septiembre 15, 2011

«¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 18 de setiembre.

Estamos en el tiempo de la vida ordinaria, que es la más importante, pues, aunque parezca monótona, que lo puede ser, la razón de su importancia está en que en ella definimos, paso a paso, nuestra vida.

A veces creemos que los héroes se hacen en los actos extraordinarios, que también se dan, pero no es ahí donde se hacen los héroes sino en monótono decidir de cada día, en la fidelidad escondida, en la renuncia silenciosa, en el amor cotidiano que sabe de perseverancia, de renuncia y de entrega ordinariamente poco brillante, pero que lleva a que otros sigan deseando vivir, madurar, esforzarse, caminar y superar los momentos de crisis.

La ciencia no se adquiere en grandes conferencias, sino en el trabajo de cada día mirado desde un interior que sabe ver el valor de las cosas simples y de las decisiones, esfuerzos y renuncias pequeñas.

No olvidemos que las grandes construcciones, aún pudiendo tener grandes piedras, no se levantan sobre ellas sino sobre los pequeños granos que las forjaron, sobre la consistencia que, con los siglos, éstas consiguieron y sobre el esfuerzo silencioso de los que las supieron elegir, mover, adecuar, colocar y asegurar...

Una construcción hecha de cualquier modo, se deshará con rapidez para vergüenza de los que la hicieron.

Es más importante obedecer con responsabilidad que figurar con brillo, pues la responsabilida permanece, el figurar con brillo es momentáneo y nunca depende de mí, sino de otros que hoy me lo pueden conceder y otras veces no, sin dar mucha importancia a lo que viví íntima y dolorosamente para llegar a lo que logré conseguir.

Lo vital es fiarse del que puede valorar mi vida en su justa medida porque la conoce en su justo valor interior. El único que tiene esta capacidad, porque me ve, "me vive", en mi interior, más y mejor que yo mismo, es Dios.
No deseemos grandezas y ganancias rápidas, pues éstas siempre serán efímeras y hasta peligrosas, pues no están centradas en nosotros mismos, sino en los que nos las dan...

Nada verdaderamente valioso y suficientemente permanente, es rápido... Todo lo profundamente bueno se construye en el silencio del esfuerzo y del tiempo paciente y entregado al bien de los demás...

¡Cuanto más importante sea el bien de los otros para nosotros, tanto más grandes nos iremos haciendo nosotros: es la ley de la vida nacida de Dios! Por eso Jesús nos dijo: «Ámense como Yo les he amado» Y su Amor es continuo don de vida dando su propia vida en lo pequeño, haciéndose servidor y sin buscar paga alguna, pues sabe que la paga (para todos, sin excepción) ya está asegurada en el Padre... ¡Es el mismo Padre de la Vida en el Amor!

Nos cuesta creerlo, pues somos humanos, pequeños humanos y con la tiste experiencia de que muchos hablan, pero no son de fiar y después no pasa nada... Pero Dios no es así: Él habla de lo que ES porque habla de SÍ que es el ÚNICO QUE ES SIEMPRE, sin cambio alguno. Él habla de lo que vive y de lo que hace... Para Dios pensar es decir y decir es hacer. Su pensamiento es Amar para que tengamos vida y la tengamos abundante y por eso nos invita a su viña, a dar la vida con Él y como Él... La Gloria futura no es sólo futura, es ya presente en Dios, pero para nosotros todavía no nos resulta patente más que en la Fe, en la Esperanza y en la medida que la vivimos en la Caridad histórica y operativa. Es la experiencia de Pablo y de todos los santos y, entre ellos, la de Don Bosco.

No midamos a Dios con nuestras medidas, porque nos quedaremos siempre fuera de foco y traumatizados, pues los criterios, sentimientos, pensamientos y caminos de Dios son absolutamente superiores a los nuestros y para nosotros no del todo abarcables: si le creemos, los lograremos barruntar y en algo comprender, pero si no le creemos con realismo, es decir, alimentando constantemente nuestra Fe, no seremos capaces de entender casi nada y nos desviaremos del recto camino, perdiendo el paso y las oportunidades de ser como Dios hoy y ahora.

