enero 30, 2011

"Felices los que tienen alma de pobres"

Hoy es el domingo de la invitación a ser personas felices sabiendo recibir los dones de Dios sin apropiárnolos, sino agradeciéndolos y valorándolos con todo lo que implican de responsabilidad personal.

Ningún don de Dios es una ventaja de la que nos podamos enorgullecer como si en ello tuviéramos algún mérito propio: el único mérito es del quien nos lo ganó: Jesucristo. Es por esto que san Pablo nos dice que «quien se gloríe que se gloríe en el Señor».

Podríamos hacernos una pregunta nada rara: ¿El poder y la riqueza alejan de Dios?

La respuesta es clara y contundente: en sí mismos, no. Absolutamente, no.

Tenemos poderosos santos; que han sido puestos, después de serio examen, como modelos de reyes, políticos, abodagos, etc... personas con poder que vivieron generosa y dócilmnte abiertos a la Voluntad de Dios.

También los hay que contaron mucho dinero y lo supieron administrar para el bien de muchísimas personas y no lo malgastaron, sino que con él beneficiaron a muchísimos y, directa e indirectamente, educaron y educan a una multitud.

Por tanto el dinero y el poder, en sí mismos, son instrumentos. La responsabilidad es de quien los usa.

¿Qué es, entonces, lo que nos separa de Dios?

La soberbia. Eso es lo que nos distancia de Dios y de las personas que nos rodean.

El soberbio no escucha, ni obedece, ni se abre a otros, pues cree no necesitar mayor orientación, ya que cree tener, saber y poder todo lo que le es necesario... ¡Así es como se cierra e hipoteca su sufuturo a la nada y al fracaso!

Jesús nos dice que el Reino de Dios es de los que se saben pobres, básicamente y sustancialemnte pobres, y esperan de Dios y de los hermanos la riqueza más grande, la que los libera de sí mismos y los abre a las riquezas de los demás, sobre todo del Amor de Dios.Es por eso que viven dispuestos, saben sufrir no solo con paciencia, sino haciendo el bien, comprendiendo, luchando contra toda malicia e impureza, dando paz y soportando las injusticias sin caer en la constante tentación de hacer algo similar.

Estas actitudes liberadoras, que nos llevan a la más profunda madurez, son, por desgracia, despreciadas por los 'sabios', los soberbios y los que se creen poderosos. Las consecuencias de este desprecio las pagan todos los que les rodean y, al final, también caen sobre ellos mismos con el muy real y pernicioso riesgo de vivir por siempre en su promia miseria y en un mundo miserable en el que priman las actitudes prepotentes de los que mal usan su poder y riqueza atormentando toda existencia que a ellas se entrega.

No es, ni fue jamás, éste el plan de Dios, que es Padre Providente: Él solo pensó y nos creó para la paz, justicia, amor y felicidad eternas, por eso las deseamos y, desde siempre, todos los verdaderos sabios de todos los pueblos las desean y buscan. Dios está de parte de todos ellos: ése es su Reino. En ello el mismo Cristo nos guía con su Espíritu.

Que Dios nos bendiga cada día y nosotros nos abramos a la Vida Nueva que nos presenta Jesús.

María es un verdadero modelo de esta pobreza enriquecedora y Don Bosco la supo imitar y confiarse a su magisterio.

¡Feliz fiesta de Don Bosco para todos!

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

"Felices los que tienen alma de pobres"

¿Qué es la pobreza?, ¿qué es la humildad?, ¿qué es la justicia?, ¿qué es la sabiduría?, ¿qué es el poder? Preguntas importantes, pues responderlas equivocadamente, como, de ordinario, muchos hacen ahora, trae consigo muchos sinsabores y desgracias.

Si Dios es el Todopoderoso y no solo no impone ni destruye, sino que crea, mantiene y desarrolla la toda vida respetando lo que cada realidad es y la libertad de la que es capaz, el poder tiene que ver con el respeto, el conocimiento y el capacidad de estimular el desarrollo de la vida en paz, con dignidad y favoreciendo la maduración de todo lo positivo de cada realidad.

