enero 06, 2008

Los reyes magos


Hoy recordamos la adoración de los Reyes al Niñito Jesús.

Evoco la memoria de mi bisabuelita Virgilia Meléndez, quien organizaba año tras año la tradicional Bajada de Reyes para la familia y amigos.

Por otro lado, recuerdo la simpática historia del cuarto rey mago (The Other Wise Man, Pr. Henry Van Dyke, 1896). Aquél que partió al encuentro de los otros tres pero, por diversas complicaciones que se presentaban en su camino, no llegó a su cita, teniendo que emprender un viaje por su cuenta.

Pueden encontrar versiones de esta historia en los siguientes links: Cuarto rey mago- leyenda rusa, Cuarto rey mago- sinopsis del libro de Van Dyke. También les recomiendo la película protagonizada por Martin Sheen (The Fourth Wise Man, 1985).

El relato en sí mismo tiene algunas variaciones de una versión a otra, pero mantiene la esencia del mensaje. La fe y esperanza constantes de un hombre que busca de modo incansable a un Señor que no conoce y que ansía conocer.

Al igual que Artabán, no nos cansemos de buscar a Jesús, nunca, a lo largo de todo nuestro tiempo de vida. Y aprendamos a reconocerlo en cada uno de nuestros hermanos pues lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por Mí.


EPIFANÍA DEL SEÑOR

El futuro del hombre es solo uno: la grandeza de Dios. O lo realiza o su vida fracasa.

Dios exalta siempre al hombre hasta niveles impensables de gozo y vida, paz y libertad. Lo mejor para nosotros es fiarnos de Él, pues sus planes son de Bien, Paz y Vida.

La presencia de Dios nos atrae, llenándonos de alegría

En la primera lectura se nos invita a percibir con alegría desbordante cómo la presencia salvadora de Dios transforma la realidad histórica y lleva a los pueblos a glorificar al Señor y a buscar su cercanía. Las personas buenas contemplan la luz de su rostro y le dan homenaje.

Rendir homenaje al Señor es buscar conocer su Palabra, cumplir su Voluntad, construir nuestra realidad según su Reino, vivir en creciente intimidad con el Señor de la Paz y de la Vida, vivir forjando comunión entre las personas y, así, crear la comunidad humano-divina.

Todos tienen derecho a la alegría de gozar de Dios: ¡Somos responsables!


No sólo “los buenos” están llamados a reconocer y gozar la presencia de Dios, sino todos los hombres de buena voluntad. Solo se requiere apertura, sencillez, atención a los signos de los tiempos, aceptar los riesgos de la Fe y del Amor en la Esperanza. A eso se llega con el íntimo conocer al Dios de la Vida Nueva, que nos llama a vivirla con creciente compromiso.

La misión que el Señor nos ha confiado a nosotros, su Iglesia en el mundo, es comunicar a todo hombre, sin discriminación de sexo, raza, cultura, posición social, los planes de Vida y Amor del Padre. La herencia de Dios es para todos. Dios no tiene privilegiados; quienes lo aceptamos, formamos el mismo cuerpo de Cristo, del que nos alejamos solo con el pecado, decisión personal. Pero éste jamás tiene la última palabra, pues el Señor resucitó de entre los muertos; a todos se ofrece la misma promesa, pues Dios no hace discriminación, a cada persona la trata como ella necesita para lograr su adecuada maduración y éxito. Somos sus enviados.

Dios no nos sustituye, pero hace fructíferos nuestros dones y decisiones

El texto evangélico está lleno de simbolismos: la estrella, expresa la presencia de un Dios libre, a disposición de quien le busque y desee seguirle; su palabra, manifiesta la Providencia iluminadora de Dios para que, quien escuche y medite, encuentre las respuestas que necesita; los expertos, muestran que Dios nos guía para encontrar lo necesario para la salvación y la paz; la comunión-familia-comunidad, expresa el amor de Dios que nos da la vida y capacidad de madurar y construir un mundo nuevo con la Novedad de Vida que nos ofrece en ella Dios; la riesgosa decisión de los magos, muestra la libertad y fortaleza en los corazones que se fían de Dios más allá de intereses o peligros.

El homenaje de los magos, es el homenaje al que estamos todos invitados con nuestras concretas realidades: la de nuestra capacidad de reconocer la soberanía de Dios en nuestra historia, el oro; la de nuestra innata tendencia natural de reconocer la divina presencia enaltecedora de Dios, incienso; la de nuestra debilidad, física y moral y la de la inevitable experiencia de dolor, precariedad y muerte, que es necesario aprender a superar, la mirra.

Que María, Madre en la familia de Dios, nos enseñe a caminar a la luz de su Fe y Amor.


P. José María Doménech Corominas, sdb


DOMINGO - SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Is. 60, 1-6: "Levántate radiante, Jerusalén... sobre ti clarea como el alba la gloria del Señor... los reyes buscan tu claridad... sobre ti se derraman los tesoros del mar... las riquezas de las naciones... cantando las grandezas del Señor."

Salmo 71: "Todos los pueblos, Señor, te rendirán homenaje."

Ef. 3, 2-6:
"...Dios me ha confiado la misión de comunicarles su gracia... el misterio, que los hombres no han conocido por generaciones, ahora Dios lo ha revelado por el Espíritu... todos los pueblos, por Jesucristo, tienen parte en la misma herencia, forman el mismo cuerpo y comparten la misma promesa."

Mt. 2, 1-12: "...¿Dónde está el Rey de los Judíos que acaba de nacer? Hemos visto levantarse su estrella y venimos a adorarlo... En Belén de Judea... Búsquenlo bien, ...también yo quiero presentarle mi homenaje... Entraron... vieron al niño con María, su Madre... y le adoraron... volvieron a su país por otro camino."

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