Hace 2008 años nació nuestro Dios, nuestro Salvador. Felices nosotros!
Les anunciamos, hermanos,
una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo.
Escúchenla con corazón gozoso:
Nació Jesús, Dios eterno,
hijo del eterno Padre
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador
que los hombres esperaban
una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo.
Escúchenla con corazón gozoso:
Nació Jesús, Dios eterno,
hijo del eterno Padre
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador
que los hombres esperaban
Tomado de El Pan del Alma
NATIVIDAD DEL SEÑOR
Son muchas las religiones en el mundo y se esfuerzan por encontrar a Dios. Son muchas las tentativas que los hombres han hecho para encontrar el camino de la felicidad, de la eterna juventud y de una vida personal y social en paz.
Mucha buena voluntad, pero de efímeros resultados y decepcionante duración.
Muchas veces pensamos que el dios resolutor de problemas y proporcionador de solu-ciones y seguridad es una falla. Y no nos equivocamos: no existe, ¡nos lo hemos inventado!
¿Cuál es la verdad? ¿Dónde están los verdaderos caminos de la paz?
Y se sigue ensayando. Nos hablan de la Globalización, de la “New Age”, de la
Fraternidad Universal. Se nos dice que la culpa de las desavenencias la tienen las religiones establecidas con su Dios único, con doctrinas estables y moral fija pues no se adaptan a las “nuevas realidades y necesidades”. Las mismas religiones están en conflicto entre ellas mismas: o rechazan o cuestionan o desprecian a las demás concepciones religiosas.
El cristianismo bien vivido –puesto que es vida, más que religión, aunque se exprese en formas religiosas– no busca a Dios, sino que le acoge con sencilla y dócil humildad, como María, pues ha sido el Dios amoroso quien nos visitó y nos invitó a aceptarle en nuestra propia vida como a Padre Providente, Hijo Salvador y Espíritu Santificador, Comunión Trinitaria, a la que nos invita a unirnos con los derechos propios de sus hijos. Dios nos lo ha dicho de múltiples formas y desde hace mucho tiempo, pero ¿quién le escucha, acoge y hace caso?
El cristiano es la voz del mensajero que anuncia a la humanidad la Buena Noticia del Dios que nos viene a salvar y que nos trae la Paz. Sí, con mayúscula, la Paz de Dios, la que anida en el propio interior del hombre, la que Dios nos ofreció gozar desde que nos creó en el seno materno al unirse el óvulo y el espermatozoide. ¡Por eso todos deseamos ser felices!
Dios viene a nosotros para salvarnos de toda opresión... su propuesta de Vida Nueva nos fue comunicada no por un mensajero u oráculo o un sueño o en iluminadas intuiciones o convicciones vitales... sino por el Hijo, el mismo Hijo Único de Dios que comprometió su vida hasta la entrega total y definitiva a nuestro favor.
Él es el Señor del Universo, el modelo acabado de persona humana, por Él nos han ve-nido todos los beneficios de Vida Eterna y de Gracia constante para que se hagan parte de nuestra historia y cultura la constante relación amical con Dios, Padre de todos sin excepción.
Pablo fue claro: “para mí vivir es Cristo” (Flp. 1, 21), es decir, solo en Cristo tiene sentido mi vida. Acogerle todos los días en mi vida y en toda persona que nos rodea es adelantar la eternidad, hacerla historia concreta en el hoy de cada cultura llenándola de la alegría de Dios.
La vida humana será verdaderamente tal, como Dios la quiere, es decir, llena de la Vida de Dios, si Dios está realmente presente en ella, si la Palabra es su maestra de vida cotidiana, si los pobres la encuentran educativamente cercana, para eso todos debemos vivir con responsable regularidad la celebración eucarística y la reconciliación.
Jesús es Palabra viva de Dios, aprendamos de María a estar atentos y acoger su presencia en nosotros haciendola vida. María nos pide que hagamos todos los días lo que Él nos diga. Pidámosle que nos enseñe a vivir en esta actitud siempre: así todos los días serán Navidad.
Mucha buena voluntad, pero de efímeros resultados y decepcionante duración.
Muchas veces pensamos que el dios resolutor de problemas y proporcionador de solu-ciones y seguridad es una falla. Y no nos equivocamos: no existe, ¡nos lo hemos inventado!
¿Cuál es la verdad? ¿Dónde están los verdaderos caminos de la paz?
Y se sigue ensayando. Nos hablan de la Globalización, de la “New Age”, de la
Fraternidad Universal. Se nos dice que la culpa de las desavenencias la tienen las religiones establecidas con su Dios único, con doctrinas estables y moral fija pues no se adaptan a las “nuevas realidades y necesidades”. Las mismas religiones están en conflicto entre ellas mismas: o rechazan o cuestionan o desprecian a las demás concepciones religiosas.
