Tenemos en mensaje y sugerencia homilética de nuestro querido padre José María.
Recordemos que hoy nos corresponde encender tres velas de nuestra Corona de Adviento rezando con la familia la siguiente oración:
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia:
"¡El Señor llega!
Preparen sus caminos
porque ya se acerca.
Adornen sus almas
como una novia se engalana
el día de su boda"
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Al encender estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, ven a salvarnos,
envuélvenos en tu luz,
caliéntanos en tu amor!
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia:
"¡El Señor llega!
Preparen sus caminos
porque ya se acerca.
Adornen sus almas
como una novia se engalana
el día de su boda"
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Al encender estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, ven a salvarnos,
envuélvenos en tu luz,
caliéntanos en tu amor!
Tomado de El Pan del Alma
La alegría del Señor siempre es profunda y nunca se basa en necesidades transitorias de nadie, ni depende de la satisfación de las mismas.
Dios llena la vida más allá de las ansias de la persona humana. Sí ésta se siente insatisfecha no es porque Dios no le ofreció la plenitud, sino porque ella no se la aceptó o la comparó con sus prioridades y, en esta comparación, Dios siempre pierde, porque, o Dios es la prioriad mayor, la única vital, o no es parte de las reales prioridades de la persona, sino un 'además' de algún modo vitalmente prescindible o 'elemento de uso' cuando es necesario porque los otros fallan.
Tal vez sea por esto que, para muchos bautizados de nuestro tiempo, la Navidad poco o nada tiene que ver con Dios y su Gracia y se contentan con celebrar la fiesta sin mayores referencias a Él y menos a celebrar su misterio de Amor y Vida Nueva que nos ofrece, con todas las exigencias que ello trae.
Este domingo, en la dinámica de hacer de Dios, y su Reino, la prioridad de la persona, se nos anuncia que el Señor viene con su Alegría porque lo transforma todo. Ciertamente no se maneja con nuestros criterios de inmediatez y eficiencia ni se basa en nuestros parámetros de felicidad y buena vida. Sus criterios tienen que ver mucho más con la vida real, que pide perseverancia, paciencia, tesón, renovación de esfuerzos, perdón, respeto, serenidad, objetividad, buscar el Bien Común por encima de todo, como garantía del bien personal.
Alégrense: el Señor llega y lo renovará todo, pero desde dentro... Tengan paciencia y lo verán, si son objetivos y no pretenden manipular los planes de Dios. Es lo que Juan desea que sus discípulos entiendan: el Mesías no actuará como ellos creen que lo debe hacer, sino como su Padre Dios le indique y lo necesitan sus hermanos los hombres concretos que le rodean.
Dios nos ayude a ser realistas y concretos al preparar esta Navidad y saber ver la mano providente de Dios en cada uno de los acontecimientos de nuestra vida y de nuestra Comunidad cristiana y humana.
Dios nos bendiga a todos y que María, la Inmaculada, nos enseñe a estar atentos a Dios, que camina entre nosotros, sin exigirle que camine y actúe con nuestros criterios.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Dios llena la vida más allá de las ansias de la persona humana. Sí ésta se siente insatisfecha no es porque Dios no le ofreció la plenitud, sino porque ella no se la aceptó o la comparó con sus prioridades y, en esta comparación, Dios siempre pierde, porque, o Dios es la prioriad mayor, la única vital, o no es parte de las reales prioridades de la persona, sino un 'además' de algún modo vitalmente prescindible o 'elemento de uso' cuando es necesario porque los otros fallan.
Tal vez sea por esto que, para muchos bautizados de nuestro tiempo, la Navidad poco o nada tiene que ver con Dios y su Gracia y se contentan con celebrar la fiesta sin mayores referencias a Él y menos a celebrar su misterio de Amor y Vida Nueva que nos ofrece, con todas las exigencias que ello trae.
Este domingo, en la dinámica de hacer de Dios, y su Reino, la prioridad de la persona, se nos anuncia que el Señor viene con su Alegría porque lo transforma todo. Ciertamente no se maneja con nuestros criterios de inmediatez y eficiencia ni se basa en nuestros parámetros de felicidad y buena vida. Sus criterios tienen que ver mucho más con la vida real, que pide perseverancia, paciencia, tesón, renovación de esfuerzos, perdón, respeto, serenidad, objetividad, buscar el Bien Común por encima de todo, como garantía del bien personal.
