El padre José María nos envía su mensaje para esta semana:
Después de abrir el Tiempo Ordinario de este año litúrgico con la meditación sobre el Bautismo de Jesús como una invitación a ser serios en la responsabilidad de vivir el don que hemos recibido para el bien de la Humanidad entera, el Señor, en la liturgia de este domingo, nos invita a tomar conciencia de que Él es el que nos lo da todo y su motivación es el Amor personal que nos tiene: somos su "esposa".
Ciertamente, como todos podemos asegurarlo, somos una esposa más bien infiel, pero Él, en su Amor Eterno e Incondicionado, es fiel sin dudas ni restricciones. Su Amor no responde a nuestras actitudes, pues las precede todas y las supera... Si no fuera así, ¿cómo podría elevarnos al nivel que requiere la Vocación a la que estamos llamados? ¡¡¡Hemos sido creados, llamados, a SER COMO DIOS!!! Y solo Dios puede tener éxito en esto. Pero, como los llamados somos nosotros, y somos libres para poder dialogar dignamente con Quien nos llama, eso quiere decir que los que debemos decidir somos nosotros: Dios, como esposo amante, nos da todo lo que es, que es lo único que una persona tiene de verdad, y nosotros, como esposa amada que aprende a amar, gracias al Amor que recibe, respondemos con actitudes de amor, es decir, de don de vida.
Dios insistirá mientras tengamos tiempo para responder, pues cuanto mejor y más profunda sea nuestra respuesta, más gozosa será la vida no solo personal nuestra sino también la global que desarrollemos, pues todo, en esta creación, se relaciona con nuestra vida: somos el centro difusor y ordenador de la Naturaleza creada por nuestro esposo, Dios, Comunón Trinitaria.
Dios sabe que si no se une a nosotros en totalidad y fidelidad inquebrantable, nuestra vida va a ser un fracaso, pues somos débiles y en continuo proceso de maduración, nunca acabado y con un continuo peligro de grave retroceso. Necesitamos quien nos acompañe, apoye, ayude, alimente nuesta voluntad de vivir y dar vida (que es la única forma "humana" de vivir). Esa es la tarea de un cónyuge, no importa si es mujer o varón, pues, en esto, la sexualidad no es otra cosa que una característica externa... Tanto así que el Señor nos dice que la relación de Amor incondicional y dador de vida, seguirá incólume y crecerá, pero la relación en sexualidad desaparecerá, pues ya no tendrá sentido al no tener un cuerpo mortal, como el actual.
Nuestro Bautismo trasciende el rito, como todos los sacramentos, pues es una acción divina constante que, naciendo de su Amor esponsal, nos anima a madurar para que también nuestro amor se haga esponsal con nuestros hermanos, es decir, que les llenemos de vida y alegría, que les demos lo mejor de nosotros mismos. Después de todo, para eso lo hemos recibido del Padre en el Hijo por la animación del Espíritu.
Dios nos bendiga a todos y nos encuentre abiertos y disponibles, como María, a su Gracia y Salvación.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Para perder reales oportunidades y verdaderas riquezas, nada mejor que estar borracho de soberbia, poder, riquezas o de ansias de libertad o grandeza o poder o placer o felicidad…
Todo lo que nos cierre en nosotros mismos nos perjudica, ya que nacimos para ser como Dios y Él jamás se ensimisma, porque es Amor-Comunión de bienes-Comunicación para todos.
El matrimonio real, no la perversión que algunos han hecho de él en la actualidad, es la unión más perfecta que existe en la naturaleza humana; alianza que se defiende muchas veces hasta con la vida. Dios escogió esta alianza para significar su unión con la humanidad, toda ella llamada a ser Su Pueblo y no solo esto, sino el mismo Cuerpo de Cristo, según el Apóstol.
A esta alianza Dios le da lo mejor y más exquisito de Sí Mismo: Le da ‘el mejor vino’.
Israel, vuelto del exilio, por causa de sus pecados, es inundado por el Amor conyugal de Dios
Dios no escoge a su Pueblo entre los grandes, sino entre los minúsculos y débiles, entre aquéllos de los que nadie esperaría nada. Dios es Padre que Salva y Eleva, sin fin, la dignidad de sus hijos para que consigan su fin: ser como Dios, según el modelo de su Hijo Unigénito.
El Señor eleva a la persona humana regalándole sus dones, ¡más!: AUTO-REGALÁNDOSE.
También nosotros recibimos de Dios todos los dones para el bien de toda la humanidad
¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué Dios escoge a los últimos? Yo creo, guiado por la Palabra, que, al menos, hay tres razones: primera, sólo Él puede salvar pues es el único que nos ama gratuitamente y nos conoce por dentro; segunda, para que nadie se sienta excluido del amor gratuito de Dios; tercera, porque, si Él no lo hiciera, se perderían, ya que los que se encaraman al poder y luchan, a todo costo, para mantenerse en él, nunca los atenderán como lo necesitan.
Todos somos beneficiarios del Amor-Don de Dios para que, enriquecidos, enriquezcamos y construyamos unidad como Dios es Uno. María es maestra en esta actitud de servicio y disponibilidad, aunque, unas veces, deba soportar incomodidades y, otras, se vea empujada a insistir.