Dios nos bendiga a todos y nos dé su Sabiduría, su Amor y su Paz.

María nos enseñe la humildad de vivir atentos al Señor y dóciles a las indicaciones de su Espíritu de Amor.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB

«¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?»


¿Injusto el Señor? ¿Por qué? ¿No hubo un trato previo, aceptado por los trabajadores? ¿No se les dio lo acordado? El trato ¿traía consigo obligaciones para el dueño respecto a otros trabajadores? ¿Dónde está lo injusto: en el dueño, que desinteresadamente busca el bien de todos, o en el juicio interesado, y algo egoísta, de los trabajadores, que más parecen negociantes?

¿Cuántas veces medimos a Dios con nuestros criterios?: así siempre estaremos equivocados, pues ¡qué sabemos nosotros de los pensamientos de Dios! Ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos y… ¿pretendemos juzgar los criterios con los que Dios actúa? ¿No suena un poco ridículo? Los juicios de Dios se mueven en esferas que nosotros no alcanzamos ni a captar, ya no hablemos de ‘comprender’… ¡claro que lo que no se comprende no se puede dominar!

No estaría mal un poco de humildad, sencillez y docilidad… Si Dios, en nuestra historia, permite algo, es que un bien le sigue atrás; pues sus planes siempre son para el bien y la vida de cada persona. ¡Abarcan a los implicados, a todos sin excepción, con tal que se fíen de Él!

Pablo lo vive seguro de que no hay mayor bien que estar con Cristo, siente que el Señor ahora le llama a dar vida a los hermanos; vendrá el tiempo de gozar con su Señor en su Gloria.

Es malo decidir prescindiendo de los criterios de Dios, pues ellos nos superan y nos definen

El profeta invita a los alejados e indiferentes a cambiar de actitud y acercarse al Señor.

Dios siempre está cerca, pero nuestros ojos, y conciencia, pueden enturbiarse y no verlo.

La Salvación nunca se aleja, pero podemos perder las ganas y... nos alejamos del camino.

Lo mejor para cada uno es buscar al Señor en el servicio desinteresado a los que Él nos envía

La vida concreta, la de cada día, la definimos nosotros mismos, no Dios: Él siempre es el mismo y está junto a nosotros como nuestro mejor y mayor bien: Pablo lo ‘vio’ muy claro.

Por eso entiende que en lugar de buscar la Gloria debe vivir para servir, mientras el Señor así se lo pida: lo demás será consecuencia para el bien de la Comunidad y el suyo propio.

Dios es bondadoso y compasivo, mira la buena voluntad de todos, sobre todo la de los últimos

Dios, Padre-Madre de todos, no abandona a nadie: nos busca sin descanso y a cada uno se acerca para brindarle, ahora, la posibilidad de colaborar en su viña para el bien de todos.

Nuestra tarea es cambiar nuestro corazón y sus miopes criterios: ¡convertirnos a Dios!

Cristo es el centro de la vida del cristiano y Él es su paga, la única justa, la única eterna.

Pidamos a María estar dispuestos a trabajar en la viña del Señor con sus criterios y Vida.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXV
Si nuestra vida se desarrolla con las actitudes de Dios, seremos constructores de Vida y Paz en el Amor, pues Dios nos supera y eleva


Is. 55, 6-9:
"¡Busquen al Señor, mientras se deja encontrar, llámenlo, mientras está cerca! Que el malvado abandone el mal camino, y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al Señor… pues es generoso en perdonar. Porque los pensamientos de Uds. no son los míos… Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de Uds."

Sal. 144: "El Señor está cerca de los que lo invocan sinceramente".

Flp. 1, 20b-26:
"…Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia. Pero, si la vida me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir… deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor; pero, por el bien de ustedes, es preferible que permanezca en este cuerpo. Tengo la plena convicción de que me quedaré… para que progresen y se alegren en la Fe…"

Mt. 19, 30-20, 16: "Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros… el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña, Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña… volvió a media mañana… a medio día y a media tarde… al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”… “Vayan también ustedes a mi viña”. Al terminar el día… llamó al mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”…los primeros… protestaron… El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos quedado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete… ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”…»"




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