Esta semana también tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que el Padre José María nos envía con todo cariño.
Con ese mismo cariño, tengámoslo siempre presente en nuestras oraciones.
Nos molestan muchas veces las normas y, todavía más, que nos digan que debemos obedecerlas, pero nuestra era tecnológica una de las cosas que nos ha impuesto es la obediencia a las normas técnicas.
Es una verdadera desgracia que no lo apliquemos a las normas morales y de convivencia ordinaria y regular... Creemos que ser libre es hacer lo que a uno le parece, pero eso es ser destructor de relaciones sanas y de la salud social. O la relación se fundamenta en el bien de la vida que fluye a nuestro derredor o nuestras relaciones, tarde o temprano se romperán y no importarán los tratados y la importancia de las personas que nos rodean.
Dios nos respeta (para algunos, sobre todo en algunas circunstancias, demasiado), porque nos ama personalmente y ese respeto le lleva a decirnos la verdad, sin preguntar si nos gusta, pues su criterio es nuestro bien, no nuestra complacencia en lo que nos propone.
Los mandamientos son la garantía de sabiduría sin peligro de llegar a la locura de creernos mejores.
Vivir en la Casa, en el Reino, de Dios es vivir constantemente en sus criterios, que son de Amor y Verdad, los únicos que permiten el desarrollo de la Vida en la Paz. Para eso es necesario saber escuchar su Palabra, por la mediación que venga, con veneración y voluntad de obediencia sabia, sencilla y sacrificada.
La necedad no está en el error, siempre posible, sino en la la locura de la soberbia y de la cerrazón ante la Palabra... Entonces la vida corre, por los caminos de la mentira, hacia la muerte, robando la vida allí donde la encuentre sin importarle las consecuencias. Es una locura que genera adicción.
Lo más sabio, según nos lo dice el apóstol Santiago, es saber escuchar la Palabra para hacer vida todo el bien que recibimos. Nuestra Salvación es ser felices como Dios, ¡para eso nacimos!
El Señor nos bendiga a todos.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Con ese mismo cariño, tengámoslo siempre presente en nuestras oraciones.
Nos molestan muchas veces las normas y, todavía más, que nos digan que debemos obedecerlas, pero nuestra era tecnológica una de las cosas que nos ha impuesto es la obediencia a las normas técnicas.
Es una verdadera desgracia que no lo apliquemos a las normas morales y de convivencia ordinaria y regular... Creemos que ser libre es hacer lo que a uno le parece, pero eso es ser destructor de relaciones sanas y de la salud social. O la relación se fundamenta en el bien de la vida que fluye a nuestro derredor o nuestras relaciones, tarde o temprano se romperán y no importarán los tratados y la importancia de las personas que nos rodean.
Dios nos respeta (para algunos, sobre todo en algunas circunstancias, demasiado), porque nos ama personalmente y ese respeto le lleva a decirnos la verdad, sin preguntar si nos gusta, pues su criterio es nuestro bien, no nuestra complacencia en lo que nos propone.
Los mandamientos son la garantía de sabiduría sin peligro de llegar a la locura de creernos mejores.
Vivir en la Casa, en el Reino, de Dios es vivir constantemente en sus criterios, que son de Amor y Verdad, los únicos que permiten el desarrollo de la Vida en la Paz. Para eso es necesario saber escuchar su Palabra, por la mediación que venga, con veneración y voluntad de obediencia sabia, sencilla y sacrificada.
La necedad no está en el error, siempre posible, sino en la la locura de la soberbia y de la cerrazón ante la Palabra... Entonces la vida corre, por los caminos de la mentira, hacia la muerte, robando la vida allí donde la encuentre sin importarle las consecuencias. Es una locura que genera adicción.
Lo más sabio, según nos lo dice el apóstol Santiago, es saber escuchar la Palabra para hacer vida todo el bien que recibimos. Nuestra Salvación es ser felices como Dios, ¡para eso nacimos!
El Señor nos bendiga a todos.
Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:
P. José Mª Domènech SDB
Todo lo bueno proviene del Padre
¡Cuántas veces la ciencia y la tecnología nos sorprenden por sus descubrimientos! Unas veces despiertan en nosotros alegría ilusión y esperanza, por el bien que nos permiten obtener, y otras quedamos perturbados por la tensión-duda que suscitan en nosotros: ¿para qué serán usados; a qué nos llevarán estos intentos de dominio autónomo de lo que no es del todo nuestro?
La realidad se nos escapa, no tanto por nuestra ignorancia sobre ella y sus fundamentos, que la ciencia, legítimamente, intenta desvelar, sino por el verdadero futuro de la misma. Ésta, al no haber sido creada por nosotros, no puede estar bajo nuestro total dominio. ¿No somos de cambiante mentalidad-ideología? ¿No tenemos muchos intereses maquillados e inconfesables? Los gobernantes de turno, a veces impuestos, o los pseudocientíficos, que juegan a ser dioses, como si fueran locos de atar, ¿no lo ponen en riesgo todo, dolorosamente construido, y a todos?
Dios nos pide a ser sabios y buscar conocer su Amor, Verdad y Voluntad. Él sí sabe de qué habla y el futuro definitivo está en su mano. Nos invita a fiarnos de Él sin manipular nada.
Él sí se fía de nosotros y nos lo ha confiado todo. Somos gravísimamente responsables. Nos ha dado todo bien necesario para que tengamos éxito en nuestra vida, pero en la verdad y solo en ella, que no puede, como es evidente, depender de la opinión de cada uno.
Lo posible no, por ello, es bueno: el Bien depende del Amor veraz a la vida en su integridad
Dios es bueno porque ama la vida y la cuida en todos sus aspectos y momentos, aun los más duros y dolorosos, que absolutamente se nos escapan. Él siempre está presente y apoyando.
Nos pide que nos fiemos de Él, aunque nos cueste o duela. Sí, somos libres, pero necesitamos aprender a serlo de verdad. Eso solo se logra con el amor en la verdad. ¿Le amamos?
Es una real, lamentable y trágica lástima que del que menos nos fiemos sea de Él, pero sea a Él a quien más culpamos de lo que nos disgusta o duele. Nos olvidamos que nosotros ni nos respetamos, ni nos tomamos en serio, pero Él sí lo hace y, aunque lo lamente, nos deja decidir.
El Amor de Dios le llevó a darnos los mandamientos, como un manual de instrucciones
Los mandamientos son expresión de un Amor que busca lo mejor para el amado.
No fuimos creados para sufrir, sino para ser felices. Es por eso la felicidad es un sueño, y una lucha, de todos y de siempre. La debilidad y la ignorancia nos llevan al error a la hora de elegir. Por eso Dios, en su Amor, nos ofrece su apoyo orientativo en los mandamientos.
El capricho es equivocado por ser inobjetivo y arbitrario y nos encierra en la inmadurez
Este valle de lágrimas lo creamos nosotros con nuestros necios caprichos y pretensiones de grandeza. Nos hacemos los liberadores, pero sometemos a la opresión, dolor y desesperanza llegando, al fin, a la muerte. Así, tantos sueños quedan en la cuneta y la historia sigue su curso.
La esperanza, basada en el Amor y la Verdad, es lo que hace que la historia se renueve.
Pidamos a María poner nuestra esperanza en el Señor: que sepamos escuchar y obedecer.
La realidad se nos escapa, no tanto por nuestra ignorancia sobre ella y sus fundamentos, que la ciencia, legítimamente, intenta desvelar, sino por el verdadero futuro de la misma. Ésta, al no haber sido creada por nosotros, no puede estar bajo nuestro total dominio. ¿No somos de cambiante mentalidad-ideología? ¿No tenemos muchos intereses maquillados e inconfesables? Los gobernantes de turno, a veces impuestos, o los pseudocientíficos, que juegan a ser dioses, como si fueran locos de atar, ¿no lo ponen en riesgo todo, dolorosamente construido, y a todos?
Dios nos pide a ser sabios y buscar conocer su Amor, Verdad y Voluntad. Él sí sabe de qué habla y el futuro definitivo está en su mano. Nos invita a fiarnos de Él sin manipular nada.