Es necesario ser libres-sobrios para gustar de los dones plenos de alegría que Cristo nos regala
Los dones de Dios en Cristo, el mejor vino, siempre gratuito, piden atención y la disciplina del amor. Quienes están satisfechos, embotados por el poder o el placer o esclavos de sí mismos, o no los perciben o no los gustan o confunden su fin; ¡¡olvidan que valen la Vida de Dios!!
El gozo de la Paz y Alegría de Dios exigen Fe integral, servicio humilde y respeto honesto.
María nos enseñe a vivir como servidores de la Vida de nuestros hermanos: ¡de su alegría!
Is. 62, 1-5: "Por amor a Sión no callaré, por Jerusalén no descansaré hasta que brille… su Salvación… Todos los reyes verán tu gloria y te darán un nombre nuevo pronunciado por el Señor… No podrán llamarte nunca más “La-Abandonada”, ni te dirán “La-Desolada”; a ti te dirán “Yo-te-Amo” y a tu tierra “Tiene-Esposo”… Tu Dios te desposará…"
Sal. 95: "Cuenten a todos los pueblos los prodigios que hizo el Señor"
1Cor. 12, 4-11: "Los dones recibidos son muy diferentes, pero uno solo es el Espíritu. Son diversos los servicios pero uno solo el Señor al que servimos. Distintos los milagros, pero todos son obra de un solo Dios… para el bien de todos… Todos estos dones son obra de un único Espíritu, que los distribuye en particular a cada uno según bien le parece".
Jn. 2, 1-12: "En Caná de Galilea se celebraba una boda y la madre de Jesús fue invitada; invitaron también a Jesús y sus discípulos. Al ver que se les acababa el vino, la madre de Jesús le dice: «No tienen vino» Jesús le responde: «¿Por qué me lo dices a mí, mujer? ¿Es ésta mi hora?» La madre dijo a los que servían: «Hagan lo que Él les diga»… Jesús les indicó: «Llenen de agua estas tinajas… Llévenle al responsable del servicio»… El responsable la probó… llamó al novio y le dijo: «Todos dan el vino bueno al principio y, cuando los invitados han bebido mucho, les dan los ordinarios; pero tú has guardado para el final el mejor»… Así Jesús mostró su gloria y sus discípulos creyeron en Él…"
Después de abrir el Tiempo Ordinario de este año litúrgico con la meditación sobre el Bautismo de Jesús como una invitación a ser serios en la responsabilidad de vivir el don que hemos recibido para el bien de la Humanidad entera, el Señor, en la liturgia de este domingo, nos invita a tomar conciencia de que Él es el que nos lo da todo y su motivación es el Amor personal que nos tiene: somos su "esposa".
Ciertamente, como todos podemos asegurarlo, somos una esposa más bien infiel, pero Él, en su Amor Eterno e Incondicionado, es fiel sin dudas ni restricciones. Su Amor no responde a nuestras actitudes, pues las precede todas y las supera... Si no fuera así, ¿cómo podría elevarnos al nivel que requiere la Vocación a la que estamos llamados? ¡¡¡Hemos sido creados, llamados, a SER COMO DIOS!!! Y solo Dios puede tener éxito en esto. Pero, como los llamados somos nosotros, y somos libres para poder dialogar dignamente con Quien nos llama, eso quiere decir que los que debemos decidir somos nosotros: Dios, como esposo amante, nos da todo lo que es, que es lo único que una persona tiene de verdad, y nosotros, como esposa amada que aprende a amar, gracias al Amor que recibe, respondemos con actitudes de amor, es decir, de don de vida.
Dios insistirá mientras tengamos tiempo para responder, pues cuanto mejor y más profunda sea nuestra respuesta, más gozosa será la vida no solo personal nuestra sino también la global que desarrollemos, pues todo, en esta creación, se relaciona con nuestra vida: somos el centro difusor y ordenador de la Naturaleza creada por nuestro esposo, Dios, Comunón Trinitaria.
Dios sabe que si no se une a nosotros en totalidad y fidelidad inquebrantable, nuestra vida va a ser un fracaso, pues somos débiles y en continuo proceso de maduración, nunca acabado y con un continuo peligro de grave retroceso. Necesitamos quien nos acompañe, apoye, ayude, alimente nuesta voluntad de vivir y dar vida (que es la única forma "humana" de vivir). Esa es la tarea de un cónyuge, no importa si es mujer o varón, pues, en esto, la sexualidad no es otra cosa que una característica externa... Tanto así que el Señor nos dice que la relación de Amor incondicional y dador de vida, seguirá incólume y crecerá, pero la relación en sexualidad desaparecerá, pues ya no tendrá sentido al no tener un cuerpo mortal, como el actual.
Nuestro Bautismo trasciende el rito, como todos los sacramentos, pues es una acción divina constante que, naciendo de su Amor esponsal, nos anima a madurar para que también nuestro amor se haga esponsal con nuestros hermanos, es decir, que les llenemos de vida y alegría, que les demos lo mejor de nosotros mismos. Después de todo, para eso lo hemos recibido del Padre en el Hijo por la animación del Espíritu.
