Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este tercer domingo de Cuaresma, 3 de marzo.
Este domingo se nos hace notar que Dios confía en nosotros; pero es necesario que cada uno acepte su presencia en nuestra vida: ¡presencia que es sagrada, por eso hay que ‘descalzarse’! Estamos en un lenguaje que utiliza esta figura, tan presente en otras religiones, para hacernos entender que nunca deberemos pretender imponerle al Señor nuestros criterios y formas de ver y vivir. Él es el Señor y nosotros los que hemos recibido de Él la confianza de colaborar en su obra liberadora en la sociedad y en nosotros mismos, pero la obra no es nuestra, sino de Él.
Pablo nos hace notar que son muchos –yo diría todos, según la expresión de Pablo: “todos nuestros padres”– los que han recibido esta confianza del Señor, de una u otra medida, pero no todos se han ‘descalzado’ a la hora de secundar al Señor en su obra y han pretendido –¿deberíamos decir “hemos pretendido”?– imponer criterios y valoraciones a Dios, recibiendo, en respuesta, el silencio o el “quedar en el desierto” de nuestras visiones y ‘poderes’ pobres e infecundos de vida y demasiado achatados por faltarnos visión real de la realidad total, que incluye la dimensión trascendente de la misma. Por eso en el Evangelio se nos invita a convertirnos y Pablo nos pide ‘ser prudentes’, sobre todo si nos creemos ‘sabios’ o ‘fuertes’. La conversión no es para los que juzgamos malos, sino para todos, pues, ante Dios nadie es justo. No se trata de ‘portarse bien’, sino de ‘vivir’ en los criterios de Dios y con su sed de dar vida y llenar a sus hijos de la felicidad que le llena a Él y ¿quién de nosotros vive toda su vida en esta dimensión? ¿Quién de nosotros no necesita rectificar alguna actitud? ¿Quién puede decir con verdad objetiva que en su vida todo está orientado sólo y exclusivamente por Dios?
¡Todos necesitamos convertirnos, escuchar al Señor cada día y vivir en la lucha amorosa de superar toda tentación, interna o externa, que nos invita a prestar más atención a ‘nuestros intereses’, es decir, a nuestro egoísmo!
María nos anima en nuestro esfuerzo y nos auxilia en nuestra lucha por escuchar mejor al Señor.
El Señor nos conceda vivir en su presencia y en la dinámica de su Amor: ¡todos nos lo agradecerán!
Unidos en oración con María hacia una mejor vivencia de la Pascua del Señor:
P. José Mª Domènech SDB
La vida es muy seria, pues todo tiene sus consecuencias. Recibimos los dones de Dios, pero es necesario dar los frutos que les corresponden, pues no darlos es perjudicar, primero, a nosotros mismos; después, a los cercanos y, por fin, a los demás... Tengamos en cuenta que en todos se da el mismo proceso y que lo aprendemos de los que nos forman con su vida. Las palabras son palabras, las actitudes son vida.
¿Cuál es el camino que seguimos, en realidad, en nuestra vida? ¿Cuáles son nuestros criterios? ¿A quién obedecemos? ¿Qué frutos nos pueden agradecernos los demás? ¿Qué piensa Dios de nuestras actitudes?
Todos tenemos una misión en la vida personal y social: las dos se entrelazan, influyendo una en la otra.
Nuestra misión depende de nosotros, no de las reacciones de los demás, y la riqueza de la misma está unida a nuestra unión con el Señor que nos la confió, pues Él conoce perfectamente nuestra persona, ya que la creó, y es Señor del ambiente en el que estamos insertados. Lo más inteligente es fiarnos de Él.
La maduración personal depende de tres ‘respetos’: el de Dios –sin duda, asegurado–, el de los demás hacia nosotros –orientándonos y apoyándonos– y el nuestro hacia los que nos rodean: recibiendo con gratitud y dando los frutos que corresponden. Debemos ser prudentes y estar atentos para no fracasar.
Moisés recibe una misión que le supera, pero la recibe de Dios, que nunca le abandonará y le da su vida
“Soy el que soy”, es decir, Dios no cambia: es el Señor. Pide confianza y fidelidad, pero no las impone.
Podemos fiarnos de Dios porque, cuando pide, Él se compromete: lo demás depende de nosotros.
Pablo nos dice que los dones de Dios son para todos, pero que la responsabilidad en vivirlos es personal
Dios a todos ofrece no sólo la Salvación, sino el alimento para que ésta madure en nuestra persona e historia. Es necesario que sepamos aprender de los éxitos y fracasos de los que nos han precedido.
