marzo 13, 2011

"Misericordia, Señor, porque he pecado"

Empezamos la Cuaresma, siempre acompañados de las palabras de nuestro querido Padre José María.

¡Llegó la Cuaresma!

Es el tiempo, particularmente rico de Gracia, que nos lleva a preparar la Pascua para abrirnos a la Vida Nueva y a la Alegría profunda, que viene del Amor de Dios, que nos salva!

Es el tiempo en el que el Padre, por el Hijo, con el Espíritu, como que nos GRITAN, en las palabras del Apóstol, diciéndonos: ¡¡¡Déjense reconciliar por Mí!!!

No temamos al Señor que llega a salvarnos.

Abramos las puertas de la intimidad personal, familiar, social, económica, política...

Nuestra realidad parece que está hecha un desastre y no creo que sea totalmente así (aunque así aparece), pero fijémonos que, en realidad, cuando salen los dientes, también se rompen las encías y duele, pero es para bien. ¿Nuestro muundo está hecho un desastre o estamos viviendo un cambio profundo que todo lo está sacudiendo, exigiéndonos que construyamos, desde la Fe y la conciencia personal-social, una nueva síntesis que sin romper con el pasado, lo integre en una nueva realidad que nos permita anunciar el evangelio, que siempre es el mismo, pues es el mismo Jesucristo, a las nuevas generaciones, con otras exigencias, perspectivas y sensibilidades.

El mundo desea renovación: las personas y las Comunidades humanas están hartas de todo lo que aparece podrido y rechazan tantas cosas que creen responsables de lo que ellos sienten que les lleva a la degradación y que consideran real injusticia. Es verdad que a veces confundimos las cosas y en otras ocasiones hay agentes pervertidos y de perversión que desde el poder y con el engaño que llevan a confundir la causa de la degradación (que duele y ha que superar) con el medio del que se ha servido, sin adecuada conciencia de lo que le estaban llegando a provocar.

¿Cómo lograr no ser engañados ni por los degradados, que manipulan todo lo que les interesa, ni por las ideologías que hacen una lectura parcial -cuando no falsa y maliciosa de la realidad y su proyección-?

El Señor Jesús, este domingo, nos responde con su experiencia: ¡Apóyate en la Palabra de Vida y de Verdad! ¡Que ella sea tu lámpara! ¡Déjense guiar por ella y no se resistan a su orientación!

No es fácil saberse situar y discernir en los momentos de crisis, por eso lo mejor es no precipitarse y aprender a escuchar al Maestro y tener como criterio el de Dios-Amor: solo la Vida merece que le demos la vida; solo el bien de la persona vale que le regalemos nuestro esfuerzo y sacrificio personal.

Cuando Dios pensó en la persona humana, pensó en alguien que pudiera vivir como Él y con Él, es decir, pensó en una Comunión de personas que se dan la vida unas a otras para el desarrollo mutuo, a fin de que, llegado el momento adecuado, pasaran a vivir y gozar de la Comunión del mismo Dios: Comunión Trinitaria.

¡Lástima que el egoísmo marcó el camino de la persona y la inclinó a la degradación! Así es que fue necesario que el Dios de la Vida se entregara al máximo, asumiendo la misma naturaleza humana, para recuperar, para toda persona, la opción de eternidad que había quedado encerrada, y por eso profundamente deseada, en el interior de la conciencia y de la sociedad humana.

No nos dejemos engañar: escuchemos al Maestro; veamos cómo afrontó Él la dura tentación de egoísmo, de manipulación de la Providencia del Amor paterno Dios y de idolatría, y aprendamos a superar toda tentación que nos toca afrontar en el momento debido.

Indispensable es la Oración humilde y responsable; la escucha obediente de la Palabra de Dios y la coherencia en el pensar, vivir y decidir, más allá de las apariencias de conveniencia, que tantas veces nos engañan y nos llevan a lamentar tantas desafortunadas decisiones que después duelen...

María está con nosotros; no temamos saber mirarla y ponernos bajo el amparo de la Santa Madre de Dios y Madre nuestra, Auxilio de toda la humanidad, por ser la madre de todos los que son imagen del Padre, en el Hijo, siempre guiados por el Espíritu.

Dios nos bendice: escuchemos la voz de su Amor, que siempre nos habla y anima.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

"Misericordia, Señor, porque he pecado"

Dios siempre indica caminos de Salvación al hombre; éste deberá tomar sus decisiones.

