Hace muchos años, cuando entré al primer grado, me enseñaron esta canción, que seguro ustedes ya conocen. Recuerdo que la cantaba una voz infantil, pero olvidé quién la escribió o compuso. Copio la letra más abajo, para compartirla. Y a continuación, como cada domingo, va el comentario del querido Padre José María.
Yo soy el buen pastor y conozco a mis ovejas
Y todas las del redil me conocen a mí.
Del redil la puerta soy, dejo entrar a mis ovejas.
Ellas conocen mi voz: es la voz de su pastor.
1. Al redil del cielo se entra por la puerta;
si es por otra parte, eres un ladrón.
2. El que viene hacia Mí tendrá vida abundante.
Yo mi vida entregaré por las redes del redil.
3. También tengo otras ovejas que no son de este aprisco,
a ellas debo apacentar y ellas oirán mi voz.
4. Sólo habrá un rebaño, sólo habrá un Pastor.
Por eso me ama el Padre: doy mi vida por amor.
El buen pastor
Y todas las del redil me conocen a mí.
Del redil la puerta soy, dejo entrar a mis ovejas.
Ellas conocen mi voz: es la voz de su pastor.
1. Al redil del cielo se entra por la puerta;
si es por otra parte, eres un ladrón.
2. El que viene hacia Mí tendrá vida abundante.
Yo mi vida entregaré por las redes del redil.
3. También tengo otras ovejas que no son de este aprisco,
a ellas debo apacentar y ellas oirán mi voz.
4. Sólo habrá un rebaño, sólo habrá un Pastor.
Por eso me ama el Padre: doy mi vida por amor.
El buen pastor
La vida de los que están llamados a ser autoridad más que un privilegio es una invitación a dar la vida como Jesús para que los que les están confiados encuentren lo necesario para tener vida abundante, de plenitud interior. Deben ser pastores como el Buen Pastor.
Es una vocación que trae consigo sufrimiento, sí, pero que es grata a Dios y beneficiosa al hombre, pues es ofrenda de la propia vida para dar vida, paz y serenidad.
Es una vida que requiere conversión continua al Maestro, quien dio su vida por nuestra paz y vida con sentido y gozo profundo y estable en medio de un mundo tan confuso y errante.
1. Dios es el pastor que nos alimenta con su propia vida.-
La presencia de Dios en la historia siempre es portadora de novedad: crea opciones de creciente maduración en la medida que se asumen con atenta y solidaria responsabilidad.
Él envía a su Hijo como el Pastor que nos da la vida librándonos del pecado y muerte.
Él anima nuestra existencia con su paterna providencia, llena de maternal cercanía que alimenta nuestra voluntad de acercarnos al hermano para apoyarlo en su camino de maduración; para llamarle a buscar la verdad, sin excusas, y a construir el bien sin quejas ni acusaciones por los descuidos o fallas ajenas, que siempre estuvieron presentes en nuestra historia.
2- Jesús nos enseña a entregarnos, como Él, a los que nos son confiados, a los que nos rodean.-
Jesús nos invita a que nuestras decisiones estén centradas en el bien de los que nos rodean. ¡Pasemos por ‘la puerta del aprisco’, que es el mismo Cristo! Si no lo hacemos somos salteadores, maleantes, ladrones, peligrosos... aunque prometamos muchas cosas ‘buenas’.
Nuestro mundo nos espera positivos, como Jesús. Para eso necesitamos aprender a meditar su Palabra, a interiorizar sus actitudes, a vivir en intimidad con su Padre, que también es el nuestro. Necesitamos ser como el Buen Pastor: dadores de vida dando la nuestra.
Pedro nos pide que no nos asuste el trabajo y el dolor que pudiere venir por nuestra entrega al hermano: esta actitud nunca será ni gratuita ni siempre bien entendida por todos, incluso los buenos podrán objetar. Tengamos paciencia y aprendamos a ofrecer, pues éste es el sacrificio agradable al Padre: el don gratuito de la vida para llenar de vida a los demás.
3. Necesitamos conversión continua al Maestro para vivir dando la Vida que lleve a la plenitud.-
Para dar la vida debemos salir de nosotros mismos: convertirnos a los hermanos, ser como Jesús, no hay otro camino. Él es la Vida en Plenitud de auto-posesión y de éxito total.
La vida que se entrega en el Señor se multiplica en los que la reciben: es la Vida de Jesús la que salva y se multiplica a través de nuestra vida y, precisamente por eso, también se desarrolla la nuestra, al aprender de Él a entregarla con su Amor, es decir sin condiciones.
Pedimos a María vivir en creciente unidad con el Buen Pastor y jamás separarnos de Él.
Es una vocación que trae consigo sufrimiento, sí, pero que es grata a Dios y beneficiosa al hombre, pues es ofrenda de la propia vida para dar vida, paz y serenidad.
