mayo 14, 2011

Jesús es la Puerta


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha preparado para este domingo 15 de mayo, inicio de la novena a nuestra MA!

Ante todo, a mis hermanas salesianas, para el día viernes 13: ¡Feliz fiesta de María Mazzarello!

Pasemos a la reflexión sobre este domingo cuarto de Pascua.

Si "entras por la Puerta", estarás al amparo de las inclemencias de la inseguridad y de la agresividad del desconcierto.

Jesús nos ofrece su orientación, pero, precisamente porque nos quiere llevar por los caminos de la Vida Plena, necesita que asumamos el riesgo de optar libremente por Él, todos, cada uno en su propia conciencia.

¡Cuántos quisieran que Dios tomara sobre sí la pesada carga, para algunos demasiado pesada por el riesgo que implica, de ser libres!

Pero ésa, precisamente esa carga, Dios no la puede tomar sobre sí, tal vez sea la única que no puede asumir, pues es lo que nos identifica como personas y nos distingue a unos de los otros y a todos los humanos del resto de la creación.

Ésta es precisamente la vía de la filiación divina. Ser como Dios es ser libres como Él y tomar sobre nuestros hombros las decisiones que asumimos a la hora de definir el camino de la vida personal en orden al futuro al que nos dirigimos.

Nos podemos ayudar en casi todo, pero no a la hora de decidir en nuestro interior. La conciencia de la persona es solo de ella y Dios la respeta: por eso nos orienta, no ilumina, nos da su Espíritu, nos alimenta con su propia Vida, pero a la hora de decidir, eso lo debe hacer cada uno... ¡Y asumir las consecuencias!

Jesús decidió aceptar la Voluntad de su Padre y asumirla como la suya propia... y esto le llevó hasta la horrorosa y exaltadora pasión que nos abrió la puerta de la Vida, pero cuando le pidió al Padre que interviniera a su favor, lo que sintió fue solo silencio, lleno de una inmensa cercanía de amor, pero silencio doloroso, que sólo sería roto el tercer día, primero de la semana tradicional judía, con la nueva creación que inauguraba, para toda la humanidad, la Resurrección.

Ya es de todos esta maravillosa Vida Nueva.

El Evangelio es patrimonio de la humanidad, pero cada uno deberá asumirlo y vivir esta Vida en primera persona y nadie, absolutamente nadie, ni Dios, podrá suplir la decisión personal.

Para que ésta no fuera muy pesada, y a veces desconcertante, el Padre pidió a su Hijo encarnado, Jesucristo, que fundara la Comundad de los Discípulos suyos, que estuviera abierta a todo lo que Dios le dijera y pidiera, a toda persona de buena voluntad y a todo camino que llevará a la glorificación del Nombre de Dios en cada persona, pueblo y cultura. Es decir, le pidió que fundara una Comunidad Católica, no cerrada a nada ni a nadie que aceptara a Jesús como su Señor y Dios en el Padre por el Espíritu Santo.

Aceptemos escuchar la voz de nuestro Pastor, Jesús.

Entremos por la Puerta de la Vida Nueva y de la Paz Profunda.

¿Vendrán dolores y dificultades por haberlo hecho? Sin duda, siempre los ha habido. No temamos, el Señor Resucitado nos ha dado su Espíritu de Fortaleza y nos llenará de su Paz y Sabiduría.

Si nos convertimos cada día al Señor Jesús, el futuro está asegurado y el miedo o desconcierto no nos podrá vencer, aunque, sin duda, como a todo el mundo, nos atacarán sin compasión, pero el Espíritu de Dios estará con nosotros. Así lo vivió, durante toda su vida, María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y con ella, José y Jesús y nosotros, claro que cada uno a su tiempo y a su modo, pues no hay dos vidas iguales, aunque todas, de un modo u otro, deban transitar por caminos similares, pero cada una tiene su caminar y crea su historia, con sus consecuencias, y eso hace la diferencia.

Dios nos bendice a todos. Que Él nos dé la Sabiduría de asumir seriamente, en cada momento de la vida, nuestras propias responsabilidades al definir nuestros pasos en la Fe que permea toda la vida cotidiana.
Recemos unos por otros.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora, cuya novena vamos a comenzar el día domingo:

P. José Mª Domènech SDB


Jesús es la Puerta

La puerta, para los antiguos, no era sólo un lugar de paso, de entrada y salida, sino un ambiente lleno de vida: era un lugar de compra y venta, de encuentro, de fiesta y alegría porque llegar a las puertas de una ciudad era llegar a la seguridad.

