abril 06, 2008

Quédate con nosotros!

El querido Padre José María comparte con nosotros su comentario para hoy domingo.

Señor, quédate con nosotros

La vida fácilmente se nos oscurece: incomprensiones, dolor, perplejidades, pecado.

El Señor está cerca, siempre camina con nosotros, porque ES libre de todo y para todo.

1. Dios lo libró del dominio de la oscuridad de la muerte.-

La proclamación de Pedro es valiente: dice la verdad clara ante los que han sido no solo testigos sino hasta actores más o menos responsables. No acusa, pero no excusa... ¡Cada uno sabrá, ante la verdad de la acción glorificadora de Dios, cuál es su responsabilidad!

¡El Señor ha resucitado! Dios, su Padre, el que la gente creía que le había abandonado, lo ha librado del poder de la muerte. Poder destructivo porque provoca y actúa en la oscuridad.

2. Jesús nos enseña, con su vida, y palabra, el verdadero camino de la vida.-

Fijarse en los propios errores puede ser liberador, si se vive con espíritu humilde y veraz.

Jesús desea encaminarnos por la vida desde la verdad y la primera verdad es que somos responsables de nuestras visiones del mundo y de cada una de nuestras decisiones.

Él dialoga con sus discípulos de Emaús
, leamos ‘nosotros’, que ya se regresaban, derrotados por su visión de las cosas, a su lugar de origen. Eso es morir y transmitir muerte.

Solo entendiendo la historia con los ojos de Dios le encontramos el sentido auténtico, el de la vida, el de la felicidad: ésta es la esencia de nuestra existencia, para eso hemos nacido.

Los creyentes debemos escuchar a Jesús con el corazón y ése se nos irá inflamando poco a poco para que podamos contagiar, con nuestra convicción viva, al mundo que nos rodea.

3. Pidamos al Señor se quede con nosotros pues nos aturdimos y perdemos el camino.-

Pedro nos pide mantener nuestra Fidelidad en el Dios que resucitó a Jesús. Cuántas veces necesitamos pedirle a Jesús: ¡¡¡Quédate con nosotros!!! Pero no lo hacemos porque no estamos atentos a su Palabra, solo nos autocompadecemos como los discípulos que iban a Emaús.

La Palabra de Dios nos lleva a caminar superando nuestras contradicciones y los absurdos de nuestro mundo; más, ¡a ser testigos del amor de Dios que resucita de entre los muertos!

Jesús no fue, ni es, un superhombre sino un verdadero hombre inteligente que sabía dónde ubicar el bien y la verdad para no quedar destrozado por las circunstancias adversas, tan desconcertantes para él y para todo hombre, varón o mujer, bueno. ¡Era de Dios!

María nos enseñe a ser varones y mujeres de Dios: que saben escucharle y caminar con y como Cristo en medio de las ambigüedades de nuestro mundo, tanto externo como interno.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO DE PASCUA – DOMINGO III

Hch. 2,14.22b-28: "El día de Pentecostés, Pedro... dijo a la gente: «...escuchen bien... Jesús de Nazaret era un hombre que Dios acreditó... fue traicionado y Ustedes lo mataron... Pero Dios lo ha resucitado y le ha librado de los lazos de la muerte, pues no era posible que ella lo retuviera bajo su dominio...»"

Salmo 15: "Enséñame, Señor, el camino que conduce a la vida"

1P. 1, 17-21:
"Ustedes invocan como Padre al que juzga a cada uno... sin discriminaciones... Piensen que han sido rescatados... por la preciosa sangre de Cristo... Dios... lo ha resucitado de entre los muertos y lo ha glorificado. Por eso tienen puesta en Dios su Fe y Esperanza."

Jn. 24, 13-35: "...dos discípulos de Jesús se iban a Emaús... mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se puso a caminar con ellos, pero Dios les impedía reconocerlo... Les preguntó: «¿De qué discuten...?» Ellos... tristes se detienen y... Cleofás le responde: «Tú eres el único que no sabes lo que ha pasado?» Él preguntó: «¿Qué?» Le contestaron: «El caso de Jesús de Nazaret... lo entregaron para que fuera condenado a muerte y crucificado. Nosotros esperábamos que él fuera quien liberara a Israel. De todo esto ya hace tres días..., pero a él nadie lo ha visto.» Él les dijo: «¡Cuánto les cuesta entender...! ¿No debía el Mesías padecer esto para entrar en su gloria? Entonces... les explicó... las Escrituras...»... Le dijeron: «¡Quédate con nosotros que ya atardece!» Tomó el pan, dijo la bendición, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero desapareció... Se volvieron a Jerusalén a toda prisa..."

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