Sugerencia homilética: domingo 26
Nos repugna la segregación, pero la generamos en nuestros juicios y condenas!
Todos tenemos derecho a la felicidad y al éxito. Es cierto, pero no basta, es necesario hacer concreto este derecho y construir la propia vida desde él... El éxito se construye, la felicidad se acepta, la tenemos dentro y no podemos expresarla sin un mínimo de disciplina interior y exterior, si no lo hacemos, si nos damos gusto, nos esclavizamos a algo que se llama libertinaje, gusto individual, y caminamos hacia la degradación, con lo que perdemos de vista qué significa la verdadera felicidad y el gozo... solo nos queda el placer vacío e inconsistente de la concupiscencia del poder, de la carne o del dinero... Nada...
Hemos nacido para más y el Señor nos va educando para que lo logremos, son muchos sus caminos... Él no condena, pero tampoco deja sin corrección lo que nos perjudica y nos puede engañar, porque busca nuestro bien, no su éxito a nuestros ojos. A los que se dejan educar en su amor, los reúne para que sean su pueblo, sean de la cultura que sean.
No temamos las correcciones de Dios. No temamos meditar su palabra, aunque nos incomode. Es lo que Jesús llama: ‘puerta estrecha’. No temamos dejarle plena libertad a su Voluntad en nuestro interior... Tal vez nos eduque con el dolor o la prueba o el descrédito o las circunstancias adversas o el silencio de Dios en nuestro interior, es decir la dura experiencia de creer que Dios nos ha olvidado... con ello Dios nos acerca más y más... ¡Confiemos! Dejémosle libertad y caminemos en su amor, aunque nos parezca inútil o injusto. También lo vivió María. Y ahí la tenemos: ¡Reina y Señora del Universo! Los resultados son la paz, la honradez, la vida consagrada a su amor y al bien de aquellos a los que Él quiera enviarnos.
Quien se pone en las manos del Señor acaba conociendo la verdad de su Vida Feliz y de su Amor incondicional. Llega a la intimidad con Jesús y, precisamente por eso, se hace capaz de anunciar en primera persona el Evangelio de la Vida Plena, de la Felicidad sin condiciones, de la Salvación hacha historia en mí y en tantos otros, cuyas vidas aprendo a leer en la Fe, encontrando la fuerza para vivir y superar todas las adversidades que no se me evitan.
Quien se resiste se va haciendo cada día más ignorante de Dios, un verdadero desconocido que no desea perder el tiempo con las cosas del Señor, y cuando se da cuenta que se le está “escapando el tren” de la Felicidad duradera, pide al Señor que se la dé, pero, como es un ignorante en lo que se refiere a dialogar con el Señor, se pone a llamar como quien exige. Pero Dios no se deja mandar ni exigir, Él da a quien quiere y ha decidido dar a los que no tienen nada y no piden nada más que vivir de verdad, más allá de los capricho y gustos personales...Dios nos llama a todos... Nadie es primero o último para él: somos sólo hijos, dejémonos educar... Quien se cree el primero por ‘ser ya bueno’, quedará en último lugar, si no fuera... Seamos humildes y Dios nos dará su bondad y misericordia, nos exaltará: así lo hizo con María. Pidámosle a ella que nos enseñe a vivir agradecidos por todo lo que Dios nos da.
Todos tenemos derecho a la felicidad y al éxito. Es cierto, pero no basta, es necesario hacer concreto este derecho y construir la propia vida desde él... El éxito se construye, la felicidad se acepta, la tenemos dentro y no podemos expresarla sin un mínimo de disciplina interior y exterior, si no lo hacemos, si nos damos gusto, nos esclavizamos a algo que se llama libertinaje, gusto individual, y caminamos hacia la degradación, con lo que perdemos de vista qué significa la verdadera felicidad y el gozo... solo nos queda el placer vacío e inconsistente de la concupiscencia del poder, de la carne o del dinero... Nada...
Hemos nacido para más y el Señor nos va educando para que lo logremos, son muchos sus caminos... Él no condena, pero tampoco deja sin corrección lo que nos perjudica y nos puede engañar, porque busca nuestro bien, no su éxito a nuestros ojos. A los que se dejan educar en su amor, los reúne para que sean su pueblo, sean de la cultura que sean.
No temamos las correcciones de Dios. No temamos meditar su palabra, aunque nos incomode. Es lo que Jesús llama: ‘puerta estrecha’. No temamos dejarle plena libertad a su Voluntad en nuestro interior... Tal vez nos eduque con el dolor o la prueba o el descrédito o las circunstancias adversas o el silencio de Dios en nuestro interior, es decir la dura experiencia de creer que Dios nos ha olvidado... con ello Dios nos acerca más y más... ¡Confiemos! Dejémosle libertad y caminemos en su amor, aunque nos parezca inútil o injusto. También lo vivió María. Y ahí la tenemos: ¡Reina y Señora del Universo! Los resultados son la paz, la honradez, la vida consagrada a su amor y al bien de aquellos a los que Él quiera enviarnos.
Quien se pone en las manos del Señor acaba conociendo la verdad de su Vida Feliz y de su Amor incondicional. Llega a la intimidad con Jesús y, precisamente por eso, se hace capaz de anunciar en primera persona el Evangelio de la Vida Plena, de la Felicidad sin condiciones, de la Salvación hacha historia en mí y en tantos otros, cuyas vidas aprendo a leer en la Fe, encontrando la fuerza para vivir y superar todas las adversidades que no se me evitan.
Quien se resiste se va haciendo cada día más ignorante de Dios, un verdadero desconocido que no desea perder el tiempo con las cosas del Señor, y cuando se da cuenta que se le está “escapando el tren” de la Felicidad duradera, pide al Señor que se la dé, pero, como es un ignorante en lo que se refiere a dialogar con el Señor, se pone a llamar como quien exige. Pero Dios no se deja mandar ni exigir, Él da a quien quiere y ha decidido dar a los que no tienen nada y no piden nada más que vivir de verdad, más allá de los capricho y gustos personales...Dios nos llama a todos... Nadie es primero o último para él: somos sólo hijos, dejémonos educar... Quien se cree el primero por ‘ser ya bueno’, quedará en último lugar, si no fuera... Seamos humildes y Dios nos dará su bondad y misericordia, nos exaltará: así lo hizo con María. Pidámosle a ella que nos enseñe a vivir agradecidos por todo lo que Dios nos da.
P. José María Doménech, sdb.
TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XXI- CICLO CIs. 66, 18-21: "Yo conozco las obras de los hombres y sus pensamientos... Todos vendrán aquí y verán mi gloria y haré prodigios en medio de ellos... y anunciarán mi gloria entre las naciones... y yo hasta escogeré a algunos de entre ellos para hacerlos sacerdotes o levitas, dice el Señor."
Salmo 116: "Vayan y anuncien el Evangelio por todo el mundo."
Hb. 12, 5-7.11-13: "«Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor... porque el Señor reta a los que ama y hace sufrir a los que prefiere.»... Dios nos trata como a hijos... ¿a qué hijo su padre no corrige?... quienes han pasado por este entrenamiento, recogen en paz, como fruto, una vida honrada."
Lc. 13, 22-30: "Le preguntaron a Jesús: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» «Preocúpense de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no podrán... dirán: “Señor, Señor, ábrenos” y les responderá: “No sé de dónde son... apártense de Mí todos los que obran el mal”... Vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Fíjense bien: los que ahora son los últimos, entonces serán los primeros y los que ahora son los primeros entonces serán los últimos.»"
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