Mientras vamos de camino, nos acechan peligros, nos podemos desviar, estamos expuestos a las tempestades sin un lugar donde encontrar defensa y protección. ¿Quién no busca seguridad y paz interior? ¿Dónde encontrar una amistad fiel y permanente, ser aceptado sin condiciones, recibir el estímulo necesario para seguir siendo nosotros, cada vez mejores?

Jesús, al decir que es la Puerta, nos está diciendo esto: que Él es quien nos puede dar alegría-paz-serenidad-vida en abundancia. Nos da, en su propia persona, la seguridad de la Salvación. Él, porque nos ama, nos conoce personalmente y nos llama por nuestro nombre.

Tal vez nuestro problema mayor está, no en los peligros que trae consigo el ser cristiano coherente, que los trae de verdad, ni en lo que cuesta seguirle, sino en que no le conocernos ni nos fiamos de Él, y, por esto, ni escuchamos su voz, ni, menos todavía, nos atrevemos a seguirle.

“¡Conviértanse!”, “sálvense de esta generación perversa”, nos dice el apóstol Pedro sin miramientos. Sería lo mismo que decirnos: ‘entren por la Puerta’, ‘vengan a un lugar seguro, lleno del Espíritu de Paz y de Vida en abundancia’.

La salvación está en Jesús, proclama Pedro, y la aceptamos al unirnos a Él en su Comunidad

La crucifixión no desacreditó a Jesús, sino, más bien, lo acreditó como el Mesías, destructor de la muerte y vencedor del mal, pero sólo en los que le aceptan como Salvador.

La persona atenta y espiritualmente libre y madura, se abre a esta Nueva Vida.

Aceptar a Jesús tiene consecuencias dolorosas; soportarlas en la Fe es un don de Dios

Ser cristiano es una vital opción personal nunca fácil, y no se puede imponer; por eso hay bautizados que aun no han optado por seguir a Cristo y vivir en Él, y viven como paganos buena-gente. Tal vez con alguna costumbre cristiana, pero no de las que imponen dolorosas renuncias, serios sacrificios, costosa fidelidad a su Comunidad y riesgos importantes por Cristo.

Cristo nos guía y alimenta con su vida para que seamos otro Cristo en medio de todos.

Jesús se nos ofrece estando todo Él a nuestra disposición; aceptarlo es abrirse a la Vida Plena

El pastor vive para las ovejas y cerca de ellas, no las usa. Les da paz, seguridad y vida, aun a costa de su vida. Jesús se nos presenta así: es el ‘lugar’ de la Paz y de la Vida Plena.

Aceptarlo a Él es entrar en el mundo de la salvación, de la libertad y del buen alimento.

Jesús nos llama por nuestro nombre pues su relación con nosotros es personal, pero sólo tiene tal intimidad con Él, con el gozo y paz que generan, quien lucha por vivir cada día en Él.

Pidamos a María seguir a Cristo, vivir en Él, construir su Comunidad, aun en el dolor.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.

DOMINGO DE PASCUA IV
Jesús, el Buen Pastor, con su Vida nos enseña a vivir en la Salvación que Él nos ‘gana’ con la oblación de su persona. Nos toca decidirnos.


Hch. 2, 14a. 36-41:
"Pedro… dijo: «Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús, que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías»… todos se conmovieron profundamente y dijeron a Pedro…: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?» Pedro les respondió: «Que cada uno se convierta y se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para que le sean perdonados sus pecados y así recibirán el don del Espíritu Santo…» Y… los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa…"

Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me puede faltar"

1P. 2, 20b-25:
"Si, a pesar de hacer el bien, Uds. soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes y les dejó un ejemplo para que sigan sus huellas… mientras padecía no profería amenazas, sino que confiaba su causa al que juzga rectamente… a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Por sus llagas han sido sanados. Antes andaban como ovejas perdidas, ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes".

Jn. 10, 1-10: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas… es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir… va delante de ellas y las ovejas le siguen… Les aseguro: Yo soy la Puerta de las ovejas… El que entra por Mí se salvará, y podrá entrar y salir y encontrará su alimento… Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante".

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