octubre 17, 2010

"Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor"

A continuación, el mensaje y la sugerencia homilética para este domingo 17, que nos envía el querido padre José María.

Para nuestro Padre Dios no hay nada más importante que nosotros, por eso envió a su Hijo y nos regala el Espíritu Santo en cada sacramento y en cada Palabra.

La muerte de Cristo en la obediencia más digna, difícil y tan profundamente aceptada y en medio de una humillación sin igual ni nombre ni parangón en la historia de la humanidad, nos muestra no sólo hasta dónde Dios está centrado y muy comprometido con nuestra vida y felicidad, para que logremos ser como Él, aun aceptando todas las dificultades y caídas posibles, sino hasta dónde nuestra soberbia nos puede llevar a la necedad, inobjetividad y ceguera aberrante que nos mueva a hacer con otros lo que jamás aceptaríamos que alguien siquiera pensara en hacernos a nosotros.

Ciertamente nuestro mundo nos pone muchas dificultades para creer de verdad.

Y cuando hablo de "nuestro mundo" no me refiero sólo a la realidad que nos rodea, sino a nuestro mundo interior, a la realidad que nosotros construimos en nuestro interior y en la que nosotros mismos nos armamos muchas trampas y engaños y generamos visiones equivocadas, teorías y situaciones peligrosas en las que acabamos atrapados y hundidos y llorando nuestro fracaso, aunque culpemos a otros por ceguera o cobardía.

Si no oramos insistentemente, nunca llegaremos a vivir, por la Fe, en el Reino de Dios y en la felcidad que deseamos, porque su derecho y su anhelo lo tenemos gritando dentro de nosotros mismos desde que Dios nos creó invitándonos a ser sus hijos, y, por tanto, felices y grandes como Él, creadores de Comunión, de Paz, de Armonía, de Amor y Salud interior, personal, social y en la misma naturaleza.

El rescate de los mineros chilenos y del boliviano nos dice que, apoyados en Dios, podemos jugarnos la vida por los hermanos y hacer maravillas, aun con recursos limitados.

Orar para ser fieles, orar siempre para ser fuertes, orar sin fin para ser cada día más perseverantes.

Pidamos al Señor unos por otros, por nuestra fidelidad y veremos cómo, también hoy, se dan las maravillas y los milagros que escuchamos de otros y de otros tiempos.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB

"Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor"

¿Qué nos mueve, concretamente, en nuestra vida? ¿“Perdemos el sueño” por algo? ¿A qué dedicamos nuestras energías y esfuerzos? ¿Qué deseamos conseguir? ¿A qué somos fieles realmente? ¿En qué insistimos? ¿Qué nos duele no lograr todavía?

La vida ‘se derrama’ por los cauces de lo que amamos y asumimos como valioso según nuestra sentir; y esto hasta el punto de agotarse, como pasa en el martirio, en el sacrificio constante y el esfuerzo por avanzar en alguna tarea, aunque cueste y a veces hasta duela.

La tierra prometida, el Reino de Dios, merecen todo el esfuerzo del creyente, por eso Moisés pide a Josué que luche; él se compromete a orar superando todo cansancio. Pablo pide a Timoteo fidelidad al Evangelio y al ministerio confiado, cosa que requiere oración constante e insistente para mantener el esfuerzo y no ceder al desaliento. Jesús nos insiste en la necesidad de orar aunque nos pareciera inútil y perder tiempo. Dios siempre escucha, pero tiene tiempos que nosotros ni comprendemos ni conocemos y a veces nos parecerá que no es momento, pero no cedamos, pues a su tiempo seremos escuchados en los ruegos y siempre somos atendidos con la Gracia de su Amor. Se nos pide no tanto comprender, cuanto confiar: eso es amar.

Vivamos la realidad desde la verdad de que Dios siempre nos cuida, pero nunca nos sustituye

Cuando en las decisiones de la vida personal se muestra confianza en el Señor de la Vida y de la Paz, se consigue la victoria sobre muchas dificultades, aunque parezca que todo está en contra, pues jamás se cede en la oración ni se deja el esfuerzo de hacer las cosas según la Voluntad de Dios. Él nos cuida siempre, pero debemos secundar sus planes para no perdernos.

Es vital para todos que nos apoyemos para no desalentarnos, pues no es fácil para nadie.

Nos toca convencernos de que la Palabra de Dios nos pide integra fidelidad y firme confianza

Pablo insta a Timoteo que se mantenga fiel a la tradición recibida y a la Escritura aprendida desde la niñez. Son las bases de la Fe cristiana y la orientación de la Comunidad fundada por Cristo con los Apóstoles. Sólo la perseverante oración nos permite vivir abiertos a ellas.

Toda Escritura es válida para la maduración personal y social y, sobre todo, para el desarrollo de la Fe en Cristo Jesús. Sólo el orar con humildad nos lleva a ser fieles en el Señor.

Ante la Palabra de Dios, siempre tenemos nuestra personal responsabilidad delante Dios, que nos enseña y orienta, y delante los hombres que perciben en nuestra confianza, compromiso y fidelidad. La Palabra no pasa jamás, siempre es actual y concreta; somos nosotros los que la podemos manipular con teorías y traidoras ‘actualizaciones’, como si Dios se despistara.

Nuestra oración sea reflejo de la convicción de que Dios está presente, nos ama y nos cuida

Dios desea que todos gocen de su Reino, pero Éste requiere Fe fuerte y humilde, no siempre fácil en estos tiempos. Se nos invita a orar sin fin, pues las dificultades son fuertes.

La oración personal y comunitaria ‘dice’ nuestra Fe y Confianza en la acción de Dios.

Dios quiere lo mejor, pero la vida la definimos nosotros: Dios sólo nos ofrece su ayuda.

Pidamos a María vivir la Voluntad de Dios y orar siempre con perseverancia convencida.


Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO C - TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXIX

Orar es el único modo de mantener, aunque todo parezca perdido, la fidelidad y fortaleza, pues sabemos que Dios nos ama y no falla.

Ex. 17, 8-13:
"Moisés dijo a Josué: «Elige a alguno de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Abimelec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios». Josué hizo lo que Moisés le pidió… mientras Moisés tenía los brazos levantados, Israel vencía, pero cuando los dejaba caer, prevalecía Abimelec…"

Salmo 120: "Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor".

2Tm. 3, 14-4, 2:
"Permanece fiel a la doctrina que aprendiste…: tú sabes de quién la has recibido… Toda Escritura está inspirada por Dios… a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté siempre preparado para hacer el bien. Yo te conjuro… proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar".

Lc. 18, 1-8: "Jesús enseñó… que era necesario orar siempre sin desanimarse… Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque les haga esperar? Les aseguro que, en un abrir y cerrar de ojos, les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará Fe sobre la tierra?"


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