enero 13, 2008

El bautismo de Jesús


(imagen tomada de www.churchforum.org)

BAUTISMO DEL SEÑOR

Jesús quiere vivir como verdadero siervo de Dios, según toda justicia, es decir, poniendo a Dios en el centro de su vida, de modo que la Paz y la Vida de Dios, que Él otorga gratis a quien la acepte vivir, llegue a todos los hombres y ellos también puedan, como Dios desea y les pide, pasar por todas partes haciendo el bien a todos los esclavos de la ley de pecado. ¡Nacimos para ser libres y Dios se compromete a que podamos, si lo deseamos, vivir así!

Llamados a ser libres para amar sin barreras
La vida del hombre, sin importar sexualidad, raza, fe o cultura, está llamada a la libertad sin condiciones, aunque tengamos muchos condicionamientos.

No podemos escapar de nuestros límites de historia, temperamento, familia, cuerpo y sociedad. Estamos marcados, pero mucho más que por nuestros límites lo estamos por nuestros ideales. Ésa es la llamada íntima de Dios a ser libres no tanto de cosas sino para construir relaciones llenas de vida y alegría.

El Siervo de Dios es feliz y libera porque es libre para dar la vida por donde va a todos.

El amor verdadero rompe horizontes porque nos abre al infinito de Dios y a la donación incondicional que busca, por encima de todo, el bien del otro y por eso vive en la verdad, en el respeto, en el don de la vida y en la liberación de todo lo que sea esclavitud.

Solo Jesús nos enseña la libertad de servir esparciendo amor y Vida
El verdadero siervo de Dios es Jesucristo. Ese hombre concreto, varón, israelita, que vivió toda su vida dando a los demás lo que necesitaban para vivir en paz interior, como Dios lo quería, y construyendo su vida para el bien en la verdad y el amor.

Liberaba porque era libre para ser hombre justo, hombre que hace el bien según la necesidad de las personas concretas que le rodeaban, sin ninguna discriminación. Ésa es nuestra vocación y nuestra libertad. Cuanto más nos buscamos a nosotros mismos, peor para nosotros y para los que nos rodean, pues se verán perjudicados por nuestro egoísmo y sus consecuencias.

Para Él lo único importante era ser dócil al Espíritu de su Padre porque quería hacer solo lo que era justicia verdadera, es decir que Dios sea el único centro de ella.

Dios desea estar orgulloso de nosotros, pero nos respeta
Dios no busca que nos sometamos a Él. Dios no necesita, para ser grande, el sometimiento de nadie. No es ningún inmaduro afectivo que cree que el rebajamiento del otro le exalta a Él. No. La gloria de Dios, dice san Irineo, es que el hombre sea un ser plenamente viviente, es decir que viva de verdad, que sea feliz, suscitador de felicidad, vida y paz en los que le rodean. ¡¡¡Que sea como Dios mismo!!! Así lo pensó desde siempre. Somos libres: es nuestra decisión.

Jesús es el único hombre perfecto. De verdad y sin ninguna sombra realiza este plan magnífico de Dios, el Padre. ¡Es el hombre perfecto, pues pasó por el mundo haciendo el bien y liberando del demonio de la enfermedad, droga, depresión, angustia. Es la misión de la Iglesia.

Pidamos a María nos enseñe a vivir, como Jesús, según lo que es justo: ser solo de Dios.


P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO - EL BAUTISMO DEL SEÑOR

Is. 42, 1-4.6-7: "Aquí tienen a mi siervo, de quien he tomado posesión, mi predilecto... Sobre él he puesto mi Espíritu para que lleve el derecho a las naciones... con firmeza... Yo, el Señor, te he llamado bondadosamente... te destino a ser alianza de los pueblos, luz de las naciones... para liberar del calabozo a los que viven en las sombras."

Salmo 28: "Que el Señor bendiga a su pueblo con la paz."

Hch. 10, 34-38:
"...Ahora veo con claridad que Dios no hace discriminación de personas; acoge a todos los que crean en Él y hace el bien, sea de la nación que sea... paz por Jesucristo, que es el Señor de todos... Dios lo consagró ungiéndolo con el Espíritu Santo y con poder. Pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que estaban sometidos al diablo, porque Dios estaba con Él."

Mt. 3, 13-17: "Jesús... se presentó a Juan... para que lo bautizara. Juan no quería... Jesús le dijo: «...Conviene que cumplamos con toda justicia». ...al salir Jesús del agua, se abrió el cielo y vio al Espíritu Santo que bajaba como una paloma sobre Él, mientras una voz del cielo decía: «Éste es mi hijo amado, en quien me complazco»."

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