Empecemos hoy nuestra Corona de Adviento encendiendo la primera velita, mientras rezamos en familia la siguiente oración:
Encendemos, Señor, esta luz,
como quien enciende su lámpara para salir,
en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
nos levantamos para esperarte preparados
y recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven
y muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes
porque tú nos traes
la luz más clara,
la paz más inmensa
y la alegría más profunda.
¡Ven, Señor Jesús!
como quien enciende su lámpara para salir,
en la noche,
al encuentro del amigo que viene.
En esta primera semana de Adviento
nos levantamos para esperarte preparados
y recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven
y muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes
porque tú nos traes
la luz más clara,
la paz más inmensa
y la alegría más profunda.
¡Ven, Señor Jesús!
A continuación, la sugerencia homilética preparada por el Padre José María para este primer domingo de Adviento:
Adviento
Iniciamos el tiempo de Adviento. Tiempo de conversión, de búsqueda de Dios, nuestro Padre y Redentor. Lo necesitamos, pues nos hemos perdido por tantos caminos de destrucción.
¡Cuántas veces decimos que Dios se ha olvidado de nosotros! Pero la verdad es que Él vive abandonado en nuestro interior. Isaías se lamenta: ¡nadie glorifica el nombre de Dios!
El salmo suplica ver la “claridad” de Dios. Si queremos que nuestra vida tenga sentido y paz, necesitamos esforzarnos en buscar, acoger y glorificar a Dios: de esto depende el mundo.
Dios mismo ya se hizo uno de nosotros y nos ha bendecido copiosamente con todos sus dones en Cristo Jesús. Él nos apoya, con su Espíritu, para el bien de nuestra vida, pero no basta.
Velen para ser capaces de reaccionar como discípulos de Jesús en cada circunstancia
Jesús nos pide que estemos despiertos, que vigilemos, que acojamos y secundemos la presencia y acción de Dios en nuestra historia cotidiana. El lo mejor que podemos ofrecer a todos.
Jesús no presentó una doctrina religiosa; Él nos hablaba de un «acontecimiento» que está ya sucediendo: Dios ha llegado al mundo y se ha quedado por nosotros; nos pide que nuestras actitudes cambien; sólo busca que la vida, para todos, sea más digna y feliz,más humana.
El mundo nunca pide permiso, sigue adelante y atropella a los más débiles, a los que Jesús quiere hacer sentir, en el concreto del día a día, el cariño del Padre... a través de nosotros. Cada día es una responsabilidad personal y comunitaria como discípulos-misioneros de Jesús. Hemos recibido los dones de Dios para compartirlos y hacerlos fructificar en nuestro mundo.
Mantengamos la intimidad necesaria para no quedar desubicados
A esto llama Jesús construir el «Reino de Dios». Hay que estar muy atentos a su venida, a su presencia continua. La partida de Jesús lo ha hecho más universalmente presente. ¡Atentos!
Hay que vivir despiertos: abrir bien los ojos de la conciencia para no ser engañados.
Es muy urgente que nos esforcemos con ardor por intimar cada día más profundamente con el Señor para que el mundo se vaya transformando por la fuerza concreta de nuestra diaria conversión; debemos creer en la buena noticia aunque cueste verla en la realidad diaria; cambiar cada día de manera de pensar y de actuar a fuerza de buscar comprender, vivir y acoger el reino de Dios en nuestra realidad interior y exterior. Si no lo hacemos quedaremos desubicados.
Velen, pues el Señor llega hoy, ahora, aquí
Escuchamos su voz insistente: «¡vigilen!», «¡atentos!, ¡ya llega!», «¡Estén despiertos!». Es la actitud de quien decide a vivir la propia vida desde el Evangelio.
Velen significa profundizar nuestra vida espiritual y sus consecuencias, no dejarse atrapar por el placer y la superficialidad de la vida. Despertar y organizar la esperanza, no vivir en quejas, críticas o condenas. Atrevernos a ser explícitamente coherentes, aunque nos digan “raros”. ¡Acrecentemos cada día en nosotros el esfuerzo de buscar el bien de todos; vivamos, como y con Jesús, apasionadamente la gran aventura del Amor de Dios en el hoy, aquí y ahora!
Pidamos a María nos enseñe a vigilar y, así, ser mejores discípulos-misioneros de Jesús.
¡Cuántas veces decimos que Dios se ha olvidado de nosotros! Pero la verdad es que Él vive abandonado en nuestro interior. Isaías se lamenta: ¡nadie glorifica el nombre de Dios!
El salmo suplica ver la “claridad” de Dios. Si queremos que nuestra vida tenga sentido y paz, necesitamos esforzarnos en buscar, acoger y glorificar a Dios: de esto depende el mundo.
