abril 01, 2010

Jesús entrega su vida en alimento

Jesús entrega su vida en alimento

Jueves santo, día del Amor hasta el extremo: dar la propia vida desinteresadamente por el bien del otro y esto ¡hasta el punto de hacerse alimento!, es decir, no existir para nada más que para ser comido y asimilado, según las objetivas posibilidades y reales necesidades del otro

El éxito personal del sacerdote, del cristiano, no debe ser buscado ni exigido, es el resultado del trabajo para lograr que el otro tenga vida y la tenga en abundancia, y también, como Jesús dice durante la última cena al hablar de su amor, para que la alegría de ustedes sea plena.

Ser cristiano es servir al hermano, como Jesús, siempre en creciente entrega personal

El evangelio de san Juan marca el sentido interior de la Eucaristía: servir para la Vida Nueva: servir a todos, a los últimos, marginados y pecadores. Todos son destinatarios del beneficio presente en el amoroso gesto de libertad suprema y limpia, sin finalidades ocultas.

La motivación del don es compartir el Amor libérrimo de Dios, Comunión Trinitaria.

Los ministros del altar deberán aprender de su Maestro a vivir así: ¡ése es su único éxito!

La entrega sacramental del Señor nos interpela, dice san Pablo en su primera carta a los Corintios: debemos celebrar la Eucaristía, don de la vida del Señor, con intención y voluntad de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado a beneficio de toda persona. No hacerlo así es quedar condenado por la misma Salvación y Vida Nueva que celebramos.

Vivimos la Eucaristía ofreciendo al mundo la salvación del Amor Entregado del Señor

El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. Así el pueblo cristiano debe saber valorar la Celebración Eucarística, paso del Señor y Salvador por su vida, para llenarla de su Amor y con Él ir a todos nuestros hermanos para que el mundo conozca y pueda recibir la Salvación de Dios.

Necesitamos buscar vivir el Amor del Señor para asumir la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía. La Eucaristía, por sí misma, exige serio compromiso con la historia humana.

No hacerlo así es como la rebelión, patente de Pedro y escondida de tantos otros, ante la humilde actitud de servicio del Señor. Eso nos lleva a quedarnos en la pobreza y limitación de criterios de nuestro mundo, con todas las consecuencias: el individualismo y toda su carga de disociación familiar y social; el pensamiento débil y caduco de las ideologías de todo orden, que pretenden imponerse en nuestra cultura, pero que no enriquecen ni a la persona ni a la sociedad y más bien perturban todas las relaciones humanas; el culto a la apariencia, al prestigio, al poder, con toda la desfiguración y manipulación de la conciencia y la corrupción de los valores.

Agradecer a Dios pide entregar la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás

Con obras de vida y salvación para todos agradecemos a Dios la Vida y Salvación recibidas en Cristo. A eso nos llama el salmo 115, que el Señor pone en nuestros labios.

El Señor pide a los apóstoles que repitan el gesto de servicio: que sean instrumento de vida y renovación interior, que reciban a todos, que no juzguen ni condenen a nadie, que construyan comunión al estilo del Padre. Pero para saberlo hacer es necesario que el sacerdote, y todo cristiano, se acerquen al Señor de la vida y aprenda a vivir como Él, ¡con sus criterios!

Pidamos a María nos ayude a todos a vivir cada Eucaristía para llegar a ser Eucaristía.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.



CICLO C – SEMANA SANTA – JUEVES SANTO
Jesús entrega su vida en alimento para que toda persona pueda tener vida y alegría plena: tarea que nos deja a todos


Ex.12, 1-8.11-14:
"…cada familia tome un cordero… macho…sin tara… de un año… con su sangre unten las jambas y umbral de la casa… comerán de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano, pues el paso del Señor. …la sangre será la señal… Este día sea un memorial… por todas las generaciones…"

Salmo 115: "El cáliz de la bendición es comunión en la sangre de Cristo."

1Cor. 11, 23-26:
"…esta tradición… viene del Señor… cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva."

Jn. 13, 1-15: "…Jesús sabía que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… les demostró hasta qué punto les amaba… «¿Entienden lo que he hecho?…Les he dado ejemplo para que ustedes lo hagan como yo lo he hecho»."


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