diciembre 17, 2010

"Va a entrar el Señor, el rey de la gloria!"


Llegamos al cuarto domingo de Adviento. Nos corresponde encender las 4 velas de nuestra corona, mientras decimos la siguiente oración, reflexionando en el gran Amor de nuestra Madre celestial:

Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura,
con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
com el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor; ven a salvarnos!

A continuación, tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido Padre José María nos ha enviado. Recordemos tenerlo presente en nuestra oración.

Llegamos al final de este tiempo.

Es la última semana de preparación; ya comenzó la novena de Navidad.

¿Qué hemos hecho de toda la gracia que el Señor nos ha regalado?

Al final de esta semana ya estaremos en noche buena, pues abriremos la fiesta de la Navidad, que durará ocho días, para darnos tiempo amplio para glorificar a Dios por su Bondad, Misericordia y Providencia, y percibir nuestra postura ante la cercanía indiscutible y sanadora del mismo Dios.

¿Cuál es nuestra postura?

¿La de Acaz, que se resistió a fiarse del Dios que deseaba salvarle?

¡Bendito sea Dios que, de todos modos, le dio la señal de que Él no falla, aunque los hombres, tanto varones como mujeres, podamos ser una falla en tantos campos en referencia a Él y a nuestros hermanos.

¿O, tal vez, nuestra postura será más inteligente y nos acercaremos a la de José y de María, poniéndonos al amparo de la Providencia Divina, que siempre nos implica de verdad, y hasta con dolor, pero jamás nos abandona?
Rezo cada día por todos Uds., no olviden de hacerlo por mí, pues cada día me siento más pequeño y necesitado de toda la Omnipotencia de Dios.

Les sugiero fiarnos de Él, pues jamás falla. ¡¡¡JAMÁS!!!

La próxima entrega, Dios mediante, será con tres comentarios.

Feliz Navidad adelantada.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


CICLO A – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO IV
El Señor nos da el Signo más claro para que nos abramos a la obediencia de la Fe que lleva a vivir la Salvación que debemos anunciar

Is. 7, 10.14: "El Señor habló a Acaz…: «Pide para ti un signo de parte del Señor...» Pero Acaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor». Isaías dijo: «…¿Acaso no les basta cansar a los hombres que cansan también a Dios?... el Señor mismo les dará un signo… la joven tendrá un hijo y lo llamará Emmanuel»."

Salmo 23: "Va a entrar el Señor, el rey de la gloria!"

Rm. 1, 1-7:
"Pablo,… elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios… acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David, según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección… a fin de conducir a la obediencia de la Fe… a todos los pueblos paganos… llamados por Jesucristo… para ser santos…"

Mt. 1, 18-25: "Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y,… concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José… resolvió dejarla en secreto… el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José,… no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo… le podrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de todos sus pecados»… Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado…"

"Va a entrar el Señor, el rey de la gloria!"

Dios siempre habla a sus hijos a través de signos. Éstos serán más o menos claros, según el corazón y la apertura interior de quienes los reciben.

Si alguien cree que Dios le abandonó, ése es un signo de que no está suficientemente abierto a Él y no percibe lo que le está diciendo a través de diversos acontecimientos o relaciones interpersonales. Esta persona necesita acercarse con humildad a algún hermano pidiéndole que le ayude a percibir la presencia amorosa de Dios y entender su Voluntad liberadora, renovadora y santificadora.

Muchas personas creyentes, se ponen a disposición de Dios con sencillez, pues lo conocen y se fían sinceramente de Él. Otros, esperan que Dios se someta a lo que ellos piensan, deciden o desean; esto explicita que vivan en una no-confianza en el Señor por su profundo desconocimiento de la Paternidad Providente y Soberana de Dios y de su Amor Salvador y Santificador.

Ciertamente estos últimos nunca llegarán a entender bien los signos de Dios, por claros que éstos puedan ser, y hasta podrán llegarse a mofar de los que pretendan ayudarles a verlos.

¿En cuál de los dos grupos estamos nosotros?

La resistencia a los bienes de Dios nos incapacita para aprovechar vitalmente sus dones

El rey, sin descendencia y con un reino dividido, solo confía en alianzas con pueblos extranjeros. El profeta le pide confianza en el Señor, pero él no acaba de fiarse de Dios.

Pedir una señal es darle opción de iniciativa a Dios, pero el Rey no está dispuesto a eso.

Todo habla de la llegada del Salvador Universal, pero siempre se requiere apertura y confianza. Resistirse a Dios es cerrarse a la vida que nos llega con la Salvación y la Paz.

La disponibilidad a su Amor nos hace evangelizadores naturales, aunque sin mandato oficial

El hijo prometido por el profeta al rey como signo de la Salvación que, sin duda, vendría de Dios en la descendencia de David, Pablo lo presenta ya en su Señorío Pascual: es Jesucristo, a quien él sirve como evangelizador de los pagamos. Humano, hijo de David, pero también Hijo de Dios, resucitado por su Espíritu. Salvador que a todos nos llama a la Santidad de Dios.

Aunque todo esté oscuro y contradictorio, Dios siempre nos muestra la luz a su debido tiempo

Al aceptar José ser padre de Jesús, lo inserta plenamente en la descendencia de David.

Acaz no había aceptado fiarse de Dios, José, arriesgando mucho más, sí lo hace, beneficiándonos a todos. La responsabilidad que asume le supera, pero él sabe que Dios no falla.

Jesús, concebido por obra del Espíritu Santo, entra en nuestra historia a través de sus padres, quienes asumen la maravillosa tarea de enseñarle a ser hijo de Dios en la historia.

La dificultad de comprender la realidad no impide a José escuchar y confiar en el Señor.

Pidamos a María nos enseñe y ayude a vivir en la responsable y dócil sencillez de José.
Padre José María Domènech Coromias, sdb.

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