agosto 11, 2009

"Mi carne es verdadera comida"

El querido padre José María nos envía su mensaje y sugerencia homilética para esta semana:

La Eucaristía es el don del mismo Dios para que el hombre tenga todas las posibilidades abiertas para llegar a feliz término de su misión-vocación: ser como Dios, es decir, ser dador-estimulador de vida según cada etapa y circunstancia de su vida a fin de que sus hermanos encuentren al camino de vida y salvación que les corresponde como el adecuado para cada uno de ellos en cada situación de la propia vida.

Es evidente, para cualquier persona un poco profunda, que ésta es una vocación que excede a nuestra naturaleza simplemente física-psicológica humana. Dios tenía pensado que la persona humana creada por Él iba a ser alguien de su Familia y, juntos, trabajarían en todo, de modo que ella lograría su fin sin problemas porque Dios, el artista que le creó, estaba directamente implicado en ello, pero es necesario, por la propia naturaleza de la persona humana, que ésta tomara sus propias decisiones de colaborar o no con quien le había creado y le llamaba. Esta decisión, es verdad, ponía en riesgo su vida, pero también le daba la gran posibilidad de vivir su vida auto-superándose por el mismo poder de Dios asumido por ella como recibido con gratitud y propio suyo por haberlo asumido.

Dios nunca no dejó solos: se hizo uno de nosotros para enseñarnos a caminar, desde nuestra naturaleza, en esta vocación-misión y se hizo nuestro alimento-fuerza espiritual, integradora de todas nuestras energías humanas, para que pudiéramos ser Comunidad que vive en la Comunión Trinitaria y que se entrega al estilo de su Maestro, hasta dar la propia vida en obleción y alimento que supera lo que naturalmente seríamos capaces de hacer, que es mucho y muy bueno.

En la Eucaristía somos invitados a hacernos uno con Cristo y nosotros, con nuestro "Amén", aceptamos hacerlo historia en el hoy y aquí de cada día.

Dios nos bendice, abrámonos al don de su vida más allá de todo miedo o limitación.

Unidos en oración con María, nuestro Auxilio:

P. José Mª Domènech SDB


"Mi carne es verdadera comida"

Las palabras de Jesús no son digeribles para los que no tienen el conocimiento que da el alimento de sabiduría propio del Espíritu Santo, de quien Pablo nos invita a llenarnos.

Jesús nos habla de compartir su vida como Él comparte la del Padre, que le ha enviado.

Cristo comparte al comunicar su propia intimidad, ofreciendo llevarte a que, a nivel creciente, asumas su Vida, como Él, viviendo la Vida de su Padre, ha asumido la tuya en conocimiento, amor e identificación con tus infinitas posibilidades, más allá de tus límites y errores.

¿Dónde está la base de la sabiduría humana? ¿En las conclusiones de nuestra limitada experiencia? ¿En las cambiantes, y a veces deshonestas, ideologías? ¿En las teorías, tantas veces contradictorias, que dicen interpretar la realidad? ¿En la supuesta ‘conciencia del Universo’? ¿Cuántas guerras absurdas y necias, como lo son todas, han alimentado nuestras ‘sabidurías’?

La verdadera sabiduría alimenta la vida, la acogida y la entrega propia para el bien de todos

La persona humana, sedienta de amor y vida, busca constantemente construir ambientes de actitudes que permitan el crecimiento de la vida en el amor. Ésa es su naturaleza verdadera, desgraciadamente pervertida por el pecado, que muchas veces estructura relaciones perversas que generan dinámicas sociales degeneradoras que amenazan el futuro humano.

Jesús, lleno de la sabiduría del Espíritu de Dios, no se sometió a ello, sino al Amor dador de Vida de su Padre, que es don continuo. Así Él mismo se hizo oblación que alimenta.

Nuestra vida madura si nos dejamos alimentar por la misma persona de Jesucristo. Él es Pan de Vida para la vida de todos, sin discriminación alguna. El único que no se alimentará de Él es quien le niegue como único dador de Vida Plena. Quien tenga otros dioses, no entenderá ni al Padre de Cristo, ni a Éste, ni al don de su propia persona como Pan de Vida Eterna.

El Espíritu de Dios es Espíritu de Comunión para la Vida Eterna de toda persona humana

La existencia humana solo tiene sentido en la comunión; por eso todos la soñamos y la buscamos en las continuamente renovadas relaciones personales, familiares y sociales.

El Espíritu es garantía de comunión porque es don de Amor para la vida, antítesis de todo egoísmo, individualismo y soberbia, actitudes que crean soledad, destrucción y muerte.

Cristo Jesús nos da su propia existencia personal: física, espiritual y divina para nuestra Vida

La vida que Dios nos da no es para dominarnos, sino para enriquecernos con su propia Vida y Sabiduría, a la que no tenemos acceso si no es por el don de su Espíritu, sin el cual toda sabiduría humana se vuelve estupidez malsana, perjudicial y suicida. Basta remitirnos a los abusos apoyados e incrementados por cualquier afán de poder, siempre existente, también hoy.

Lo que Dios desea de nosotros es que lleguemos a la plenitud de la felicidad que viene de Él por el don de su vida en oblación de Amor; pero esto es imposible si no aceptamos al Padre libremente como Cristo y en Cristo, Pan de Vida Eterna para toda persona humana.

No comulgar con Cristo es colaborar con la destrucción de la dignidad humana. Suicidio.

María nos pide vivir abiertos al Espíritu y alimentarnos, como hijos, con el Hijo-Pan.

P. José Mª Domènech Corominas, SDB


CICLO B – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XX


Pr. 9, 1-6: "La sabiduría se ha construido su palacio... y hace preparar la mesa. Después envía sirvientes para que griten desde los lugares más altos de la ciudad: «Que vengan los simples... a comer de mi pan, a beber de mis vinos. Dejen la ignorancia y vivirán, y avanzarán por el camino del conocimiento»."

Salmo 33: "Prueben y verán qué bueno es el Señor"

Ef. 5, 15, 20:
"¡Fíjense cómo viven! No sean como los que no saben lo que hacen, sino como gente sensata, que sabe sacar el bien del presente, pues los tiempos que vivimos son malos... preocúpense de entender lo que el Señor desea de Ustedes. Déjense llenar por el Espíritu Santo. Exhórtense unos a otros... en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor."

Jn. 6, 51-58: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo... Se lo digo con toda la verdad: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes... Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. Quien come de mi carne y bebe de mi sangre, habita en Mí y Yo en él. A Mí me ha enviado mi Padre, que vive, y Yo vivo por el Padre; de igual modo, los que me coman, vivirán por Mí... vivirán para siempre."



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