Nuestra vida tendrá sentido y éxito, si somos prudentes y nos convertirnos cada día para madurar más.
No hay mejores ni peores: todos somos pecadores y debemos convertirnos dando los frutos adecuados
Jesús nos llama la atención: no basta conocer la historia de otros, es necesario aprender de ella.
Nadie está exento de error, pero a todos se nos ofrece cada día la gracia de convertirnos para ser mejores.
El Señor nos trabaja y alimenta con su Vida y su Palabra: nos toca dar frutos ahora. ¡Convirtámonos!
Pidamos a María vivir atentos a los dones y a la fidelidad de Dios en una diaria y fecunda conversión.
Ex. 3, 1-8a.10.13-15: "Moisés, que apacentaba las ovejas... llegó a la montaña de Dios, Horeb. Allí se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego... Al ver la zarza sin consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar... ¿Por qué será que la zarza no se consume?» ...el Señor lo llamó desde la zarza...: «¡Moisés, Moisés!» «Aquí estoy», respondió él. Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa... Yo soy el Dios de tu padre...» Moisés se cubrió el rostro... El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto... conozco muy bien sus sufrimientos. Pero he bajado para liberarlo... Ahora ve, yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo...» Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre... ¿qué les responderé?» Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy. Tú hablarás así a los israelitas: “‘Yo soy’ me envió a ustedes... El Señor, el Dios de sus padres,... es el que me envía”. Éste es mi nombre para siempre...»"
Sal. 1021-4.6-8.11: "El Señor es bondadoso y compasivo".
1Cor. 10, 1-6.10-12: "No deben ignorar que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar... fue un bautismo que los unió a Moisés. También todos comieron de la misma comida y bebieron de la misma bebida espiritual... y... era Cristo. A pesar de eso muy pocos fueron agradables a Dios... Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro... No nos rebelemos contra Dios... Todo esto sucedió... y está escrito para que nos sirva de lección... Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!"
Lc. 13, 1-9: "Se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de... sus sacrificios. Él les respondió: «¿Creen ustedes que estos galileos... eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y, si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera...» Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos, y no los encontró. Dijo... al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?” Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no la cortarás”.»"
Este domingo se nos hace notar que Dios confía en nosotros; pero es necesario que cada uno acepte su presencia en nuestra vida: ¡presencia que es sagrada, por eso hay que ‘descalzarse’! Estamos en un lenguaje que utiliza esta figura, tan presente en otras religiones, para hacernos entender que nunca deberemos pretender imponerle al Señor nuestros criterios y formas de ver y vivir. Él es el Señor y nosotros los que hemos recibido de Él la confianza de colaborar en su obra liberadora en la sociedad y en nosotros mismos, pero la obra no es nuestra, sino de Él.
Pablo nos hace notar que son muchos –yo diría todos, según la expresión de Pablo: “todos nuestros padres”– los que han recibido esta confianza del Señor, de una u otra medida, pero no todos se han ‘descalzado’ a la hora de secundar al Señor en su obra y han pretendido –¿deberíamos decir “hemos pretendido”?– imponer criterios y valoraciones a Dios, recibiendo, en respuesta, el silencio o el “quedar en el desierto” de nuestras visiones y ‘poderes’ pobres e infecundos de vida y demasiado achatados por faltarnos visión real de la realidad total, que incluye la dimensión trascendente de la misma. Por eso en el Evangelio se nos invita a convertirnos y Pablo nos pide ‘ser prudentes’, sobre todo si nos creemos ‘sabios’ o ‘fuertes’. La conversión no es para los que juzgamos malos, sino para todos, pues, ante Dios nadie es justo. No se trata de ‘portarse bien’, sino de ‘vivir’ en los criterios de Dios y con su sed de dar vida y llenar a sus hijos de la felicidad que le llena a Él y ¿quién de nosotros vive toda su vida en esta dimensión? ¿Quién de nosotros no necesita rectificar alguna actitud? ¿Quién puede decir con verdad objetiva que en su vida todo está orientado sólo y exclusivamente por Dios?
¡Todos necesitamos convertirnos, escuchar al Señor cada día y vivir en la lucha amorosa de superar toda tentación, interna o externa, que nos invita a prestar más atención a ‘nuestros intereses’, es decir, a nuestro egoísmo!
María nos anima en nuestro esfuerzo y nos auxilia en nuestra lucha por escuchar mejor al Señor.
El Señor nos conceda vivir en su presencia y en la dinámica de su Amor: ¡todos nos lo agradecerán!
