marzo 20, 2010

Cristo destruye nuestro pecado para que podamos ser Felices

Qué alegría tan grande tener a Don Bosco entre nosotros!

Que este bello regalo nos ayude a renovar nuestras promesas a Dios, Padre Misericordioso, Cuyo Amor siempre está esperando que tornemos hacia Él; acogiendo con sinceridad y sencillez las palabras que nos regala el P. José María Domènech.

Tengamos una especial intención por el querido padre José María cuando estemos frente a Don Bosco. Un gracias por toda la obra que ha hecho y dejado acá, en Lima y Piura, donde se le quiere tanto.

Pidámosle también por todos los religiosos y religiosas salesianos, para que siempre pongan su mirada y sus metas en Don Bosco, que perseveren siguiendo sus pasos, que saquen su fortaleza del mismo ejemplo de vida de nuestro santo.


Entramos en la última semana de Cuaresma. Semana de la Misericordia; de la obra renovadora de Dios; de nuestro canto gozoso por las grandes obras que cada día hace en nosotros.

Permítanme unirme, desde lo más íntimo de mí, a mis hermanos peruanos en la gran fiesta que, desde hoy ya viven a pleno corazón, al recibir, gozosos, al Padre tan largamente esperado. Lo hacen con el símbolo de echar las campanas de sus iglesias al vuelo y de hacer sonar, como gran fiesta, los timbres de sus colegios. Son los corazones alborozados de los hijos que, ¡por fin!, ven cumplir su profundo deseo... Ahí estoy con mi corazón y con mi oración, pidiendo al Señor no se pierda nada de tanta Gracia y Amor de Dios.

El padre bueno llega para invitarnos, con su cariño, a conocer un poco más a Jesús, a acercarnos a su Misericordia que nos bendice y sana nuestros corazones heridos por tantos desvaríos.

Nuestros "adulterios" nos acusan y tantas otras circunstancias también y hasta nos lanzan a las supuestas brasas del juicio de Dios, pero resulta que Dios no es, en absoluto, ley fría y pesada, sino Padre-Madre, más bien Padre de extremadamente sensibles y fecundas entrañas maternas, pues priman en Él las fibras de Misericordia que nos renuevan, nos recrean, nos regeneran y nos hacen gozar, poco a poco, en la medida que nos acercamos y caminanos tras las huellas de Cristo, el gusto de sus maravillas.

No le tengamos miedo a Dios. Nosotros, los que lo conocemos, aunque lo conozcamos poquito, no nos callemos su Amor sensible y atento a todo detalle de nuestras vida... ¿Por qué no decimos a todos que a Dios le interesamos todos, sobre todo nosotros, los más débiles y pecadores; los que cargamos tantas vergüenzas que no podemos confesar, salvo a los que estamos seguros que nos aman como Él? ¿Por qué Dios es presentado desde la pobre, ignorante e impotente justicia humana, tantas veces usada casi exclusivamente con sentido vindicativo, pues ni conoce al reo en su interior, ni conoce el hecho profundo ni se preocupa demasiado, porque no está en sus manos hacerlo, la realidad y futuro de nadie? Dios no es, No Es, NO ES, como nosotros... Nos supera infinitamente. Solo piensa en la vida de todos, sobre todo de los últimos, de los "muertos" en tantos sentidos... ¡¡¡Es Madre que nos ha creado y nos ha parido a la Vida Nueva en un parto crucificado que nos abre al gozo de la resurrección!!! Seamos justos y honestos con Dios... Hablemos de sus Maravillas en toda la humanidad... Permitamos, estimulemos, empujemos a los corazones para que se abran a su Amor Misericordioso. Dios nos tiene un cariño personal inmenso, nunca le tengamos miedo; no dejemos de acercarnos a Él.

Nos ha dejado a su Madre como Madre de la Humanidad ¡qué más queremos! Él se nos queda y nos deja a su Madre. ¿¡Qué más podía hacer para decirnos que nos ama!?
Dios les bendiga copiosamente y Don Bosco nos ayude a ser Apóstoles de la Misericordia de Dios y de María, nuestro Auxilio.

Unidos en oración y caminando tras Cristo como Pablo y Don Bosco:

P. José Mª Domènech SDB


Cristo destruye nuestro pecado para que podamos ser Felices

Lo más saludable en la vida es aprender a mirar hacia delante, como el Apóstol. Tener un horizonte cada día renovado, pues nos permite sanar heridas y fracasos y construir lo que Dios quiere, nuestra felicidad según bases objetivas.

