemente es posible traicionar a la humanidad engañando a los hijos al señalarles caminos equivocados, cerrándolos a toda voz de trascendencia e impidiéndoles proclamar las maravillas que les rodean porque se les educa torpes en el ver, sentir y vivir al cerrarlos en sí mismos.

Somos invitados a superar la tentación a dar alas a la soberbia, siempre mortalmente aislante

Sí, es posible ver las maravillas de Dios si nos abrimos a todo lo bueno que nos rodea. El signo es alabarle con palabras pero, sobre todo, con honestas actitudes de entrega solidaria.

También es verdad que nos rodea la soberbia, que cierra a los dones de Dios; nos presiona el egoísmo y cunde el individualismo destructor de vida, pero somos nosotros quienes decidimos. El mundo se irá abriendo a Dios si nosotros, tercamente, y con la vida, mostramos nuestra Fe en la vida, la estimulamos, bendecimos sus maravillas y las hacemos madurar en todos.

El mismo Dios de la vida viene a nuestro auxilio para que no sucumbamos a la soledad mortal

Vivir la Fe no es tarea sencilla. Muchos elementos de nuestra sociedad son mortalmente paganos y silenciosamente se nos meten, sobre todo si nos adecuamos a ella para ‘conquistarla’. ¿Quién está conquistando a quién? ¿Condenar? No; pero seamos realistas, objetivos y veraces.

Jesús, para liberar de la presión pagana al sordo mudo, lo separa de su influencia, lo deja a solas con Él y lo pone en contacto con su cuerpo y su vida, simbolizada por la saliva. La Fe es una nueva creación, un nuevo nacimiento. Jesús lucha sin fin y el resultado admira a todos.

Imitemos al Señor: sin condenar, proclamemos el Evangelio con la sabiduría de la Fe.

Pidamos a María la humildad de aprender cada día a vivir en la Fe, aun contracorriente.
Padre José María Domènech, sdb.


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIII

Is. 35, 4-7a:
"Digan a los que viven angustiados por el peligro: «¡Sean valientes..! Aquí tienen a su Dios que llega para hacer justicia... Es Él mismo quien les viene a salvar... el país de la sed, ahora está lleno de fuentes de agua»."

Salmo 145: "Alma mía, alaba el Señor"

St. 2, 1-5:
"Ustedes creen en Jesucristo... no han de comprometer su Fe en discriminación de personas... ¿No serían ustedes personas que juzgan con criterios equivocados? Escuchen... ¿No saben que Dios ha escogido a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la Fe y herederos del Reino, que Él ha prometido a quienes le aman?"

Mc. 7, 31-37: "Jesús... por el camino de Sidón, se fue hacia el lago de Galilea, pasando por el territorio de la Decápolis. Le llevaron un sordo, que apenas podía hablar, y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús,... lejos de la gente, le metió sus dedos en los oídos y mojándolos con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, con un gemido le dijo: «Effatá»... Jesús prohibió que se lo dijeran a nadie, pero... se lo explicaban a todos, que no salían de su asombro y decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos»."

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