agosto 02, 2008

Dar de comer a nuestro hermano

El Padre José María nos dice:

"Dios confía en nosotros y nos educa en el don de la vida.

Primero, Él nos da todo lo necesario para nuestra vida y creciente plenitud, claro que depende de nosotros aprovecharlo. Nunca nos faltará su apoyo y presencia Providente, nada ni nadie puede separarnos del Amor de Dios, nos recuerda San Pablo, pero eso no quiere decir que nosotros no podamos cometer la tontería de abandonar al Señor de la vida, y, por tanto, quedarnos sin la vida del Señor y el alimento más vital para nuestra vida íntima, que es la única que nos permite vivir de verdad, superando la tentación de vegetar, es decir vivir sin sin un sentido profundo.

Después nos invita a dar nuestra propia vida, a servir a los hermanos con lo que tenemos y a no desconfiar, que cuando nosotros lo ponemos todo, también Dios pone todo lo necesario hasta que se cumpla el bien que conviene.

Confiemos en nosotros y en el Dios que nos ha creado, nos cuida con su Providencia y nos confía su Amor para que lo distribuyamos a los que nos rodean.

Dios les bendiga."

Dar de comer a nuestro hermano

“Denles ustedes de comer”. ¡Qué terrible responsabilidad la nuestra, los cristianos, discípulos de Jesús! No tenemos excusas, El Señor es quien nos lo pide y está a nuestro lado, no nos deja, nos apoyará, pero desea que nosotros pongamos todo nuestro esfuerzo, Él hará lo que nosotros no logremos completar... Para aquellos que quieren ver, son muchas las pruebas: todos los logros en la vida espiritual de las personas; en la paz profunda lograda; en el reequilibrio interior, el más difícil de lograr; en el perdón; en la reconstrucción estable de los matrimonios.

Es verdad todo supone paciente espera, muchas renuncias a vernos por encima y triunfadores, largos momentos de silencio y escucha atenta, grandes esfuerzos de buscar apoyos, ayudas para descubrir qué es lo que exactamente ayudará en cada momento y, sobre todo, muchos momentos de oración confiada. Todo esto nos hace crecer en el Amor de Dios.

Dar de comer vida a una persona, ayudarle a vivir cada día mejor y más profundamente es realmente una tarea divina que Dios nos pide hacer porque Él la está haciendo, en cada uno de nosotros, desde que fuimos engendrados, pero en un momento dado desea que nosotros le colaboremos. Sí, así como Él hace las cosas, gratuitamente, poniendo de lo nuestro.

Dios nos invita a su banquete; a no perder tiempo ni energías en cosas que no llenan la vida pues no le dan sentido. Así aprenderemos a dar lo recibido y como lo hemos recibido.

1. Recibir el alimento diario es una tarea de Dios, pero también de los hombres.-

Cuando pedimos el pan nuestro de cada día, lo pedimos como algo que necesitamos recibir, pero que tenemos que saberlo aceptar para poderlo aprovechar. Darlo a otros es la prueba.

Todo lo recibimos de Dios
. Es gratis, pero debemos acudir a Él, primero, y, en segundo lugar, aprender a seguirle para beneficiarnos de sus dones. Así lo hace el pueblo de Galilea.

Jamás seremos obligados a nada, pero tampoco lo recibiremos sin nuestra intervención seria.

2. Dios es Padre educador y, como todo buen Padre, nos da invitándonos a dar lo recibido.-

Las obras de Dios son todas comprometedoras
. Dios nunca nos deja tranquilos.

La religión busca la seguridad del hombre con los beneficios de Dios. La Fe cristiana, que no es una religión, aunque, inevitablemente, se tenga que expresar así, acoge y responde a los dones de Dios entregándolos a los hermanos sin tregua ni comodidad

Vivir así nos regala la seguridad de un Amor creciente y del que nada ni nadie nos podrá separar. Aceptar a Dios como Padre es comprometerse a dar la vida como Él, sin límites.

La única forma de ser libres, como Dios nos creó, es que aceptemos la doble invitación de Dios: acoger sus dones gratuitos y prepararnos para darlos cada día a quien los necesite.

3. Todos los días estamos llamados a decidir nuestra vida o con Cristo o separados de Él.-

Las decisiones de nuestra vida son solo nuestras
. Dios nos llama a ser como Él y vivir en su Amor.

Nada puede apartarnos del amor de Dios, dice Pablo, pues Dios jamás nos faltará, es fiel. Si no queremos, no hay peligro de perder a Dios; el peligro es que nos neguemos a ser como Él.

María nos enseñe a ser tan sencillos que estemos siempre abiertos a Dios y a los hermanos.
P. José María Doménech Corominas, sdb

CICLO A – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVIII

Is. 55, 1-3: Dice el Señor: «Todos los que estén sedientos, vengan al agua; vengan los que no tienen dinero... compren leche y vino... sin pagar nada. ¿Por qué gastan comprando pan que no alimenta y malgastan... en comidas que no satisfacen?... Estén atentos, vengan a mí, y se llenarán de vida...»"

Salmo 144: "Todos tienen sus ojos fijos en Ti, esperando que les des el alimento a su tiempo"

Rm. 8, 35.37-39:
"¿Quién será capaz de separarnos de Cristo, que tanto nos ama?... Estoy seguro que ni la muerte ni la vida... ni el presente ni el futuro... ni nada del universo creado será capaz de separarnos de Dios, que, en Cristo Jesús, nuestro Señor, nos ha demostrado cómo nos ama."

Mt. 14, 13-21: "Jesús... se fue en una barca a un lugar despoblado... Cuando la gente lo supo, lo siguieron a pie... Al desembarcar, vio a tanta gente, que se compadeció de ellos y curaba a sus enfermos. Los discípulos, al ver que atardecía, le dijeron: «...despide a la gente. Que vayan a los poblados cercanos para comprarse algo de comer.» Jesús les respondió: «No hace falta que vayan. Denles ustedes mismos de comer»..."

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