septiembre 02, 2012

«Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es lo que sale de él»





Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 2 de setiembre.


Se nos invita a vivir seriamente nuestra vida religiosa. No nos contentemos tontamente con cumplir, aunque no debemos dejar de hacerlo, pero sin creer que el cumplir es suficiente, porque no lo es.

Dios está cerca, pero no basta, es necesario que nosotros estemos interiormente cerca de Él.

Lo mejor de nosotros y del mundo viene de Él, pero no basta, es necesario que nosotros lo aprovechemos con los criterios de su Amor y con don de Vida. Es necesario vivir su Palabra para que ésta se haga historia también a través nuestro.

Cuidar las cosas externas es bueno, pero lo mejor es cuidar las de dentro, pues en ellas define cada persona su propia dignidad y su verdadera relación con Dios y con cada uno de sus hermanos.

Lo que necesitamos para vivir en el Señor no es cumplir, sino amar como Él, aunque no todo nos salga como desearíamos, pero, como lo deseamos vivir desde su Amor, no dejaremos jamás de esforzarnos y corregir lo que sea necesario para parecernos a Él y para que nuestra forma de vivir no estorbe el brillo de su presencia en nuestra vida, relaciones y obras.

Creo que el modelo acabado de esta actitud de vida de Fe es María, la Madre atenta, dócil y disponible que siempre está en guardia para que la obra de Dios en ella la encuentre lista para lo que Él quiera.

No temamos los dones de Dios, pues sólo traerán bien a nuestra vida y a la de los que nos rodean.

No busquemos ningún éxito, sino sólo que Dios brille más y más en lo que vivimos y hacemos; lo demás es lo de menos, pues nosotros no podemos cambiar nada ni en nosotros ni, menos, en los demás: todo es obra del Espíritu y, si somos dóciles como María, todos los resultados, a la larga, que es lo que vale, serán maravillosos y ¡nosotros estaremos en ellos y los gozaremos!

Dios nos ayude a ser abiertos a Él y disponibles a su Amor y vida.

Somos evangelizadores, no renovadores del mundo, pues ésa es, desde que éste comenzó, obra de Dios, está muy interesado en ella y nos ha pedido colaboración...

¿Queremos más bondad, privilegio y futuro de grandeza podemos desear?

María, nuestro Auxilio, nos enseñe a ser honestamente dóciles, sencillamente dóciles, humildemente dóciles, disponiblemente dóciles cada día.

Oremos todos, unos por otros, para no dejar de esforzarnos en ello.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB


«Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es lo que sale de él»


La nuestra no es una religión de normas, aunque, como toda realidad humana, las tenga, las necesite y deban ser respetadas. La nuestra es una Fe que nos lleva a poner la Voluntad de Dios, y su Palabra –que expresa esa Voluntad de Vida– por encima de todo y buscar hacerla nuestra y traducirla, concretarla, en nuestra historia aceptando la orientación de los pastores que el Señor ha consagrado para esta misión.

Es tener un corazón anclado en el Bien y la Verdad, es decir, buscar el bien y la verdad con honestidad, aunque, en muchas veces, esto nos traiga incomodidades o incluso problemas, pequeños o grandes.

Para vivir como Dios lo desea, es decir, como felices y pacíficos servidores de la vida de nuestros hermanos, especialmente de los más indefensos, necesitados de apoyo y orientación y de los marginados, es indispensable querer escuchar la Palabra con sinceridad como lo que es: Palabra del Dios de la Vida.

Escuchar con sinceridad la Palabra de Dios significa tener la honesta, sincera, firme y decidida voluntad e interés de ponerla en práctica, aunque, muchas veces, no sea fácil y en más de una ocasión nos sea riesgoso, pues nos lleve a vivir contra corriente y hasta denunciando la inhumanidad de los que no la escuchan porque se sienten acusados por ella y, precisamente por eso, o tratan de desacreditarla o de deslegitimar a los que la anuncian, sirviéndose para ello de los defectos que tengan o los errores que cometen.

Moisés nos hace notar la preciosa riqueza que tenemos; pero no debemos manipularla, sino valorarla

Los mandamientos son un verdadero don de Amor. Vivirlos de verdad nos da libertad y sabiduría.

Pero el vivir los mandamientos, verdadero don de Amor, debe ser algo honesto y concreto en el ahora

Dios, Padre Bueno, es el Dios de la vida para todos los pueblos, por eso nos habla. Nosotros lo sabemos y nos toca proclamarlo y explicitarlo con las actitudes de nuestra vida y las palabras que lo explican.

Desde lo profundo del corazón se define la vida de Fe; las normas sólo valen si llevan a vivir la Palabra

Jesús nos habla del verdadero sentido de la Ley y de nuestra responsabilidad ante las malas actitudes. Cumplir normas no redime un corazón desviado de Dios, pues es éste el que define a la persona.

Se nos llama a la fidelidad a la Palabra que nos habla de conversión y honestidad de vida.

La pureza de nuestra vida se define en la forma de vivir lo que Dios nos pide más allá de las normas.

Pidamos a María vivir más honestos, atentos, dóciles a la Voluntad de Dios, presente en la Palabra.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXII
La verdadera Fe y religión supera el cumplir normas, aunque sea importante: es ser sincero y dócil ante la Palabra de Dios y respetar a toda persona.


Dt. 4, 1-2.6-8:
"Moisés habló al pueblo, diciendo: «Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo te enseño... No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno. Observen los mandamientos del Señor, su Dios... porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos... ¿Existe acaso una nación tan grande que tenga a sus dioses tan cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? ¿Y qué gran nación tiene preceptos... como esta ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?»"

Salmo 14: "Señor, ¿quién habitará en tu casa?"

St. 1, 17-18.21b-22.27:
"Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre..., en quien no hay cambio ni sombra de declinación. Él ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad... Pongan en práctica la Palabra, no se contenten solo con oírla, de manera que se engañen a Uds. mismos. La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando estén necesitados, y no contaminarse con el mundo".

Mc. 7, 1-8a.14-15.21-23: "...Los fariseos y escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden según la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?» Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías en el mensaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto: las doctrinas que enseñan no sino preceptos humanos” Uds. dejan de lado el mandamiento de Dios, para seguir la tradición de los hombres». Y Jesús, llamando otra vez a la gente, le dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es lo que sale de él. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, la soberbia, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre»."




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