diciembre 25, 2013

Natividad del Señor 2013


Tenemos la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para esta Navidad.


Son muchas las religiones en el mundo y todas se esfuerzan por encontrar a Dios y contentarlo.

Son muchas, y constantes, las búsquedas que los hombres hacen para encontrar el camino de la felicidad, de la eterna juventud y de una paz estable en la vida personal y social. Y ¡cuántas decepciones!

Mucha buena voluntad, pero los resultados son efímeros y, por eso, descorazonadores.

Muchas veces pensamos que ese dios que debería resolvernos los problemas y darnos soluciones y seguridad, es una falla. Y ¡es muy cierto! porque a ese dios ¡nos lo hemos inventado! ¡¡No existe!!

¿Cuál es la verdad? ¿Existen caminos verdaderos para la Paz y Felicidad? ¿Dónde? Y se sigue ensayando. Nos hablan de la ‘Globalización’, de la ‘New Age’, de la ‘Fraternidad Universal’. Ellas acusan de desavenencias a las religiones monoteístas: su Dios ‘único’, sus doctrinas ‘verdaderas’ y moral ‘inmóvil’ son un problema porque no se adaptan a las nuevas ‘realidades’ y ‘necesidades’.

Es verdad, algunas de estas religiones están en conflicto: o se rechazan o se desconocen o se condenan. ¡Cómo nos cuesta dialogar desde lo religioso! ¿Hay una religión verdadera? ¿Cuál?

Dios, como nuestro Padre-Madre que es, pensó siempre en nosotros desde su Amor personal

La Fe cristiana bien vivida –dado que es Vida, más que religión, aunque se exprese en formas religiosas– no busca a Dios, sino que le acepta con sencilla y dócil humildad, como María, pues ha sido el Dios amoroso quien nos visitó y nos invitó a aceptarle en nuestra vida como a Padre-Madre Providente y Amoroso, Hijo Salvador y Espíritu Santificador, Comunión Trinitaria, a la que nos invita a unirnos con el derecho propio de ser sus hijos. Nos lo ha dicho de múltiples formas y desde el principio de nuestra historia. ¿Quién le acepta y hace caso? ¡Ése es nuestro problema!

El cristiano es la voz del mensajero que anuncia a la humanidad la Buena Noticia: Dios nos viene a salvar con su Paz; sí, la suya, feliz, fiel y eterna. Paz con mayúscula, la Paz de Dios, la que Él puso en el propio interior del hombre, la que Dios nos ofreció gozar desde que nos creó en el seno materno a cada uno personalmente. ¡Es por eso que todos deseamos ser felices! ¡¡Lo tenemos dentro!!

Dios cada día se nos acerca, en su Hijo amado, para salvarnos de lo que quita la vida y la alegría.

La propuesta divina de Vida Nueva nos fue comunicada no por un mensajero, oráculo o sueño o por iluminadas intuiciones y convicciones vitales de alguien. Sino por el Hijo, el mismo Hijo único de Dios. Sí, se hizo hombre y aprendió a vivir, desde su naturaleza humana, como hijo de Dios. Él vivió nuestra vida, hasta su donación-sacrificio definitivo, para nuestra definitiva liberación.

Por eso Él es el Señor del Universo, el modelo acabado de toda persona humana, de Él recibimos todos los beneficios de Gracia y Vida Eterna como parte vital de nuestra historia y cultura. Dios, Padre de todos sin excepción, nos llama a ser sus hijos, discípulos y misioneros: testigos de su Amor.

Navidad: Dios se hizo de nuestra naturaleza invitándonos a ser como Él: íntimos amigos y apóstoles

Pablo fue claro: “para mí vivir es Cristo” (Flp. 1, 21): sólo en Cristo tiene sentido mi vida.

Recibirle todos los días en mi vida, y en toda persona que nos rodea, es adelantar la eternidad, hacerla historia viva en el hoy de cada persona y cultura, pues la llenamos de la Vida, Paz y Alegría de Dios.

Jesús es Palabra viva de Dios, aprendamos cada día de María a estar atentos a la Presencia de Dios en nosotros y en todos los hermanos. Ella nos pide hacer con todos hoy lo que Él nos diga. Así haremos historia en el día a día el Amor de Dios: todos los días será Navidad en nuestros ambientes.

Pidamos a María que nos enseñe a vivir mejor cada día la Palabra para servir a los hermanos.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

NATIVIDAD DEL SEÑOR
(Misa del día)

Dios está tan interesado en la vida y grandeza de la persona humana que se hizo uno de nosotros para salvarnos y enseñarnos a vivir alegres

Is. 52, 7-10:
¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la Buena Noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación y dice a Sión: «Tu Dios reina» ¡Escucha!... ¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén porque el Señor consuela a su pueblo! El Señor desnuda su brazo... y todos los confines de la tierra verán la Salvación de nuestro Dios.

Sal. 97: Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Hb. 1, 1-6:
En diversas ocasiones y de muchos modos, Dios antiguamente habló a nuestros padres por boca de los profetas; pero, ahora, en estos días,... nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo... constituido heredero de todo... imagen del mismo Dios. Él es el que purificó el mundo de sus pecados... superior a los ángeles... dijo Dios...: «“Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”. Y en otro lugar, “Yo seré para Él un padre, Él será para Mí un hijo”» «Que se postren ante Él todos los ángeles de Dios».

Jn. 1, 1-18: Al principio existía quien es la Palabra... La Palabra era Dios... En ella estaba la vida... era la Luz verdadera... Ella estaba en el mundo... y el mundo no la conoció... La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo único, que vive en el seno del Padre, nos lo ha revelado.





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