agosto 17, 2008

María victoriosa

El Padre José María nos dice:

"María Santísima nos indica el final de la historia y su necesario caminar: el final es el éxito incuestionable y definitivo, pero el camino es el de la defensa de nuestra voluntad de vivir desde este éxito, es decir, desde la filiación divina...

¿Qué éxito puede haber más grande que el de haber logrado el máximo de grandeza para una criatura creada: ser hija de Dios, según los cariñosos planes del Padre.

Nadie ha dicho que sea fácil ni que sea cómodo. Mientras el enemigo de nuestra vida y de nuestra paz esté con poder de tentar y seducir lo hará, nos toca a nosotros vivir unidos al Señor de la vida para no dejarnos atrapar o para liberarnos de las cadenas en las que hayamos caído atrapados.

Confiemos: ¡no quedaremos defraudados!"

María victoriosa

María es nuestra Madre. Después de una dura batalla surge victoriosa. A ella Satanás nunca la dejó tranquila. La atacó y le complicó la vida para derrotarla, pero el Señor, por su eterna misericordia, la defendió con gracias particulares, proporcionadas a su misión, como lo hace siempre con todos. Ella correspondió de ellas y goza de la gloria por su gran fidelidad.

Dios nunca falla: la gloria de María es expresión de la grandeza y gloria de Dios
, quien ha logrado en esta persona humana concreta, después del don de la vida de Jesús y gracias a su Pascua, el más alto nivel de respuesta fiel y dócil a la Voluntad del Padre que nadie ha dado.

1. Glorioso y seguro fin de la batalla para ser fiel al Dios de la Vida en esta vida concreta.-

La imagen del Apocalipsis nos muestra a la Reina y Señora del universo en toda su gloria, pero, al mismo tiempo, en el inmenso dolor del parto. Y ante ella la furia del enemigo de toda obra de Dios, de toda Vida y de todo Bien: el Dragón poderoso, de múltiples aspectos, con toda la fuerza del poder, capaz de destruir y con voluntad de hacerlo. Y lo que más ansía destruir es la vida que viene de Dios para el bien de los hombres, sobre todo de los pequeños y pobres. Pero Dios defiende a sus siervos, sin quitarles la decisión y responsabilidad personal.

El salmo nos invita a fiarnos de Dios, en Él está el éxito asegurado, pues Cristo ha resucitado venciendo hasta a la muerte, anota san Pablo. No tenemos nada que temer.

2. Dios, en Cristo Jesús, es nuestra victoria.-

La derrota del hombre distanciado de Dios ha sido superada por el amor de este Dios
que no cede ante nada con tal de salvar al hijo amado, aunque se haya separado, por lo que sea.

Eso mismo es lo que canta María ante la maravillada de Isabel, quien siente la presencia salvífica del Señor, del Salvador, actuando, ya desde el seno materno, en su hijo y en ella misma.

La bendición de Isabel es el resumen de todas las bendiciones del Antigua Testamento: ¡Feliz tú porque has creído, ciertamente lo que te ha dicho el Señor se cumplirá! Dios siempre ha cumplido sus promesas en toda circunstancia. Promesas ahora de dimensiones universales.

3. Al crear al hombre pensó en su final: ¡ser como Dios mismo: con su grandeza y señorío!.-

Todo el "trabajo" de Dios, toda su construcción en la historia, ha sido y es moldear a esta persona humana con su Palabra de Vida y Amor, modelar su corazón para que sea capaz de vivir la misma vida de Dios en toda circunstancia: nos entrega su Espíritu, camina con nosotros con misericordia infinitamente terca, porque sabe bien que el hombre, varón o mujer, es tardo y duro para comprender y fiarse de los planes de Dios porque le sobrepasan infinitamente...

Ante estos planes y su acción concreta y universal no hay ningún poder que pueda imponerse o mantenerse. O se acepta el Plan de Felicidad Eterna de Dios o la muerte acaba con el futuro de gloria feliz con el que sueña toda persona humana de cualquier tiempo y cultura.

Sin Dios no hay futuro, con Dios éste ya está radicalmente garantizado: ¡nos ha hecho a su imagen y nos ha hecho indudablemente bien! Sí, en desarrollo continuo y libres, y, por lo tanto, capaces de error, como toda persona inteligente pero limitada puesto que es creatura.

María, la humilde sierva, vivió siempre inmersa en la Voluntad de Dios y Éste le daba la Paz necesaria para ser fiel en los problemas y esta obediencia de Fe le abrió a la glorificación como Reina y Señora de lo creado. Éste es nuestro futuro, pidámosle nos auxilie en nuestra lucha por ser cada día más fieles a Dios hasta la gloria eterna que Él nos regala.

P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XX
ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA AL CIELO

Ap. 11, 19a; 12, 1-6a.10ab: "...figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol... El dragón estaba enfrente de la mujer para devorar al hijo apenas naciera... Arrebataron al niño hacia Dios... Ahora es la hora de la victoria de nuestro Dios..."

