junio 22, 2008

Confianza

El Padre José María nos dice: El Señor, este domingo, nos invita a la confianza. Esta actitud interior, eficiente para construir la historia, que nace de una Fe firme que sabe de quíen se puede fiar y permite caminar en medio de lo que sea.

Dios nos fortalezca en la Fe y nos llene de su Amor para que la Esperanza se cristalice en una confianza que nos lleve a caminar por los senderos que el Señor nos señala a través de mediaciones no siempre agradables
.


Abandono, fe... confianza!

El Señor nos invita a no temer sino al que tiene el verdadero Señorío de la vida, de toda la Vida. Este Señorío es para la Salvación, pues es éste el espíritu del Señor y por tanto esto nos llama a la confianza, aunque sea también verdad que despreciar este Señorío lleva a la condena de la propia vida porque la única salvación de la humanidad es el Señor de la Vida.

Recibimos el don de la gracia por la vida entregada en sacrificio por Jesucristo. Confiemos en Él y seámosle fieles con esfuerzo cotidiano.

Dios nos ha dado lo mejor: su Vida, su Gracia, su Hijo, su Espíritu. No temamos a nadie, pues nadie tiene ningún poder definitivo sobre nosotros.

1. El Amor de Dios es la base de su justicia y de nuestra confianza.-

Ceder al miedo no es bueno, aunque sea propio de nuestra natural debilidad. El Señor nos invita a superar el miedo, a no permitir que el miedo sea criterio de decisión.

La valentía cristiana no viene de la despreocupación, irreflexión o de la temeridad. No viene de la confianza en un Amor que es tan cierto como justo; es decir, que nos proporciona todo lo necesario para ser lo que estamos llamados a ser desde que fuimos creados.

Conocer profundamente nuestra naturaleza es indispensable para saber vivir con objetividad. Somos débiles, sí, pero no estamos abandonados a su suerte: tenemos un Padre que nos ama y nos cuida con su Providencia siempre. Podemos caminar confiados en su Reino.

2. El hombre, ante las contrariedades de la vida, está invitado a crecer en una Fe confiada.-

Ser creyente en el Padre de Jesús nos lleva al abandono responsable y comprometido con la extensión del Reino de Dios en medio de nuestros hermanos.

Las contrariedades de la vida
, de hecho, son inevitables, pero realmente lo único que hacen es poner a prueba nuestro nivel de Fe. No podemos vivir la Fe en el Señor y Salvador Jesucristo sin contradicciones internas y externas, provenientes de nuestros propios ambientes y de los supuestos o reales enemigos de la Fe. Así la vivió Jesús y así nos advirtió que tendríamos que vivirla. ¡Atrevámonos a creer, aunque, por momentos, nos parezca que vamos a morir en ello!

Dios jamás falla: a Él, y solo a Él, le debemos confiada fidelidad.

3. Quien se fía de Dios encuentra la paz y la energía para afrontar toda dificultad y persecución.-

Jesús es el modelo de la verdadera fidelidad al Padre
: oración continua; escucha atenta; trabajo incansable y cercano a todos, especialmente a los últimos y marginados; presencia sanadora y pacificadora; verdad sin tapujos; propuesta clara y decidida; liberación de toda atadura, según la fe de quien se acerca; libertad absoluta basada en una confianza tenaz en su Padre, siempre vivido como cercano.

Debemos atrevernos a poner nuestra total confianza en el Señor de la Vida, Señor porque es Hijo de su Padre, el fiel, concreto y firme, el poderoso, el que nos conoce desde su Amor, el veraz sin mezcla alguna de engaño y al que no se puede engañar.

María nos lleve vivir abandonados en la manos del Padre con amor obediente y fiel.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XII

Jr. 20, 10-13: "Dijo Jeremías: «Siento cómo murmura la gente; me siento amenazado por todos lados... Pero el Señor me apoya... por eso quienes me persiguen perecerán... nunca ninguno olvidará su vergüenza. Señor del Universo que conoces a fondo a los justos; que penetras el interior de todo hombre... es a Ti que he confiado mi causa... Canten al Señor, alábenle, pues Él ha salvado mi vida...»"

Salmo 68: "Escúchame, Señor, Tú que me amas tanto."

Rm. 5, 12-15:
"Por obra de un solo hombre entró el pecado en el mundo y con el pecado vino la muerte, que se extendió a todos los hombres, pues todos pecaron... Pero el don no tiene nada que ver con la caída... mucho más ha abundado... el don generoso que se ha extendido a tantos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo."

Mt. 10, 26-33: "Jesús dijo a sus apóstoles: «No hay ningún secreto que tarde o temprano no se revele... Lo que les digo a oscuras díganlo a plena luz... proclámenlo desde las azoteas. No teman a los que solo pueden matar el cuerpo... No teman... A quien me reconozca delante de los hombres, también yo le reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo...»"

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