agosto 04, 2009

El Pan de Vida

Esta semana también tenemos el mensaje y la sugerencia homilética de nuestro querido Padre José María:

No es raro encontrarse en las Comunidades Cristianas personas decepcionadas y cansadas de esforzarse, como algunos dicen, para nada... La injusticia no solo sigue adelante, sino que hasta que parece que tenga más fuerza y hasta algunos cristianos, sin excluir consagrados, perticipan de ella, aunque lo nieguen, algunos, con sus palabras en predicaciones o catequesis. Pero lo que vale no son las palabras, sino las realidades concretas con las que nos comprometemos y su el dinero y el poder es más importante que las personas, ¿cuál es el verdadero evangelio en el que creen? ¿cuál es la verdad en la que creen? ¿cuál la vida que transmiten? ¿No son más bien agentes diabólicos de muerte?

Duras y agresivas preguntas... Pero creo que, de un modo u otro, todos las hemos escuchado con dolor y perplejidad.

Es difícil centrar la vida en el bien de las personas desde la verdad de cada una de ellas. Sí es difícil y duro, pues cada una tiene sus misterios e sus ilusiones, que solo Dios conoce y respeta, aunque no siempre apoye.

Con el alimento de su Palabra nos orienta y corrige; con el alimento de su propio cuerpo entregado y de sangre derramada nos fortalece para que seamos capaces de luchar mucho más con nosotros mismos, antes que tratando de corregir a otros o cambiar el mundo... Nos invita a comer de Él para poder ser como Él y llenar de vida el mundo, con el don continuo de nuestra propia vida como lo hizo nuestro Maestro, el único Maestro de Vida y Vida eterna.

Que Dios nos bendiga y fortalezca nuestro esfuerzo de fidelidad a Él en la Fe y docilidad constante al Espíritu que nos santifica.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domênech SDB


El Pan de Vida


Elías, cansado de tanta persecución, cae en profunda depresión. Tiene experiencia personal de que Dios sí es fiel, pero ¿para qué luchar tanto, dónde está su fidelidad si los poderosos se mofan de todo y todos acabando con la vida y la verdad? Algunos preguntan: al fin ¿a dónde van tantos esfuerzos? ¿Dónde está la justicia de Dios en todo lo que vivimos? ¿No es la reflexión de muchos sufrientes ante tanta inmisericordia de muchos que viven como poderosos, grandes o pequeños, en todos los campos en los que se ejerce el poder más que el servicio evangélico, también, por desgracia, en la Iglesia? En tu vida ¿qué es lo más importante: tú o los demás?

Pablo nos llama a perseverar en el Amor que el Padre nos confía para el mundo. Sí, para este mundo tan abusivo y muchas veces agresivo en pensamientos, palabras y hasta en obras, que machaca a los demás para conseguir, en medio de muchas e ingeniosas teorías, intereses individuales o de grupo, sin importarle ni la verdad ni el bien. ¡Cuánta mentira y muerte para el poder!

La verdad o mentira de toda propuesta no depende de una opinión sino de la realidad en sí con sus frutos. Lo mejor es aprender a escuchar al Señor y acoger lo que Él nos propone, aunque muchas veces nos moleste porque no encaja con nuestra ‘sabia’ y ‘segura’ opinión (soberbia) que todo lo juzga y califica, aunque ni conozca bien ni viva con seriedad su compromiso.

¿Cómo caminar a una meta que parece imposible sin el alimento adecuado para este camino?

Construir en el mundo el Reino de Dios es sueño iluso para muchos y locura para otros.

Jesús soportó esta agria crítica, sin paliativos. Los ‘garantes’ de la Voluntad de Dios, pero que estaban acostumbrados a ‘manejarla’, le dieron una respuesta aplastante. Él se mantuvo.

Nuestra tarea no es más fácil que la de Elías o la de Jesús, por esto el Dios de la Vida nos da el alimento adecuado para poder recorrer el largo y conflictivo camino de la Historia de Salvación que nosotros debemos vivir desde la Fe en nuestro Padre fiel que resucitó a Jesús.

El camino no es solo humano, si la meta es el Reino, nuestro camino es también divino

Nuestra historia es una tarea en la que todos somos responsables de nuestras decisiones. Esta responsabilidad es grave, pues nada es indiferente: como el alimento puede enriquecer o perjudicar al organismo, también nuestras actitudes y decisiones. Todos merecen respeto y que les ofrezcamos lo que necesitan para madurar y crecer en dignidad y calidad de vida interior.

Ser fieles a esta misión que Dios nos ha confiado es un esfuerzo humano y un don divino. Dios nos entrega su parte en la consagración del bautismo y la confirmación. Pongamos nuestro esfuerzo personal. No nos cerremos en nosotros mismos: es muerte para nosotros y para todos.

Solo Dios es el alimento adecuado para lo que se nos está proponiendo: se hijos de Dios aquí

La vocación de ser hijo de Dios pide un alimento divino y un concreto esfuerzo humano para ser, como Dios, dadores de vida en toda circunstancia. Nada fácil, pero grande: ¡ser santo!

Dios se nos da como alimento, pero debemos acogerlo, asimilarlo y hacerlo vida para que el mundo tenga vida y en abundancia, al pasar la vida de Dios a ellos a través de nosotros.

Pidamos a María ansiar alimentarnos de Jesús para tener la fuerza de ser fieles al Padre.


P. José Mª Domènech Corominas, SDB


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XIX


1R. 19, 4-8: "Elías caminó durante un día por el desierto... y... oró así: «¡Basta, Señor! Toma la vida... que no soy mejor que mis padres, también muertos»... El ángel del Señor lo tocó... y dijo: «Levántate y come, que te queda un largo camino por recorrer» Él comió y bebió... caminó... hasta que llegó a Horeb, la montaña de Dios."

Salmo 33: "Prueben y verán qué bueno es el Señor"

Ef. 4, 30-5, 2:
"No entristezcan al Espíritu Santo con el que Dios los ha marcado para el día de la redención final. Lejos de ustedes... todo tipo de maldad... perdónense tal como Dios les ha perdonado en Cristo Jesús. Como hijos amados de Dios que son, imiten a su Padre... como Cristo nos amó y se entregó por nosotros ofreciéndose a Dios..."

Jn. 6, 41-51: "Los judíos murmuraban de Jesús... Jesús les dijo: «No murmuren... Nadie puede venir a Mí si no le atrae el Padre que me ha enviado... quienes creen tienen vida eterna. Yo soy el pan que da la vida... para que no muera nadie de los que lo comen. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan, vivirá para siempre... El pan que Yo daré es mi carne, para que dé vida al mundo»."

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