agosto 31, 2008

Sed de Dios

El Padre José María nos dice:

"Ser cristiano no es, no fue y no será jamás fácil. El Señor lo pide todo y esto no gusta a casi nadie, pero libera a todos de toda esclavitud, y por esto es que el Señor nos lo pide todo, pues nos quiere libres para seguirle solo a Él que es el único que nos da la Vida en la Verdad como Camino del Amor de Dios para la felicidad de los hermanos.

Todos estamos llamados a ser felices, pero de verdad, no con migajas prestadas de otros niveles de vida, así, con minúscula, y por tanto empobrecedoras de la vida humana por ser vidas caducas, y nosotros somos eternos sedientos de plenitud de bien y creciente verdad.

Dios quiere para nosotros todo lo bueno, pero eso tiene un precio: la entrega de nuestra entera confianza en sus planes, aun cuando duela o desconcierte... ¡Y esta experiencia es muy frecuente en nuestra vida! ¡¡¡Fiémonos pues los resultados son perfectos!!! (Perfectos, no placenteros, aunque sí llenos de gozo y paz)."

Sed de Dios

La felicidad es el futuro real de la vocación del hombre: pensado desde siempre por Dios, y, además, es el contenido de su vida; pero el hombre fracasa si la busca como su meta.

Nacimos para los demás. Jesús es enfático y tajante: el que quiera buscar sus intereses, “salvar su vida”, dice, ya tiene cantado el fracaso real y profundo de su vida, aunque, aparentemente, las cosas le vayan bien... ¡por ahora! También este ‘ir bien’ es falso, pues en la intimidad de su existencia vive un profundo vacío. No podemos llenar nuestra vida con nada, lo único que, de verdad, llena la vida del hombre, varón o mujer, es Dios, pues de Él venimos y a Él vamos para vivir en Él por toda la eternidad: Él es nuestra felicidad garantizada.

A Dios no se le conquista, pues es libre y no acepta ser atrapado por nada ni por nadie. Él habita en ‘nuestra casa’ porque nos ama, no porque se lo mandamos o lo dominamos con nuestras mágicas ‘oraciones’ o ‘ritos’.

Recibimos los dones de Dios no para cuidarlos sino para entregarlos a quienes los necesitan; Jesús entrega su vida y nadie se lo puede impedir, ni Pedro, con toda su buena voluntad.

Por esto Pablo nos pide que consagremos toda nuestra vida al Dios del Amor y la Vida: éste, nos dice, es el culto verdadero. ¡No hay nada que agrade más a Dios! En esta actitud Él se siente manifestado: Dios es don de Vida, porque es Comunión Trinitaria.

El sentido de la vida es trabajar para que todos conozcan la alegría de madurar en el don que da vida a quien la necesita, es decir, todos, sobre todo los más marginados.

1. La vida es para darla según los planes de vida y libertad de Dios.-

El secreto para dar la vida con alegría está en darla desde la Voluntad de Dios: toda.

Los profetas aprendieron este criterio con la experiencia de su vida: lo que no se acepta desde la Voluntad de Dios, no se enfoca correctamente y no llena la vida de la paz y felicidad que la Voluntad de Dios comunica, aún en el dolor. Ésta fue la dolorosa, y, al mismo tiempo, maravillosa experiencia de Jeremías: si le dejas en libertad, Dios te quema por dentro con su amor para que tu vida tenga sentido pleno y sea fecunda en los que la acojan.

2. El sufrimiento es inevitable, precisamente éste es el crisol de la verdadera felicidad.-

Felicidad sin sufrimiento es falsa felicidad
: la felicidad surge del engendrar vida nueva.

Jeremías se queja, pero tiene la experiencia de la verdad: sin docilidad a Dios solo hay soledad y vacío. Aprende a entregar la vida nueva que Dios pone en él para los demás.

El sufrimiento es propio de esta vida. Éste puede tener, sentido: depende de la vida dada con él, como Jesús. Seguir a Jesús es aceptarse y olvidarse de los propios gustos, para seguirle.

3. Entregar la vida es el criterio máximo de fidelidad al Señor y de identidad con su amor.-

La fidelidad a Dios está en el don de la propia vida
. Lo demás es mentira satánica.

Aprender a Amar es aprender a darnos. Debemos aceptarlo, aunque desconcierte.

María nos enseñe a seguir a Jesús dando libertad a Dios para que disponga de nuestra vida.
P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXII

Jr. 20, 7-9: "Me has seducido, Señor y me he dejado seducir... me has dominado, pero ahora se pasan el día divirtiéndose a mi costa, todos se ríen de mí... Todo el día la Palabra de Dios es motivo de escarnios y burlas... pensaba: No quiero hablar más en su nombre... pero sentía que en mi corazón ardía un fuego devorador... ya no puedo más."

Salmo 62: "Tengo sed de Ti, Señor, Dios mío."

Rm. 12, 1-2:
"Por el amor entrañable de nuestro Dios les pido que le ofrezcan todo lo que son... Éste debe ser su culto verdadero. No se amolden a este mundo; transfórmense renovando su manera de vivir... para que puedan reconocer qué es lo bueno, lo que agrada a Dios, lo perfecto."

Mt. 16, 21-27: "Jesús comenzó a explicar a los discípulos que debía subir a Jerusalén... sufrir mucho... que sería matado y que resucitaría al tercer día. Pedro... empezó a reñirle: «De ningún modo, Señor...» Pero Jesús girándose le dijo: «¡Apártate de mí, Satanás! Me tientas, puesto que no piensas como Dios sino como los hombres» Y dijo a todos: «El que quiera venirse conmigo, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame; quien quiera salvar su vida la perderá... el Hijo del Hombre va a venir en la gloria del Padre... y Él pagará a cada uno según sus obras»."

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