agosto 12, 2007

Domingo XIX - tiempo ordinario

El P. Doménech nos manda su comentario para este domingo, considerando que, en Perú, el calendario litúrgico no celebra la fiesta de la Asunción sino hasta el miércoles 15.

Domingo XIX - tiempo ordinario

La noche! ¿Qué esconde la noche? Para unos es un misterio de comportamientos no revelables sin provocar sonrojo o vergüenza; para otros es tiempo de descanso y recuperación o de reflexión, reorientación y fortalecimiento...

La noche, el día, la vida de cada uno es entera responsabilidad de cada persona...

El éxodo se dio en una noche donde el amor se hizo libertad histórica para una vida nueva que el Pueblo de Dios debía aprender a vivir, ofrecida reiteradamente también a los egipcios, pero rechazada por ellos por intereses de poder, dominio y prestigio.

La Pascua Nueva y Eterna de dio al caer una tarde. Allí también Dios intervino pero no desde fuera, sino desde la propia humanidad unida a Él en una Fe y Amor radical que permitía a Dios regalar todo lo que tenía pensado y preparado desde toda la eternidad. Jesús, el hombre perfectamente hombre porque se había atrevido a fiarse de Dios e identificarse con su Voluntad, haciendo del Reino de Dios su personal Reino, lo ofrecía abiertamente a todos y lo daba gratuitamente, a los que se lo aceptaban con docilidad y desprendimiento.

Como si el Señor nos dijera a todos y cada uno: ‘Estén listos para dejarlo todo... Despréndanse de lo que poseen para poseer lo que les ofrezco, aunque no lo vean y no lo gocen plenamente, pero les aseguro que lo gozarán con un gozo pleno e indestructible.’

Dios nos escogió a cada persona y, con las que lo aceptan, forma un pueblo, el suyo, caminante, con todos los sinsabores de cualquier camino, pero caminante en una Fe que le permite, de algún modo, poseer ya la certeza de la Patria que el mismo Dios tiene creada para cada una de ellas: la de su Amor, de su Vida, de su Paz, de su Alegría, de su Justicia, de su Unidad.

Sólo en la Fe se puede vivir así... Sin esa Fe, la vida se va vaciando de alegría profunda, de ilusiones sostenibles, de proyectos que valgan la pena para quien busca a fondo, es decir para el hombre, varón o mujer, que busca ser cada día más y vivir más plenamente su madurar y saberse generador de vida en los que le rodean: ¡que busca ser feliz de verdad, desde dentro!

Tener esclaviza y acaba matando el futuro de la persona humana, la atrapa, la vacía y la aplasta... Dios nos creó para ser libres y señores y nos liberó en Cristo Jesús para tuviéramos la libertad de Dios, que es Amor libre, ¡hasta darse por entero!, es decir, la capacidad de servir y dar la vida para que el otro la tenga y, cada vez, con mayor abundancia. Por eso, Jesús nos invita a venderlo todo y estar listos para lo que el Señor nos pida y nuestros hermanos necesiten.

Hemos nacido para ser tan grandes que nada nos atrape, ni de dentro ni de fuera. Nos regalaron la vida, pero es un regalo que solo se recibe si se aprovecha entregándola y la vida se nos da para que se haga fecunda, si no es así, la vida se convierte en algo que matamos, destruimos, despreciamos y eso nos condena, sin necesidad de ser juzgados por nadie...

Nos pedirán qué hemos hecho con la vida recibida, con la libertad prestada, con el amor confiado, con la amistad divina ofrecida... ¿Qué contestaremos a nuestro Señor cuando llegue?

Pidamos a María nos dé la Fe de saber vivir atentos para dar lo que nos han confiado.

P. José Mª

TIEMPO ORDINARIO - DOMINGO XIX- CICLO C

Sb. 18, 6-9: "El pueblo de Uds. esperaba la salvación de los justos... Con un mismo hecho castigabas a los enemigos y nos honrabas a nosotros, a quienes habías llamado a Ti.... Todo el pueblo santo debía participar de los bienes conseguidos, así como habían participado de los peligros..."

Salmo 32: "Dichoso el pueblo a quien Dios se escogió como heredad."

Hb. 11, 1-2.11-19: "Creer es poseer anticipadamente los bienes que esperamos... La Escritura ha conservado la grata memoria de los antiguos, porque creyeron... Todos murieron en la Fe... confesando que eran extranjeros en su país... aspiraban... a una patria celestial... Por eso Dios se declaraba su Dios, ya que les tenía preparada una ciudad de la que Él era el arquitecto."

Lc. 12, 32-48: "No tengas miedo, pequeño rebaño: el Padre se ha complacido en regalarte el Reino... Donde tienen su tesoro ahí tienen su corazón... Estén preparados... Todo el mundo exige mucho al que ha regalado mucho y le reclama más al que más la ha prestado."

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