Dios mismo ya se hizo uno de nosotros y nos ha bendecido copiosamente con todos sus dones en Cristo Jesús. Él nos apoya, con su Espíritu, para el bien de nuestra vida, pero no basta.
Velen para ser capaces de reaccionar como discípulos de Jesús en cada circunstancia
Jesús nos pide que estemos despiertos, que vigilemos, que acojamos y secundemos la presencia y acción de Dios en nuestra historia cotidiana. El lo mejor que podemos ofrecer a todos.
Jesús no presentó una doctrina religiosa; Él nos hablaba de un «acontecimiento» que está ya sucediendo: Dios ha llegado al mundo y se ha quedado por nosotros; nos pide que nuestras actitudes cambien; sólo busca que la vida, para todos, sea más digna y feliz,más humana.
El mundo nunca pide permiso, sigue adelante y atropella a los más débiles, a los que Jesús quiere hacer sentir, en el concreto del día a día, el cariño del Padre... a través de nosotros. Cada día es una responsabilidad personal y comunitaria como discípulos-misioneros de Jesús. Hemos recibido los dones de Dios para compartirlos y hacerlos fructificar en nuestro mundo.
Mantengamos la intimidad necesaria para no quedar desubicados
A esto llama Jesús construir el «Reino de Dios». Hay que estar muy atentos a su venida, a su presencia continua. La partida de Jesús lo ha hecho más universalmente presente. ¡Atentos!
Hay que vivir despiertos: abrir bien los ojos de la conciencia para no ser engañados.
Es muy urgente que nos esforcemos con ardor por intimar cada día más profundamente con el Señor para que el mundo se vaya transformando por la fuerza concreta de nuestra diaria conversión; debemos creer en la buena noticia aunque cueste verla en la realidad diaria; cambiar cada día de manera de pensar y de actuar a fuerza de buscar comprender, vivir y acoger el reino de Dios en nuestra realidad interior y exterior. Si no lo hacemos quedaremos desubicados.
Velen, pues el Señor llega hoy, ahora, aquí
Escuchamos su voz insistente: «¡vigilen!», «¡atentos!, ¡ya llega!», «¡Estén despiertos!». Es la actitud de quien decide a vivir la propia vida desde el Evangelio.
Velen significa profundizar nuestra vida espiritual y sus consecuencias, no dejarse atrapar por el placer y la superficialidad de la vida. Despertar y organizar la esperanza, no vivir en quejas, críticas o condenas. Atrevernos a ser explícitamente coherentes, aunque nos digan “raros”. ¡Acrecentemos cada día en nosotros el esfuerzo de buscar el bien de todos; vivamos, como y con Jesús, apasionadamente la gran aventura del Amor de Dios en el hoy, aquí y ahora!
Pidamos a María nos enseñe a vigilar y, así, ser mejores discípulos-misioneros de Jesús.
P. José María Doménech Corominas, sdb
CICLO B – TIEMPO DE ADVIENTO – DOMINGO I
Is. 62, 16b-17.19b. 64, 2b, 7: "Señor, Tú eres nuestro Padre... nuestro Redentor, Señor, ¿por qué permites que nos desvíen de tus caminos y que nuestros corazones dejen de creer en Ti?... ¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras...! ...Jamás ningún oído ha escuchado ni ningún ojo ha visto un Dios como Tú..."
Salmo 79: "Dios del Universo, ¡renuévanos!; haznos ver la claridad de tu mirada."
1ªCor. 1, 3-9: "Siempre bendigo a Dios por ustedes pensando en la gracia que les ha dado en Cristo Jesús... Él les mantendrá firmes hasta el fin, para que... sean encontrados irreprensibles. Dios es fiel y es Él quien les ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo."
Mc. 13, 33-37: "Estén atentos y velen. No saben cuándo llegará el tiempo decisivo... al portero le recomienda que vele... porque no saben cuándo llegará el dueño de casa... Miren que no les encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Velen!"
Salmo 79: "Dios del Universo, ¡renuévanos!; haznos ver la claridad de tu mirada."
1ªCor. 1, 3-9: "Siempre bendigo a Dios por ustedes pensando en la gracia que les ha dado en Cristo Jesús... Él les mantendrá firmes hasta el fin, para que... sean encontrados irreprensibles. Dios es fiel y es Él quien les ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo."
Mc. 13, 33-37: "Estén atentos y velen. No saben cuándo llegará el tiempo decisivo... al portero le recomienda que vele... porque no saben cuándo llegará el dueño de casa... Miren que no les encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Velen!"