diciembre 04, 2010

Para este 2º domingo de Adviento, tenemos el mensaje y sugerencia homilética del querido padre José María.

Recordemos que nos toca encender la segunda vela de nuestra corona y decir la siguiente oración:

Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios
se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida
para que brotes,
para que florezcas,
para que nazcas.
Y mantengas encendida la esperanza
en nuestro corazón.
¡Ven pronto Señor!
¡Ven Salvador!

Tomado de El Pan del Alma
¡Conviértanse!

Juan Bautista es claro y contundente al presentarnos las consecuencias de las decisiones que tomamos siguiendo nuestras actitudes. Éstas son fruto de nuestra sensibilidad y opinión respecto a las cosas, personas y a lo que entendemos como divinidad o consideramos en este rango de incidencia en nosotros. Nuestras actitudes se modifican, según las informaciones y afectos que asumimos. Por lo que debemos ser muy cuidadosos con lo que aceptamos como nuestro alimento-refuerzo de nuestros afectos, opiniones e informaciones que aceptamos como válidas para nosotros, pues según lo que nos metamos (asumos como válido) en la cabeza y corazón, serán las actitudes que se irán formando en nosotros. De eso somos responsables, pues después estas actitudes cerrarán o abriran puertas a nuestra inteligencia, conciencia y voluntad... Lo demás es consecuencia, grata o lamentable, pero casi inevitable.

Esa formación de nuestro interior y esta capacidad de decidir, es lo que hay que convertir todos los días al Dios de la Vida y de la Paz en la Justicia. No tanto las obras o costumbres, cuanto las actitudes; pues éstas son las que mandan en aquéllas.

Cuando cambiamos las actitudes, podemos percibir que ciertas costumbres, del origen que sea, están erradas, y las debemos desechar... y, aunque cueste, así lo haremos, aun con el dolor y disciplina que esto suponga, pues muchas veces no será ni fácil ni pacífico

¡Conviértanse! Formen su conciencia teniendo a Dios y el Amor que vive en su Palabra como fuente básica de toda su formación.

Es lo que en el fondo nos dice Pablo.

Quien no aprecia la Palabra como lo que es, Palabra de Dios, se perderá en la multitud de opiniones, ya sea de sabios del mundo que se mantiene ajeno o contrario a Dios, ya sea de los que se dicen creyentes y hasta son consagrados, pero prefieren sus opiniones (ciertamente "de avanzada") aun cuando esto los mantenga enfrentados a los pastores que el Señor ha puesto como animadores y garantes del camino de Fe de su Pueblo en medio del mundo.

El Señor conduce a su Pueblo. Su amor nunca lo abandona. Nos toca a nosotros no abandonarlo a Él, aunque las dificultades y hasta los ataques arrecien y nos hagan la vida muy difícil ("a cuadritos", se dice popularmente en algún lugar).

No nos creamos seguros con nada: el único que nos da seguridad es el Señor de la Vida. Centremos en Él nuestra existencia toda.

Dios nos bendice constantemente, dejémonos bendecir por Él.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

El Espíritu llena al Señor que llega

¡Cuánta confusión en nuestro mundo! También nosotros nos aturdimos si no queremos escuchar al Señor: buscamos paz, unidad, felicidad, solidaridad, pero no atinamos con los caminos adecuados, en los que la dignidad de cada persona: fuertes y débiles; grandes y chicos; sanos y enfermos; considerados buenos y los que no lo parecen tanto, sea respetada y encuentre una real posibilidad de madurar y desarrollarse, según la eterna, vital y concreta Voluntad del Señor.

El domingo pasado se nos invitaba a estar preparados, a velar, pues el Señor llega y merece toda nuestra atención, pues lo que nos trae, si lo aceptamos, nos lleva a donde íntimamente anhelamos. Este domingo se nos invita a prestar honesta atención y convertirnos porque el Señor siempre nos habla con la Verdad y guiado por su Providente y Omnipotente Amor.

Juan Bautista y Pablo nos piden entender que la llegada del Señor debe ser tomada en serio. Sus maravillosos dones, nos necesitan dispuestos a transformar lo que sea necesario. Todo rito, sin esta actitud interior, de honesta voluntad de conversión, se convierte para nosotros en un signo vacío de Vida, que, por eso, nos condena; pues, con nuestra doble vida, lo hemos anulado.

El Señor ya llegó, escuchemos y sigamos su Palabra de vida y, con nuestra vida renovada, mostrémoslo a las naciones. No nos engañemos con sentimientos tal vez muy gratos, pero incongruentes con la vida concreta que llevamos y las actitudes que cada uno tiene y defiende.

El Enviado tiene el Espíritu del Señor, vive en la justicia y todos los honestos le buscarán

El pecado por la debilidad que sufrimos no es problema: el Señor ha venido para los débiles, para llenarlos de la fortaleza del Espíritu, si es que se abren a recibirlo y quieren seguirle.

Los dones de Dios, en toda la persona honesta, son siempre efectivos, eficientes y eficaces, pues el Amor de Dios da a su Elegido la fuerza divina para superar aun las mayores dificultades.

Su Fidelidad, Justicia y Paz son garantía de una relación sana con todos y con la realidad.

Pablo nos pide vivir las actitudes de Cristo; solo así podremos ser creíbles testigos suyos

La Biblia es la segura Palabra de Dios y nos lleva a Cristo, pues a Él se refiere toda ella. Pablo nos pide vivir en Cristo, Camino, Verdad y Vida, y como Él, siempre fiel. Lo demás pasa.

Sólo con humilde y confiada docilidad seremos, como Dios quiere, misioneros de la Vida.

Para vivir los dones de Dios, es necesario, ¡indispensable!, convertirse sincera y concretamente

Juan anuncia la presencia del Salvador, pero también nos indica nuestra responsabilidad. Su Salvación reconstruye nuestra vida, en la medida que estamos dispuestos a la docilidad.

Pidamos a María aprender a escuchar la Palabra y vivirla honestamente para convertirnos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO II

El Espíritu llena al Señor que llega; Él es Justicia, Paz y Fidelidad: convirtámonos a Él, vivamos sus actitudes y gozaremos su Salvación

Is. 11, 1-10: "Saldrá una rama del tronco de Jesé… Sobre Él reposará el Espíritu del Señor: …sabiduría e inteligencia, …consejo y fortaleza, …ciencia y temor del Señor… juzgará con justicia a los débiles… herirá al violento con la vara de su boca… la fidelidad ceñirá sus caderas… No se hará daño ni estragos en toda mi montaña santa… la raíz de Jesé se erigirá como estandarte… las naciones la buscarán y la gloria será su morada".

Salmo 71: "¡Que en tus días florezca la Justicia y la Paz para siempre!"

Rm. 15, 4-9:
"Todo lo que ha sido escrito en el pasado ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que… mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos… de Cristo Jesús… glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Cristo se hizo servidor de los judíos… para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia…"

Mt. 3, 1-12: "Se presentó Juan Bautista proclamando…: «Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca»… La gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región… iba a su encuentro… confesando sus pecados… Juan les dijo: «…Produzcan frutos de sincera conversión… Yo les bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí… Él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego…»".

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