Dios nos bendiga a todos y nos encuentre abiertos y disponibles, como María, a su Gracia y Salvación.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
"El Señor se desposó con nosotros"
Para perder reales oportunidades y verdaderas riquezas, nada mejor que estar borracho de soberbia, poder, riquezas o de ansias de libertad o grandeza o poder o placer o felicidad…
Todo lo que nos cierre en nosotros mismos nos perjudica, ya que nacimos para ser como Dios y Él jamás se ensimisma, porque es Amor-Comunión de bienes-Comunicación para todos.
El matrimonio real, no la perversión que algunos han hecho de él en la actualidad, es la unión más perfecta que existe en la naturaleza humana; alianza que se defiende muchas veces hasta con la vida. Dios escogió esta alianza para significar su unión con la humanidad, toda ella llamada a ser Su Pueblo y no solo esto, sino el mismo Cuerpo de Cristo, según el Apóstol.
A esta alianza Dios le da lo mejor y más exquisito de Sí Mismo: Le da ‘el mejor vino’.
Israel, vuelto del exilio, por causa de sus pecados, es inundado por el Amor conyugal de Dios
Dios no escoge a su Pueblo entre los grandes, sino entre los minúsculos y débiles, entre aquéllos de los que nadie esperaría nada. Dios es Padre que Salva y Eleva, sin fin, la dignidad de sus hijos para que consigan su fin: ser como Dios, según el modelo de su Hijo Unigénito.
El Señor eleva a la persona humana regalándole sus dones, ¡más!: AUTO-REGALÁNDOSE.
También nosotros recibimos de Dios todos los dones para el bien de toda la humanidad
¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué Dios escoge a los últimos? Yo creo, guiado por la Palabra, que, al menos, hay tres razones: primera, sólo Él puede salvar pues es el único que nos ama gratuitamente y nos conoce por dentro; segunda, para que nadie se sienta excluido del amor gratuito de Dios; tercera, porque, si Él no lo hiciera, se perderían, ya que los que se encaraman al poder y luchan, a todo costo, para mantenerse en él, nunca los atenderán como lo necesitan.
Todos somos beneficiarios del Amor-Don de Dios para que, enriquecidos, enriquezcamos y construyamos unidad como Dios es Uno. María es maestra en esta actitud de servicio y disponibilidad, aunque, unas veces, deba soportar incomodidades y, otras, se vea empujada a insistir.
Es necesario ser libres-sobrios para gustar de los dones plenos de alegría que Cristo nos regala
Los dones de Dios en Cristo, el mejor vino, siempre gratuito, piden atención y la disciplina del amor. Quienes están satisfechos, embotados por el poder o el placer o esclavos de sí mismos, o no los perciben o no los gustan o confunden su fin; ¡¡olvidan que valen la Vida de Dios!!
El gozo de la Paz y Alegría de Dios exigen Fe integral, servicio humilde y respeto honesto.
María nos enseñe a vivir como servidores de la Vida de nuestros hermanos: ¡de su alegría!
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
CICLO C - TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO II
El Señor se desposó con nosotros, nos ama como familia suya y nos da sus dones, ¿nos percatamos y acogemos todo lo que nos regala?
El Señor se desposó con nosotros, nos ama como familia suya y nos da sus dones, ¿nos percatamos y acogemos todo lo que nos regala?
Is. 62, 1-5: "Por amor a Sión no callaré, por Jerusalén no descansaré hasta que brille… su Salvación… Todos los reyes verán tu gloria y te darán un nombre nuevo pronunciado por el Señor… No podrán llamarte nunca más “La-Abandonada”, ni te dirán “La-Desolada”; a ti te dirán “Yo-te-Amo” y a tu tierra “Tiene-Esposo”… Tu Dios te desposará…"
Sal. 95: "Cuenten a todos los pueblos los prodigios que hizo el Señor"
1Cor. 12, 4-11: "Los dones recibidos son muy diferentes, pero uno solo es el Espíritu. Son diversos los servicios pero uno solo el Señor al que servimos. Distintos los milagros, pero todos son obra de un solo Dios… para el bien de todos… Todos estos dones son obra de un único Espíritu, que los distribuye en particular a cada uno según bien le parece".
Jn. 2, 1-12: "En Caná de Galilea se celebraba una boda y la madre de Jesús fue invitada; invitaron también a Jesús y sus discípulos. Al ver que se les acababa el vino, la madre de Jesús le dice: «No tienen vino» Jesús le responde: «¿Por qué me lo dices a mí, mujer? ¿Es ésta mi hora?» La madre dijo a los que servían: «Hagan lo que Él les diga»… Jesús les indicó: «Llenen de agua estas tinajas… Llévenle al responsable del servicio»… El responsable la probó… llamó al novio y le dijo: «Todos dan el vino bueno al principio y, cuando los invitados han bebido mucho, les dan los ordinarios; pero tú has guardado para el final el mejor»… Así Jesús mostró su gloria y sus discípulos creyeron en Él…"
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