Unidos en oración con María hacia una mejor vivencia de la Pascua del Señor:
P. José Mª Domènech SDB
"El Señor es bondadoso y compasivo"
La vida es muy seria, pues todo tiene sus consecuencias. Recibimos los dones de Dios, pero es necesario dar los frutos que les corresponden, pues no darlos es perjudicar, primero, a nosotros mismos; después, a los cercanos y, por fin, a los demás... Tengamos en cuenta que en todos se da el mismo proceso y que lo aprendemos de los que nos forman con su vida. Las palabras son palabras, las actitudes son vida.
¿Cuál es el camino que seguimos, en realidad, en nuestra vida? ¿Cuáles son nuestros criterios? ¿A quién obedecemos? ¿Qué frutos nos pueden agradecernos los demás? ¿Qué piensa Dios de nuestras actitudes?
Todos tenemos una misión en la vida personal y social: las dos se entrelazan, influyendo una en la otra.
Nuestra misión depende de nosotros, no de las reacciones de los demás, y la riqueza de la misma está unida a nuestra unión con el Señor que nos la confió, pues Él conoce perfectamente nuestra persona, ya que la creó, y es Señor del ambiente en el que estamos insertados. Lo más inteligente es fiarnos de Él.
La maduración personal depende de tres ‘respetos’: el de Dios –sin duda, asegurado–, el de los demás hacia nosotros –orientándonos y apoyándonos– y el nuestro hacia los que nos rodean: recibiendo con gratitud y dando los frutos que corresponden. Debemos ser prudentes y estar atentos para no fracasar.
Moisés recibe una misión que le supera, pero la recibe de Dios, que nunca le abandonará y le da su vida
“Soy el que soy”, es decir, Dios no cambia: es el Señor. Pide confianza y fidelidad, pero no las impone.
Podemos fiarnos de Dios porque, cuando pide, Él se compromete: lo demás depende de nosotros.
Pablo nos dice que los dones de Dios son para todos, pero que la responsabilidad en vivirlos es personal
Dios a todos ofrece no sólo la Salvación, sino el alimento para que ésta madure en nuestra persona e historia. Es necesario que sepamos aprender de los éxitos y fracasos de los que nos han precedido.
Nuestra vida tendrá sentido y éxito, si somos prudentes y nos convertirnos cada día para madurar más.
No hay mejores ni peores: todos somos pecadores y debemos convertirnos dando los frutos adecuados
Jesús nos llama la atención: no basta conocer la historia de otros, es necesario aprender de ella.
Nadie está exento de error, pero a todos se nos ofrece cada día la gracia de convertirnos para ser mejores.
El Señor nos trabaja y alimenta con su Vida y su Palabra: nos toca dar frutos ahora. ¡Convirtámonos!
Pidamos a María vivir atentos a los dones y a la fidelidad de Dios en una diaria y fecunda conversión.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO III
El Amor de Dios es infinito. Él nos ayuda y estimula con su confianza y compasión, pero no puede anular nuestra responsabilidad en la misión recibida
El Amor de Dios es infinito. Él nos ayuda y estimula con su confianza y compasión, pero no puede anular nuestra responsabilidad en la misión recibida
Ex. 3, 1-8a.10.13-15: "Moisés, que apacentaba las ovejas... llegó a la montaña de Dios, Horeb. Allí se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego... Al ver la zarza sin consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar... ¿Por qué será que la zarza no se consume?» ...el Señor lo llamó desde la zarza...: «¡Moisés, Moisés!» «Aquí estoy», respondió él. Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa... Yo soy el Dios de tu padre...» Moisés se cubrió el rostro... El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto... conozco muy bien sus sufrimientos. Pero he bajado para liberarlo... Ahora ve, yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo...» Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre... ¿qué les responderé?» Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy. Tú hablarás así a los israelitas: “‘Yo soy’ me envió a ustedes... El Señor, el Dios de sus padres,... es el que me envía”. Éste es mi nombre para siempre...»"
Sal. 1021-4.6-8.11: "El Señor es bondadoso y compasivo".
1Cor. 10, 1-6.10-12: "No deben ignorar que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar... fue un bautismo que los unió a Moisés. También todos comieron de la misma comida y bebieron de la misma bebida espiritual... y... era Cristo. A pesar de eso muy pocos fueron agradables a Dios... Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro... No nos rebelemos contra Dios... Todo esto sucedió... y está escrito para que nos sirva de lección... Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!"
Lc. 13, 1-9: "Se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de... sus sacrificios. Él les respondió: «¿Creen ustedes que estos galileos... eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y, si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera...» Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos, y no los encontró. Dijo... al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?” Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no la cortarás”.»"
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