Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 26 de agosto.
Estamos en la última parte del capítulo sexto de san Juan.
Jesús no afloja en nada, es demasiado serio lo que dice y lo que se está jugando, aunque se le vayan muchos de los discípulos. Más; toma en serio a sus apóstoles y los pone ante el dilema: se van también ellos o se quedan con el Jesús que tanto a desconcertado con su mensaje de Pan de Viva... Importante, vital, dilema.
¿Nos quedamos con el Jesús que quiere ser y actuar libremente en nosotros o nos aferramos al que nosotros deseamos que sea? ¿Nos dejamos liberar de nuestras limitaciones y esclavitudes o deseamos que el mismo Dios se someta a nuestras visiones, conceptos o mentalidades?
Es nuestra decisión.
El nuestro, el cristiano, es el Dios de la libertad, pero también el de la Verdad y del respeto a la responsabilidad personal.
Él no nos castiga por nuestras decisiones, pero la única salvación y alimento de Vida Eterna está en Él y en nada más.
Los ídolos no sirven para nada más que para contentarnos a nosotros mismos, pero nos dejan solos y sin recursos cuando necesitamos Vida Nueva.
Ninguna de nuestras Instituciones, por santas que sean, salvan de nada sin Cristo y sin Él no tienen futuro ni fruto duradero. Ni la más vieja y naturalmente estable, el matrimonio, logra salvarse sin nuestra fidelidad al Señor, aunque formalmente no lo conozcamos o no lo aceptemos teóricamente. San Pablo lo dice con claridad: su base está en la relación de Amor entre Dios y la humanidad, Cristo y la Iglesia. Es su signo, su presencia histórica.
Nos toca decidir y nuestras decisiones son serias, traen consecuencias y no solo para nosotros, sino para todos los que nos rodean.
Nuestra responsabilidad es sumamente seria, por eso el mismo Dios viene en nuestra ayuda y se hace nuestro alimento de Vida Eterna: alimento de la Palabra, donde el Espíritu de Dios habla, y alimento del Pan, donde el Espíritu de Dios nos fortalece.
No es la carne ni la sangre la que alimenta la Vida eterna en nosotros, pues no puede hacerlo, sino el Espíritu de Dios, que, con su Amor, nos renueva, sana, fortalece y anima a seguir a Jesús, porque sólo Él tiene Palabras de Vida eterna y es el Cristo, el Hijo del Dios vivo que nos enseña a dar la vida a los hermanos en lo que cada día debemos afrontar.
María nos acompaña en nuestro caminar por la vida por los caminos del Señor y como el Señor..
Dios nos ayude a vivir cada día más abiertos a este Espíritu que desea llenarnos de su bendición, fuerza y Amor.
Unidos en oración con María:
P. José Mª Domènech SDB
«¿También ustedes quieren irse?»
La pregunta de Jesús es muy seria y actual: “¿También ustedes quieren irse?” Es, en el fondo, la misma pregunta que Samuel, ya anciano, hizo al pueblo entero de Israel, que ya había dado muchos signos de haberse separado de Dios. Los ídolos siempre nos tentarán, seremos libres si amamos según el Espíritu.
Nuestra respuesta es enteramente personal y se da con las actitudes. Nadie puede sustituirla. Las palabras, lo sabemos bien, son muy engañosas, pero las actitudes, más que los hechos, hablan del interior.
La Comunidad que mejor muestra de esta respuesta es la Comunidad-Comunión matrimonial, hoy en día tan despreciada o poco valorada, también por muchos se dicen cristianos, y esto es, de ordinario, por no comprender, a veces ni remotamente, ni cuál es su raíz –el Amor mismo de Dios– ni su horizonte –el don mutuo del Evangelio y la Salvación– sobre todo esto pasa en las nuevas generaciones.
De hecho, la pérdida de la Fe se ha hecho la gran desgracia de nuestra época, por no alimentarla ni vivirla con seria honestidad, quedándose en creer tenerla, sin meditar en sus concretas implicancias históricas. Muchos la han hecho tan racional que consideran no-valioso nada que no les sea “inteligente”.
Es una actitud infantil y miope, pero común entre algunos creyentes. Es imposible evangelizar con estas actitudes. El Amor de Dios es libre, serio y más radical: no hay salvación sin el Espíritu de Jesús.
Somos invitados a decidirnos: o Dios es el centro de nuestra vida o lo son nuestros ídolos. ¡Decidamos!
En Siquem las tribus de Israel se percatan de que son un pueblo con el que Dios se comprometió para siempre; pero esto pide que el pueblo se comprometa con Dios del mismo modo. ¡Es nuestra realidad!
La alianza de Amor para la vida entre Cristo y la Iglesia es la base de la visión cristiana del matrimonio
El don de amor de Cristo es el criterio de vida de sus discípulos. Por eso el Matrimonio cristiano tiene su raíz en el Amor de Dios, creador de la Comunidad humana; y su modelo de vida en el Amor de servicio oblativo para la vida plena, que se desarrolla entre Cristo y su Cuerpo Místico, la Iglesia.
Jesús nos pide Fe y confianza: la carne no salva, ni la suya; Él es Pan de Vida por el Espíritu del Padre.
La pregunta de Jesús es directa y para nosotros: ¿También Uds. quieren irse? Nos toca responder.
Confiar en Jesús, hoy en día, no está de moda. Nunca lo estuvo. Siempre la Fe tiene sus momentos de oscuridad, crisis y tensión interior. No es problema si nos mantenemos unidos a la Palabra y al Espíritu.
No es la inteligencia, ni la fuerza, ni el poder, ni la riqueza: el Espíritu es el único que da Vida plena.
Pidamos a María vivir abiertos al Espíritu que nos guía a la Comunión con Cristo y entre nosotros.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXI
La Comunión entre personas no depende tanto de las circunstancias, sino del Espíritu que las anima y de su confianza y entrega mutua para el bien.
La Comunión entre personas no depende tanto de las circunstancias, sino del Espíritu que las anima y de su confianza y entrega mutua para el bien.
Jos. 24, 1-2a.15-17: "Josué reunió en Siquem a todas las tribus de Israel,... a los ancianos..., a sus jefes,... jueces y... escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Josué... dijo: «Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir... Yo y mi familia serviremos al Señor». El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor..., nuestro Dios, el que nos hizo salir de Egipto... y el que realizó... aquellos grandes prodigios. Él nos protegió... Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios»."
Salmo 33: "Gusten y vean qué bueno es el Señor".
Ef. 5, 21-32: "Sométanse unos a otros por consideración a Cristo..., cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Los maridos amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia... santa e inmaculada... El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia... “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” Éste es un gran misterio y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia...".
Jn. 6, 60-69: "Después de escuchar las enseñanzas de Jesús, muchos... decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?» Jesús... les dijo: «¿Esto les escandaliza? ¿Qué será entonces cuando vean al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son espíritu y vida. Pero hay entre Uds. algunos que no creen»... Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede» Desde entonces muchos de sus discípulos se alejaron de Él... Jesús preguntó a los Doce: «¿También Uds. quieren irse?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios»."
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