El cristianismo bien vivido –puesto que es vida, más que religión, aunque se exprese en formas religiosas– no busca a Dios, sino que le acoge con sencilla y dócil humildad, como María, pues ha sido el Dios amoroso quien nos visitó y nos invitó a aceptarle en nuestra propia vida como a Padre Providente, Hijo Salvador y Espíritu Santificador, Comunión Trinitaria, a la que nos invita a unirnos con los derechos propios de sus hijos. Dios nos lo ha dicho de múltiples formas y desde hace mucho tiempo, pero ¿quién le escucha, acoge y hace caso?
El cristiano es la voz del mensajero que anuncia a la humanidad la Buena Noticia del Dios que nos viene a salvar y que nos trae la Paz. Sí, con mayúscula, la Paz de Dios, la que anida en el propio interior del hombre, la que Dios nos ofreció gozar desde que nos creó en el seno materno al unirse el óvulo y el espermatozoide. ¡Por eso todos deseamos ser felices!
Dios viene a nosotros para salvarnos de toda opresión... su propuesta de Vida Nueva nos fue comunicada no por un mensajero u oráculo o un sueño o en iluminadas intuiciones o convicciones vitales... sino por el Hijo, el mismo Hijo Único de Dios que comprometió su vida hasta la entrega total y definitiva a nuestro favor.
Él es el Señor del Universo, el modelo acabado de persona humana, por Él nos han ve-nido todos los beneficios de Vida Eterna y de Gracia constante para que se hagan parte de nuestra historia y cultura la constante relación amical con Dios, Padre de todos sin excepción.
Pablo fue claro: “para mí vivir es Cristo” (Flp. 1, 21), es decir, solo en Cristo tiene sentido mi vida. Acogerle todos los días en mi vida y en toda persona que nos rodea es adelantar la eternidad, hacerla historia concreta en el hoy de cada cultura llenándola de la alegría de Dios.
La vida humana será verdaderamente tal, como Dios la quiere, es decir, llena de la Vida de Dios, si Dios está realmente presente en ella, si la Palabra es su maestra de vida cotidiana, si los pobres la encuentran educativamente cercana, para eso todos debemos vivir con responsable regularidad la celebración eucarística y la reconciliación.
Jesús es Palabra viva de Dios, aprendamos de María a estar atentos y acoger su presencia en nosotros haciendola vida. María nos pide que hagamos todos los días lo que Él nos diga. Pidámosle que nos enseñe a vivir en esta actitud siempre: así todos los días serán Navidad.
P. José María Doménech Corominas, sdb
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Is. 52, 7-10: "¡Qué alegría sentir en las montañas los pasos del que anuncia la paz y nos trae la Buena Nueva, que nos anuncia la salvación... escucha qué exclamaciones de gozo: ven cara a cara cómo el Señor vuelve a Sión..."
Salmo 97: "De un extremo al otro de la tierra todos han visto la salvación de nuestro Dios."
Hb. 1, 1-6: "En diversas ocasiones y de muchos modos, Dios antiguamente había hablado a nuestros padres por boca de los profetas, pero ahora, en estos días,... nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo... «Que se postren ante Él todos los ángeles de Dios.»"
Jn. 1, 1-18: "Al principio existía quien era la Palabra... Existía quien es la Luz verdadera... estaba presente al mundo, pero el mundo no la reconoció... Quien es la Palabra se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros y hemos contemplado su gloria... A Dios nadie jamás le ha visto, el Dios Hijo único, quien está en el seno del Padre, es quien nos lo ha revelado."
Imagen coloreada por las niñas de la Casa Santa Ana - Cañete, Perú.
Salmo 97: "De un extremo al otro de la tierra todos han visto la salvación de nuestro Dios."
Hb. 1, 1-6: "En diversas ocasiones y de muchos modos, Dios antiguamente había hablado a nuestros padres por boca de los profetas, pero ahora, en estos días,... nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo... «Que se postren ante Él todos los ángeles de Dios.»"
Jn. 1, 1-18: "Al principio existía quien era la Palabra... Existía quien es la Luz verdadera... estaba presente al mundo, pero el mundo no la reconoció... Quien es la Palabra se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros y hemos contemplado su gloria... A Dios nadie jamás le ha visto, el Dios Hijo único, quien está en el seno del Padre, es quien nos lo ha revelado."
Imagen coloreada por las niñas de la Casa Santa Ana - Cañete, Perú.
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