abril 06, 2014

«¡Lázaro, ven afuera!»


Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el querido padre José María nos ha enviado para este domingo 6 de abril, V del período de Cuaresma.

Jesús es la vida y la resurrección de todos. Él es el único que da sentido a la vida, pues nos enseña, con su propia vida y Palabra, a caminar construyendo, esfuerzo a esfuerzo, nuestro ser imagen de Dios. Nos enseña a servir, a dar vida dando la vida sin cálculos, aunque nos llama a la prudencia o sagacidad divina para no perder ninguna oportunidad de anunciar el Evangelio de la alegría y hacerlo con todos los instrumentos que nos ofrece nuestra realidad, sin perder ni tiempo ni oportunidad, aun reconociendo todas las limitaciones. La Fe de Marta y María necesitaba crecer, pero ellas creen en el Maestro y con eso es suficiente y no perderemos nada jamás, pues el Maestro sabrá enseñarnos y llevarnos por los caminos del Espíritu y, si su Espíritu nos guía, nada se perderá, todo es elemento de crecimiento, aun los momentos más críticos, duros y dolorosos. Si aceptamos que el Señor sea nuestro pastor, Él nos guiará y nos sacará de cualquier sepulcro en el que estemos metidos, por muy cerrado que esté o profundo que sea.

El Señor desea ser nuestro Maestro, pues solo con Él no equivocaremos el camino; si, como buen discípulo le escuchamos, Él nos llevará, aun en el sufrimiento, a la grandeza del éxito, del triunfo, de la resurrección, y no habrá nada que nos pueda ganar: ¡tendremos la fortaleza de Dios!

Solo tenemos que mirar a Jesús y vivir tal como Él vivió, sobre todo a los más necesitados de sentir el cariño y la fuerza de Dios, el Padre bueno que siempre está cerca. Si vivimos la humildad y confianza de Jesús, la vida esparcirá por donde vayamos y beneficiaremos a los que nos rodean.

Nadie podrá evitar el dolor, realidad humana, y más en nuestro mundo, atrapado en el pecado que todo lo corrompe, hasta lo más sagrado, pero el Dios de la libertad, nos liberará de la muerte.

Pidamos a Dios voluntad de saber recibir al Señor en nuestra vida y su capacidad de resucitarnos, Él llama a la conversión, a la escucha atenta, a ofrecernos en la Fe y el Amor dando la propia vida para la vida de los que nos rodean, sobre todo los que más nos necesiten, aún en el dolor duro.

Unidos en oración con María, Madre de la Vida, que la sabe ofrecer aún en el dolor más intenso:

P. José Mª Domènech SDB


«¡Lázaro, ven afuera!»

Lo más importante en la vida es vivir a plenitud, pero eso supone dar vida y llevarla a madurar en paz y feliz hacia la eternidad. Lo demás es prolongar el dolor del morir biológico, que nadie logra evitar.

Dios nos creo para que vivamos como Él: felices para siempre; por eso deseamos ¡ser y vivir felices!

Jesús es la Resurrección y la Vida. Y nos pide que le creamos en serio; pues, de no hacerlo, no nos fiaremos de Él y buscaremos –hallándolos– solo ‘curanderos’, científicos o no, que no pueden evitar que nos llegue, y aplaste, la muerte. Solo Jesús logra evitar que la muerte física sea ‘nuestra muerte’

¡¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?! ¿Es necesario ser más claro? Ya los profetas lo habían anunciado abiertamente. Dios siempre vive defendiendo la vida de toda persona humana, sobre todo la de la más frágil, débil e indefensa. Es tarea que Él confía a sus hijos y a las autoridades que le representan.

Quien no defiende así la vida humana, muestra una degradación ‘infra-animal’ en la que se perjudica a cualquier persona y sociedad; éstas, para llegar a ello, necesitan estar sumamente enajenadas y engañadas.

Dios ofrece a todos una vida cada día mejor, pero es necesario aprender a escucharle más cada día.

Dios promete renovar nuestra vida y nuestra sociedad con su Palabra llena del Espíritu de la Vida plena

El pueblo, destruido por su pecado, está en el exilio y no ve futuro; el profeta le llama a la esperanza.

Dios los resucitará con su Palabra de Vida nueva; con su Espíritu los hará vivir con nueva plenitud.

Es indispensable que busquemos que toda nuestra vida sea guiada y alentada por el Espíritu de Jesús.

La carne, en el apóstol Pablo, es el hombre en su totalidad, pero cerrado en sí mismo y en su pecado.

El Espíritu de Cristo llena al hombre por su Fe en el Señor y le lleva por vías de Vida nueva y plena.

La persona humana, de por sí, es un ser mortal, pero vive, por la Fe, ya desde ahora, la Vida de Dios.

La resurrección de Lázaro nos habla del presente y del futuro de nuestra humanidad: solo Jesús es vida.

El Hijo de Dios fue enviado por el Padre a encarnarse para que nos pudiera dar vida y en abundancia.

El don de su propia vida en la cruz fue el camino utilizado para darnos la Vida que necesitamos.

Jesús es la Resurrección y la Vida, pero hay que creer en Él. Resucitar a Lázaro condena a Jesús.

Pidamos a María que nuestra Fe en Cristo nos lleve a ser, cada día mejor, dadores de Vida como Él.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.

CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA – DOMINGO V

Jesús es la Resurrección y la Vida. Quien cree en Él siente que su Espíritu le lleva a tratar de ayudar a los demás para que vivan mejor en todo sentido

Ez. 37, 12-14:
Así habla el Señor: «Yo abriré las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y... ustedes, mi pueblo, sabrán que Yo soy el Señor. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.»

Sal. 1291-8: En el Señor se encuentra la Misericordia

Rm. 8, 8-11:
Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne, sino por el Espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes,... también dará vida a sus cuerpos mortales...

Jn. 11, 1-45: Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta... Las hermanas de Lázaro mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas está enfermo» ...Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo... se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea.»... Al enterarse Marta de que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto; pero yo sé que, aún ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Ella respondió: «Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo.» Dicho esto, se fue y llamó a su hermana María diciéndole: «El Maestro está aquí y te llama.» Ella se levantó rápidamente y fue donde estaba Él... Jesús, conmovido...,preguntó: «¿Dónde lo han puesto?» Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás.» Y Jesús lloró... llegó al sepulcro... y dijo: «Quiten la piedra.» Marta... le replicó: «¡Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto!» Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la piedra y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me escuchaste. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por quienes me rodean, para que crean que Tú me has enviado.» Dicho esto, gritó fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!» El muerto salió con pies y manos atadas con vendas y el rostro envuelto en un sudario. Jesús dijo: «Desátenlo para que camine.» Al ver lo que hizo Jesús, muchos... creyeron en Él...









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