Él sí se fía de nosotros y nos lo ha confiado todo. Somos gravísimamente responsables. Nos ha dado todo bien necesario para que tengamos éxito en nuestra vida, pero en la verdad y solo en ella, que no puede, como es evidente, depender de la opinión de cada uno.
Lo posible no, por ello, es bueno: el Bien depende del Amor veraz a la vida en su integridad
Dios es bueno porque ama la vida y la cuida en todos sus aspectos y momentos, aun los más duros y dolorosos, que absolutamente se nos escapan. Él siempre está presente y apoyando.
Nos pide que nos fiemos de Él, aunque nos cueste o duela. Sí, somos libres, pero necesitamos aprender a serlo de verdad. Eso solo se logra con el amor en la verdad. ¿Le amamos?
Es una real, lamentable y trágica lástima que del que menos nos fiemos sea de Él, pero sea a Él a quien más culpamos de lo que nos disgusta o duele. Nos olvidamos que nosotros ni nos respetamos, ni nos tomamos en serio, pero Él sí lo hace y, aunque lo lamente, nos deja decidir.
El Amor de Dios le llevó a darnos los mandamientos, como un manual de instrucciones
Los mandamientos son expresión de un Amor que busca lo mejor para el amado.
No fuimos creados para sufrir, sino para ser felices. Es por eso la felicidad es un sueño, y una lucha, de todos y de siempre. La debilidad y la ignorancia nos llevan al error a la hora de elegir. Por eso Dios, en su Amor, nos ofrece su apoyo orientativo en los mandamientos.
El capricho es equivocado por ser inobjetivo y arbitrario y nos encierra en la inmadurez
Este valle de lágrimas lo creamos nosotros con nuestros necios caprichos y pretensiones de grandeza. Nos hacemos los liberadores, pero sometemos a la opresión, dolor y desesperanza llegando, al fin, a la muerte. Así, tantos sueños quedan en la cuneta y la historia sigue su curso.
La esperanza, basada en el Amor y la Verdad, es lo que hace que la historia se renueve.
Pidamos a María poner nuestra esperanza en el Señor: que sepamos escuchar y obedecer.
Padre José María Domènech Corominas, sdb
CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXII
Dt. 4, 1-2.6-8: "Moisés dijo al pueblo: «Ahora, Israel, escucha los decretos y prescripciones que hoy les enseño y cúmplelos. Así vivirán, entrarán en el país que el Señor, el Dios de sus padres, les da y tomarán posesión de él. No añadan nada… ni quiten nada…»."
Salmo 33: "Señor, ¿quién podrá habitar en tu Casa?"
St. 1, 17-18.21b-22.27: "Todo lo que recibimos de bueno, todo don perfecto, proviene de arriba, baja del Padre... Él decidió libremente que la proclamación de la Verdad nos hiciera nacer a la Vida... Acojan con docilidad la Palabra... que tiene el poder de Salvarles. Pero no se limiten a escucharla... deben ponerla en práctica... Guárdense limpios de la malicia del mundo."
Mc. 7, 1-8a.14-15.21-23: "...Los fariseos... preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no guardan la tradición de los ancianos...?» Jesús les contestó: «...“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón se mantiene lejos de Mí...” Ustedes abandonan los mandamientos de Dios para mantener las tradiciones de los hombres... Nada que entre desde fuera del hombre puede contaminarle; solo aquello que sale de él puede contaminarle...»."
Salmo 33: "Señor, ¿quién podrá habitar en tu Casa?"
St. 1, 17-18.21b-22.27: "Todo lo que recibimos de bueno, todo don perfecto, proviene de arriba, baja del Padre... Él decidió libremente que la proclamación de la Verdad nos hiciera nacer a la Vida... Acojan con docilidad la Palabra... que tiene el poder de Salvarles. Pero no se limiten a escucharla... deben ponerla en práctica... Guárdense limpios de la malicia del mundo."
Mc. 7, 1-8a.14-15.21-23: "...Los fariseos... preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no guardan la tradición de los ancianos...?» Jesús les contestó: «...“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón se mantiene lejos de Mí...” Ustedes abandonan los mandamientos de Dios para mantener las tradiciones de los hombres... Nada que entre desde fuera del hombre puede contaminarle; solo aquello que sale de él puede contaminarle...»."
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