Salmo 44: "De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro."

1Cor. 15, 20-27a:
"Cristo ha resucitado, primicia de todos... Cristo tiene que reinar... el último enemigo sometido será la muerte."

Lc. 1, 39-56: "María se puso en camino... Se llenó Isabel del Espíritu Santo... «Bendita tú entre las mujeres... Feliz tú porque has creído...» «Proclama mi alma la grandeza del Señor...» María se quedó con Isabel tres meses..."

Catequesis

1.- Poder, lucha violenta, victoria... Eso es lo que veo o adivino hoy en estas lecturas ¿También Dios entra en competencia con el hombre?
No. Porque Dios es y el hombre solo tiene la existencia.

2.- ¿Y eso qué significa?
Que Dios es el Señor y el hombre quiere, desea, lucha por el señorío, el dominio... ¡Tonto! ¡¡Ya se lo otorgaron por vocación!! Claro que no se le impone: debe aceptarlo y vivirlo.

3.- ¡Ay, padrecito! Qué difícil me parece hoy... ¿Cuál es el señorío del hombre?
Lo vemos hoy en María ya realizado y en Jesús en su plenitud.

4.- Ya. En Jesús porque es el Hijo de Dios y en María por ser su madre. ¿Esto quiere decir?
No exactamente.

5.- ¿Podría entonces, por favor, explicarnos? Porque, la verdad, no creo entender nada.
Jesús, como Hijo de Dios, es el Señor; pero tiene el Señorío como hombre, es decir llega, como María, al dominio íntimo de su ser y de su mundo, sin manipularlos, es decir con sumo respeto, que es la única forma de verdadero dominio. Y lo logra por su inteligente, libre y amorosa acogida de la Voluntad soberana de Dios en su vida concreta.

6.- Pero en la primera lectura veo (y en la segunda creo percibirlo también) que llega a eso a través de lucha violenta. ¿Es así como Dios pensó la vida?
Más bien yo preguntaría ¿no es así la vida: una lucha casi sin cuartel?

7.- Sí, creo que sí, porque buscamos el poder
¡¡Porque deseamos indebidamente el poder!!

8.- ¿No tenemos derecho al poder?
No tenemos derecho a someter a nadie, alguno diría a “comernos a nadie”. Ni a Dios, a quien deseamos dominar, ni al hombre, a quien desearíamos subyugar, sea quien sea.

9.- ¿Y quién quiere someter o dominar a Dios? ¡No se pase!
El que le contesta y se rebela contra su Voluntad. No acepta que Él sea el Señor sino que más bien quiere que Dios se le someta. Es el pecado de Satanás, el Dragón del Apocalipsis, fue rebelarse contra Dios y querer ejercer su propio señorío, sin más ley que su voluntad y criterio, aun sin comprender ni dominar a cabalidad lo que le rodeaba y, menos todavía, lo que tenía dentro de él mismo. El fruto de este caprichoso y loco señorío es la muerte-destrucción, que el hombre comenzó a experimentar cuando imitó esta necia actitud, es decir con el pecado. Esta muerte acaba destruyendo, tragándose a quien la generó.

10.- ¿Habla de los poderosos de este mundo?
Hablo de todos los que no quieren obedecer a nadie que no se someta a su voluntad. Los que no quieren someterse y acaban como esclavos hundidos en sus reiteradas y crecientes estupideces, sean poderosos, sean no poderosos, pero deseosos de serlo en alguna medida.

11.- ¿Entonces debemos deducir que el poder es malo?
No. No lo es, cuando es verdadero poder.

12.- ¿Y cuándo es verdadero el poder?
Cuando es generador y defensor de la vida a todo nivel.

13.- ¿Cómo el de María, Reina y Señora del Universo?
Sí, como el de María y mucho más el de Jesús, que es de quien tiene el poder María y lo tendremos, sin duda ninguna, todos los que le aceptemos en nuestra vida como María lo aceptó en la suya.

14.- Pero María la tuvo muy difícil, según tengo entendido, pues no lo entendió todo o entendió muy poco lo que acontecía... ¿Es cierto o estoy mal?
No, estás muy bien. Ella se alió con Dios, no solo desde que se lo pidió, pero sobre todo desde ese momento. Se alió con Él para generar, estimular, educar y defender la vida de Jesús y de todos los pobres y pequeños que le rodeaban, comenzando por José, su esposo. Y no le fue nada fácil: tuvo que luchar mucho con toda clase y formas de mal. Éste es nuestro camino para llegar al Señorío que Dios nos tiene reservado. El don de la propia vida lleva al Señorío verdadero, que llega a ponernos por encima de todo, para el bien de todos y de todo.
P. José María Doménech Corominas, sdb

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