Es verdad que somos débiles y pecadores, pero también lo es que Dios, que nos ama con locura indomable, constantemente nos ofrece renovarnos en los sacramentos y la fecunda meditación de su Palabra de Vida Nueva y Comunión en creciente profundización.

Lastimosamente los hay que se empeñan en centrar su atención en el error propio o ajeno, pero, éstos, lejos de estimular la maduración de los que les rodean, les matan el futuro y los dejan atados a la inobjetividad de la muerte del mundo interior, que es, de hecho, lo único que en la persona humana nunca muere.

Todos, absolutamente todos, podemos mejorar, superarnos desde lo profundo de nuestra conciencia. El pasado no merece más atención que la de un archivo que se consulta para aprender, pero nada más. El gestor del futuro es de la actitud que vivo en el presente. Poco a poco se verán las flores y los frutos. La realidad está llena de ellos, es necesario mirar a fondo.

Dios nos invita a fijarnos en sus obras de renovación en el interior de personas y pueblos.

El profeta le habla a un pueblo aplastado en el destierro. Sueñan con las glorias pasadas, pero él les pide abrir los ojos a lo que Dios les está ofreciendo. Si lo aceptan profundamente verán maravillas y podrán celebrarlas con fecundidad y futuro enriquecido.

La constante construcción del Pueblo renovado, llevará al gozo y alegría de todos los que vean las maravillas de Dios hechas historia personal y social, en personas y naturaleza.

Debemos prestar atención y cuidar lo que da vida a nuestra vida, todo lo que nos la renueva

Pablo se percata de que todo lo vivido antes, aun siendo valioso, es minúsculo, nada, comparado con el don de la vida en Cristo que se le ha concedido vivir y confiado ofrecer a otros.

Vive la muerte de Cristo en su continuo esfuerzo por superar lo que queda atrás y seguir al Señor en el cumplimiento de la misión que Éste le ha encomendado: dar la propia vida para dar a los hermanos la Gracia del Resucitado que él vive en agradecida entrega creciente a todos.

Debemos acercarnos, fiarnos de Jesús, que nos acepta con límites y errores, por eso los supera

El realismo de Jesús ante nuestra flaqueza es concreto: no nos condena, reconoce, y nos ayuda a reconocer, el pecado, perdona y nos estimula al esfuerzo de asumir una Vida Nueva.

La simple ley nos condena por el pecado y nos deja esclavos de él; en cambio, el verdadero encuentro con Dios nos lleva a su Misericordia. Él, siendo Padre nuestro, nos reconcilia consigo mismo, con nosotros y con los demás para que vivamos en su Paz y Amor y los demos.

Pidamos a María acercarnos, superando temores, a la Misericordia sacramental de Dios.
Padre José María Domènech Corominas


CICLO C - CUARESMA – DOMINGO V
Pablo nos invita a centrarnos en Cristo, quien destruye nuestro pecado y nos libera de él para que podamos ser personas en Paz y Felices

Is. 43, 16-21:
"El Señor… ahora dice: «No recuerden más el tiempo pasado… estoy a punto de hacer una cosa nueva que ya comienza a despuntar, ¿no se dan cuenta?... Este pueblo que yo me he formado proclamará mi alabanza»."

Sal. 125: "¡Con qué alegría celebramos las magníficas obras de Dios! [que el Señor ha hecho por nosotros]"

Flp. 3, 8-14:
"Todo lo que antes consideraba como una ventaja ahora lo siento una pérdida comparado con el valor de conocer a Jesucristo, mi Señor,… de incorporarme a Él… soy justo… gracias a la justicia que viene de haber creído en Cristo… justicia que Dios da a los creyentes. Mi deseo es conocer a Cristo y experimentar el poder de su resurrección, compartir su pasión y configurarme a su muerte para poder llegar, por fin a resucitar… olvidándome de las ventajas que he dejado atrás y lanzándome hacia lo que tengo delante, corro hacia la meta para ganar el premio de la carrera convocada por Dios en Cristo".

Jn. 8, 1-11: "Jesús… se presentó de nuevo en el templo… sentado, les enseñaba… Los maestros y fariseos le presentaron a una mujer…: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio…» Con mala intención le hicieron la pregunta… Jesús… dibujaba en el suelo… Ellos insistían… Jesús… les dijo: «Quien de ustedes esté libre de pecado, que comience a tirarle piedras»… y continuó dibujando… Jesús, alzando la mirada preguntó a la mujer: «¿Dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»… «Nadie, Señor»… «Tampoco yo te condeno; vete, y en adelante no peques más»"


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