agosto 30, 2007

La Rosa de Lima

Rosa. Una joven mujer, que pudo optar por permanecer prisionera de un estrato social con radicales exigencias, pero que tuvo el coraje para liberarse de las ataduras de su posición y su época. Más allá de los argumentos que pretenden cuestionar -para mí, sin éxito- su integridad psíquica, veamos en esta limeña ésa su gran capacidad de luchar por un ideal, de ir más allá de las convenciones sociales en la procura de su realización personal.

Rosa no tuvo reparos en desafiar las pretensiones de su madre (representamen de los "deberes sociales" de la Lima de entonces) sin por ello mellar un ápice el profundo amor filial que sentía por esta mujer quien, formada en los prejuicios de su época, intentó conducir la vida de su hija de acuerdo a los intereses de la familia. Permitió la Divina Providencia que finalmente se diera la reconciliación entre madre e hija, de modo tal que incluso la señora Flores ingresó al monasterio de Santa Catalina, como su heroica hija le había vaticinado.

Rosa me ha fascinado toda la vida. Me impacta esa relación de profunda intimidad que tenía con Jesús, su "doctorcito". Jamás he dudado de la autenticidad de sus visiones, de su misticismo, de su voluntad de sacrificio. Todo ello me habla de un carácter vehemente y apasionado, de la aspiración constante a una instancia mejor, de los objetivos puestos por encima de lo que los demás aceptan por conformismo. Me habla de una mujer real y concreta, una mujer de mi ciudad, una mujer de una sociedad-madre de la que yo vivo ahora.

Hoy les invito a revisar la vida de mi ilustre paisana Isabel Flores. Les recomiendo de manera especial su biografía escrita por el P. Lus M. de Cádiz. Es la mejor obra sobre nuestra santa.

Y no puedo dejar de citar este himno de mi ciudad a su Rosa:


Gloria a Ti, Rosa Bendita
del Perú radiante estrella!
flor de los cielos más bella
que la flor del Jericó.


Hollando con fe robusta
los placeres de este suelo,
desde joven en el cielo
tu corazón se fijó.

Al suyo con lazo fuerte
lo juntó tu dulce esposo
y de su amor generoso
suavemente le inflamó.



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