Alégrense: el Señor llega y lo renovará todo, pero desde dentro... Tengan paciencia y lo verán, si son objetivos y no pretenden manipular los planes de Dios. Es lo que Juan desea que sus discípulos entiendan: el Mesías no actuará como ellos creen que lo debe hacer, sino como su Padre Dios le indique y lo necesitan sus hermanos los hombres concretos que le rodean.
Dios nos ayude a ser realistas y concretos al preparar esta Navidad y saber ver la mano providente de Dios en cada uno de los acontecimientos de nuestra vida y de nuestra Comunidad cristiana y humana.
Dios nos bendiga a todos y que María, la Inmaculada, nos enseñe a estar atentos a Dios, que camina entre nosotros, sin exigirle que camine y actúe con nuestros criterios.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO III
El Señor viene con su alegría y pide: paciencia, pues Él actúa en la raíz de cada uno, firmeza y atención a lo que hace entre nosotros
El Señor viene con su alegría y pide: paciencia, pues Él actúa en la raíz de cada uno, firmeza y atención a lo que hace entre nosotros
Is. 35, 1-6a.10: "...florezca la estepa de alegría... verán la gloria del Señor... robustezcan los manos débiles... afírmense las rodillas temblorosas... «Sean valientes, no tengan miedo.» Aquí está su Dios que viene en persona... y les salvará... Se despegarán los ojos del ciego, se abrirán los oídos del sordo, los cojos saltarán... y los mudos gritarán de alegría..."
Salmo 145: "¡Señor, ven a salvarnos; Señor, ven a salvarnos!"
St. 5, 7-10: "Manténganse firmes y tengan paciencia, hermanos, hasta que venga el Señor. Fíjense cómo el campesino espera los frutos de la tierra... Hermanos, no se quejen unos de otros para que no tengan que se juzgados porque el juez está cerca..."
Mt. 1, 2-11: "Juan estaba en la prisión... y envió a sus discípulos a que le preguntaran a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». Jesús les contestó: «Vayan y explíquenle a Juan lo que ven y escuchan: los ciegos ven, los inválidos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos escuchan, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia y feliz quien no se escandalice de Mí»…"
Salmo 145: "¡Señor, ven a salvarnos; Señor, ven a salvarnos!"
St. 5, 7-10: "Manténganse firmes y tengan paciencia, hermanos, hasta que venga el Señor. Fíjense cómo el campesino espera los frutos de la tierra... Hermanos, no se quejen unos de otros para que no tengan que se juzgados porque el juez está cerca..."
Mt. 1, 2-11: "Juan estaba en la prisión... y envió a sus discípulos a que le preguntaran a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». Jesús les contestó: «Vayan y explíquenle a Juan lo que ven y escuchan: los ciegos ven, los inválidos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos escuchan, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia y feliz quien no se escandalice de Mí»…"
El Señor viene con Su Alegría
El Señor llega con su Salvación, pero debemos mantenernos firmes en nuestra fidelidad a Cristo y ser pacientes, aun en los momentos de desconcierto, porque Dios no falla nunca. Debemos aprender a leer los signos del Amor de Dios en nuestra historia, aunque no entendamos.
La alegría que nace en el propio corazón es un signo de la presencia de Dios...
El Señor de la Vida solo se expresa en la vida. Nuestro Dios, cuando llega, nos transforma la existencia y la llena de paz, alegría y salud interior, firme base de la exterior.
La violencia no es el camino de Dios, pero es el que en nosotros hemos instaurado con el pecado de querer imponer nuestra idea y propuesta de salvación, siempre, a la larga, mortal.
«Mis caminos no son los caminos de ustedes», nos aclaró el Señor con el profeta Isaías. Jesús solo quiere ser fiel a Dios. El Hijo ha sido enviado para ofrecer a todos una vida más digna y dichosa y llevarles a que alcancen la plenitud en la fiesta final en la Casa del Padre.
Entender al Señor del universo, supone tratarlo en la profundidad de nuestra vida y en la concreta historia de nuestros hermanos y pueblos, con sus inevitables altibajos.
...aunque los problemas siempre nos aprieten, los internos y los externos, Dios actúa en la raíz
Pablo nos pide mantenernos en la Fe, con firmaza y paciencia, abriendo cada día nuestro corazón a la Salvación que Dios nos ofrece en cada momento, en lo más profundo de cada uno.
Como hace el campesino, no se trata de violentar, sino de colaborar. La Salvación, como la vida, no viene de fuera, sino de la acción de Dios en nuestro interior.