Es una vida que requiere conversión continua al Maestro, quien dio su vida por nuestra paz y vida con sentido y gozo profundo y estable en medio de un mundo tan confuso y errante.
1. Dios es el pastor que nos alimenta con su propia vida.-
La presencia de Dios en la historia siempre es portadora de novedad: crea opciones de creciente maduración en la medida que se asumen con atenta y solidaria responsabilidad.
Él envía a su Hijo como el Pastor que nos da la vida librándonos del pecado y muerte.
Él anima nuestra existencia con su paterna providencia, llena de maternal cercanía que alimenta nuestra voluntad de acercarnos al hermano para apoyarlo en su camino de maduración; para llamarle a buscar la verdad, sin excusas, y a construir el bien sin quejas ni acusaciones por los descuidos o fallas ajenas, que siempre estuvieron presentes en nuestra historia.
2- Jesús nos enseña a entregarnos, como Él, a los que nos son confiados, a los que nos rodean.-
Jesús nos invita a que nuestras decisiones estén centradas en el bien de los que nos rodean. ¡Pasemos por ‘la puerta del aprisco’, que es el mismo Cristo! Si no lo hacemos somos salteadores, maleantes, ladrones, peligrosos... aunque prometamos muchas cosas ‘buenas’.
Nuestro mundo nos espera positivos, como Jesús. Para eso necesitamos aprender a meditar su Palabra, a interiorizar sus actitudes, a vivir en intimidad con su Padre, que también es el nuestro. Necesitamos ser como el Buen Pastor: dadores de vida dando la nuestra.
Pedro nos pide que no nos asuste el trabajo y el dolor que pudiere venir por nuestra entrega al hermano: esta actitud nunca será ni gratuita ni siempre bien entendida por todos, incluso los buenos podrán objetar. Tengamos paciencia y aprendamos a ofrecer, pues éste es el sacrificio agradable al Padre: el don gratuito de la vida para llenar de vida a los demás.
3. Necesitamos conversión continua al Maestro para vivir dando la Vida que lleve a la plenitud.-
Para dar la vida debemos salir de nosotros mismos: convertirnos a los hermanos, ser como Jesús, no hay otro camino. Él es la Vida en Plenitud de auto-posesión y de éxito total.
La vida que se entrega en el Señor se multiplica en los que la reciben: es la Vida de Jesús la que salva y se multiplica a través de nuestra vida y, precisamente por eso, también se desarrolla la nuestra, al aprender de Él a entregarla con su Amor, es decir sin condiciones.
Pedimos a María vivir en creciente unidad con el Buen Pastor y jamás separarnos de Él.
P. José María Doménech Corominas, sdb
CICLO A – TIEMPO DE PASCUA – DOMINGO IV
Hch. 2,14.36-41: "Pedro... dijo a la gente: «Todo el pueblo de Israel ha de saber... que este Jesús al que ustedes crucificaron Dios lo ha constituido Señor y Mesías.» ...se arrepintieron de todo corazón... Pedro les dijo: «Conviértanse cada uno... y hágase bautizar... y recibirán el don del Espíritu Santo... Apártense de esta generación innoble.» Quienes aceptaron... se hicieron bautizar..."
Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta"
1P. 2, 20b-25: "Si después de obrar bien, les toca sufrir y lo soportan con paciencia, tienen mucho mérito delante de Dios... también Cristo padeció por ustedes ...Todos ustedes ‘andaban errantes como un ganado disperso’, pero ahora han regresado al que es su pastor y guardián de sus vidas."
Jn. 10, 1-10: "Se lo digo con toda verdad: quien no entra por la puerta del aprisco... es un ladrón y un bandido. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas... llama a las suyas por su nombre y las hace salir... camina delante de ellas y ellas le siguen porque reconocen su voz... Yo soy la puerta de las ovejas... Los que entren pasando por mí, se salvarán de todo peligro, podrán entrar y salir y encontrarán buenos pastos... Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia."
Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta"
1P. 2, 20b-25: "Si después de obrar bien, les toca sufrir y lo soportan con paciencia, tienen mucho mérito delante de Dios... también Cristo padeció por ustedes ...Todos ustedes ‘andaban errantes como un ganado disperso’, pero ahora han regresado al que es su pastor y guardián de sus vidas."
Jn. 10, 1-10: "Se lo digo con toda verdad: quien no entra por la puerta del aprisco... es un ladrón y un bandido. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas... llama a las suyas por su nombre y las hace salir... camina delante de ellas y ellas le siguen porque reconocen su voz... Yo soy la puerta de las ovejas... Los que entren pasando por mí, se salvarán de todo peligro, podrán entrar y salir y encontrarán buenos pastos... Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia."
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