Pobreza es indigencia profunda del propio ser, que, enfrentada evangélicamente, se convierte en actitud de confianza y abandono total, responsable y colaborador con el Amor del Padre Providente, siempre atento a nuestra realidad y objetivas necesidades.

Humildad es objetividad, realismo y sencillez. No negar el bien, pero asumir sólo el mérito justo, reconociendo el bien recibido y agradeciéndolo con actitudes dadoras de vida.

Justicia es dar a cada uno la vida y dignidad que le corresponde y a la que tiene derecho, no por lo hecho o conseguido, sino por lo que es y puede ser según el plan de Dios.

Sabiduría sería pensar, juzgar y decidir de acuerdo a lo que Dios piensa de cada realidad, más allá de lo que, en cada momento o época, sea costumbre o moda.

Dios nos invita a no engañarnos y buscar lo que nos llena de vida y favorece el desarrollo

La conquista asiria lleva al pueblo a darse cuenta de su profunda pobreza con sus continuas infidelidades y a percibir que volver y fiarse del Señor es única Salvación

Dios le ama y siempre ha demostrado ser fiel a la Alianza.

La soberbia lleva a la muerte del futuro de gloria que Dios ha pensado para ellos, pues hace a la persona incapaz de percibir la verdad y le imposibilita de recibir el bien que se le da.

El alma de pobre nos permite recibir con actitud de fecunda responsabilidad el don de Dios

Pablo ayuda, a los socialmente ‘nada’ de Corinto que han aceptado la Fe, a darse cuenta de que su riqueza es Cristo. Él los ha elegido para humillación de los que se creen grandes, fuertes, libres y sabios, pero lejos de Cristo.

Descuidar la Salvación que nos ofrece el Padre en el Hijo, es no reconocer la propia pobreza y quedar no solo atrapados en ella, sino engañados por sus apariencias de grandeza.

Creer no necesitar la salvación de Dios en Cristo es estar mortalmente en la miseria.

El Evangelio no es magia, pero nos abre a las maravillas de Dios: Él nos engrandece

Las Bienaventuranzas proclaman el Reino de Dios, que en Jesús salva a quienes lo esperan todo de Dios y están dispuestos a recibirlo, aun con riesgos. Él se nos da primero y gratis.

Muestran la actitud del que, siempre abierto, sigue a Cristo, como eje de su propia vida.

Pidamos a María ser cada día más abiertos y dóciles ante los dones cotidianos de Dios.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO IV
Solo la sencillez y humildad abre el camino a la Salvación y a la Vida Nueva que nos lleva a la Comunión con Dios y con los hombres

So. 2, 3; 3, 12-13:
"Busquen al Señor… Busquen la justicia… la humildad… Yo dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde… no cometerá injusticias, ni hablará falsamente…"

Sal. 145: "Felices los que tienen alma de pobres".

1Cor. 1, 26-31:
"Tengan en cuenta quiénes son los han sido llamados: no hay entre Uds. muchos sabios, humanamente hablando, poderosos ni nobles… Dios eligió lo que el mundo tiene por necio…; por débil…; por vil y despreciable, y lo que no vale nada… Nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por Él, Uds. están unidos a Cristo Jesús, que… se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, santificación y redención… ‘El que se gloría, que se gloríe en el Señor’".

Mt. 5, 1-12a: "Seguían a Jesús grandes multitudes… subió a la montaña, se sentó… tomó la palabra y comenzó a enseñarles: «Felices los que tienen alma de pobres,… los afligidos,… los pacientes,… los que tienen hambre y sed de justicia,… los misericordiosos,… los que tienen el corazón puro,… los que trabajan por la paz,… los que son perseguidos por practicar la justicia,… Felices Uds. cuando sean insultados y perseguidos,… se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense… tendrán una gran recompensa en el cielo…»".

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