Él nos invita, y nos lleva, a concretar Su Sanvación en la propia historia y a que ayudemos a nuestros hermanos para que se abran a Él y su Vida Nueva.
Los frutos llegarán, son consecuencia del Amor de Dios y de nuestra apertura colaboradora. Los milagros de Jesús no eran magia, sino signos del Amor de Dios que actúa en la historia para hacer patente un Amor que transforma a quien se abre, ora y colabora.
Miremos a profundidad la vida para no perder la paz y ser coherentes con nuestra Fe
Al Bautista le llegan noticias de Jesús. Lo que se dice de Él genera desconcierto. No responde exactamente a las expectativas: ¡esperaban otro tipo de Mesías! ¿Quién es Jesús?
Preguntan a Jesús: «¿Eres tú... o tenemos que esperar a otro?» Pregunta siempre decisiva.
La respuesta de Jesús es muy concreta y precisa: comuniquen lo que ven y oyen.
Responde con los hechos: «los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia».
Para conocer a Dios, lo mejor es ver a quiénes se acercan Jesús y qué hacen: abrir un horizonte de esperanza a los pobres, a los últimos. Dios no juega con nosotros: nos responde comprometiéndonos: o damos la vida hacia la plenitud o matamos el futuro de nuestra vida.
La superficialidad no nos permite descubrir los caminos por los que se nos revela Dios ni gozar de su Paz; sino que nos deja atrapados en el desconcierto de nuestra culpable pobreza.
Pidamos a María profundidad interior para ver y secundar la acción de Dios en todos.
La alegría que nace en el propio corazón es un signo de la presencia de Dios...
El Señor de la Vida solo se expresa en la vida. Nuestro Dios, cuando llega, nos transforma la existencia y la llena de paz, alegría y salud interior, firme base de la exterior.
La violencia no es el camino de Dios, pero es el que en nosotros hemos instaurado con el pecado de querer imponer nuestra idea y propuesta de salvación, siempre, a la larga, mortal.
«Mis caminos no son los caminos de ustedes», nos aclaró el Señor con el profeta Isaías. Jesús solo quiere ser fiel a Dios. El Hijo ha sido enviado para ofrecer a todos una vida más digna y dichosa y llevarles a que alcancen la plenitud en la fiesta final en la Casa del Padre.
Entender al Señor del universo, supone tratarlo en la profundidad de nuestra vida y en la concreta historia de nuestros hermanos y pueblos, con sus inevitables altibajos.
...aunque los problemas siempre nos aprieten, los internos y los externos, Dios actúa en la raíz
Pablo nos pide mantenernos en la Fe, con firmaza y paciencia, abriendo cada día nuestro corazón a la Salvación que Dios nos ofrece en cada momento, en lo más profundo de cada uno.
Como hace el campesino, no se trata de violentar, sino de colaborar. La Salvación, como la vida, no viene de fuera, sino de la acción de Dios en nuestro interior.
Él nos invita, y nos lleva, a concretar Su Sanvación en la propia historia y a que ayudemos a nuestros hermanos para que se abran a Él y su Vida Nueva.
Los frutos llegarán, son consecuencia del Amor de Dios y de nuestra apertura colaboradora. Los milagros de Jesús no eran magia, sino signos del Amor de Dios que actúa en la historia para hacer patente un Amor que transforma a quien se abre, ora y colabora.
Miremos a profundidad la vida para no perder la paz y ser coherentes con nuestra Fe
Al Bautista le llegan noticias de Jesús. Lo que se dice de Él genera desconcierto. No responde exactamente a las expectativas: ¡esperaban otro tipo de Mesías! ¿Quién es Jesús?
Preguntan a Jesús: «¿Eres tú... o tenemos que esperar a otro?» Pregunta siempre decisiva.
La respuesta de Jesús es muy concreta y precisa: comuniquen lo que ven y oyen.
Responde con los hechos: «los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia».
Para conocer a Dios, lo mejor es ver a quiénes se acercan Jesús y qué hacen: abrir un horizonte de esperanza a los pobres, a los últimos. Dios no juega con nosotros: nos responde comprometiéndonos: o damos la vida hacia la plenitud o matamos el futuro de nuestra vida.
La superficialidad no nos permite descubrir los caminos por los que se nos revela Dios ni gozar de su Paz; sino que nos deja atrapados en el desconcierto de nuestra culpable pobreza.
Pidamos a María profundidad interior para ver y secundar la acción de Dios en todos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
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