En realidad nunca dejará de haber distintos modos de escuchar lo que Dios nos dice: unos nos llevarán por la vía de la autonomía obediente, que es la que vivió Jesús; otros nos inclinarán por los senderos de la falsa autonomía, que nos encierra en nosotros mismos y, pretendiendo llevarnos a la grandeza que deseamos -puesto que hemos sido creados para ella-, en realidad nos conducen a desconfiar de Dios, como si Él tuviera intenciones escondidas, nos estuviera mintiendo y no fuera de fiar: es la ruta del pecado, con la consecuente degradación personal y social.

Pecado y muerte, confiesa Pablo, son correlativos, van de la mano y degradan la obra de Dios. Sólo Dios es vida y paz. Aunque no nos evite las pruebas, nunca nos abandona en ellas.

La condición del hombre en la tierra es de batalla: luchar sin fin para ser libre y elegir el bien y la vida o dejarse esclavizar por las visiones e intereses individuales, personales o grupales, perdiendo capacidad de ser para los demás, degradando, así, la imagen que Dios nos dio.

Debemos prepararnos para vencer a los que desean engañarnos. Ellos usarán todos los argumentos y presiones que crean válidos para someternos. Sólo la Palabra nos dará la Luz.

Aunque no debemos ver al demonio en todas partes, tampoco pensemos que no está detrás de toda injusticia, degradación y muerte inicua de quien la vive, la facilita o la provoca.

Dios nos crea para que vivamos en un ‘jardín’, pero debemos dejarnos guiar por quien conoce

Sólo Dios nos conoce perfectamente y todo lo hizo para nuestro bien y desarrollo.

Obedecer las indicaciones de Dios para la vida y alegría es el camino de la paz integral.

Que la tierra sea ‘jardín’ de paz depende de nosotros, pues la paz interior se plasma fuera.

La actitud de obediencia, o no, trae bien o desgracia a nosotros y a los que nos rodean.

El bien, como el pecado, siempre tiene consecuencias globales, más o menos visibles.

Cristo es el gran benefactor de la humanidad porque nos lleva a la Comunión y a la Vida.

Aceptarlo es nuestra responsabilidad personal y comunitaria. Nadie puede suplirnos.

Siempre deberemos decidir; necesitamos tener una orientación clara: la Palabra es fiel y firme

La experiencia de Jesús nos indica que fieles a la Palabra podremos superarlo todo.

La victoria de Cristo nos abre a la esperanza y nos guía a la grandeza de la fidelidad.

Pidamos a María vivir la Cuaresma en el esfuerzo por aprender a escuchar la Palabra y ser cada día más fieles a la Voluntad de Vida y Amor del Padre a favor de cada persona.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO I
La tentación es una realidad que debemos saber afrontar con seriedad para no degradarnos con el pecado, perjudicando, así, a los demás

Gn. 2, 7-9. 3, 1-7a:
"Dios modeló al hombre de barro y sopló en su rostro su aliento de vida y éste se convirtió en un ser vivo… El Señor plantó un jardín… y puso en él al hombre… En medio del jardín estaba el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente… dijo…: «¿Así que Dios no les permite comer de ningún árbol del jardín?» La mujer respondió: «Podemos comer de todos… menos del árbol que está en medio del jardín…, pues nos llevaría a la muerte» Dijo la serpiente: «No morirían… se les abrirían los ojos y serían como Dios…» La mujer… tomó… y comió y le dio también a su esposo, que también comió…".

Sal. 50: "Misericordia, Señor, porque he pecado; misericordia, Señor".

Rm. 2, 12-19:
"…con el pecado entró la muerte… la muerte imperó por culpa de él… quienes recibimos la sobreabundancia de la Gracia y el don generoso que nos hace jus-tos viviremos y reinaremos gracias… a Jesucristo. …así como por haber desobedecido un hombre, los otros llegaron a ser pecadores, también por haber obedecido uno solo llegarán los demás a ser justos".

Mt. 4, 1-11: "El Espíritu condujo a Jesús al desierto… Llevaba cuarenta días, con sus noches, de ayuno y estaba extenuado de hambre. El tentador… le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Jesús respondió: «Dice la Escritura: ‘No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’»…lo llevó… a la cornisa del templo… y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, tírate desde ahí, pues la Escritura dice…» Jesús contestó: «También dice la Escritura: ‘No tientes al Señor, tu Dios’»… le llevó a una montaña altísima…: «Todo te lo daré si te postras y me adoras» Jesús le dijo: «¡Vete de aquí, Satanás! La Escritura dice: ‘Adora al Señor, tu Dios y dale culto sólo a Él’»…"

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