Presentamos, seguidamente, el mensaje y las sugerencias homiléticas que nuestro querido padre José María Domènech ha preparado para nosotros con motivo de Semana Santa.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN PARA TODOS!
¡¡¡QUE SEAN MUY FELICES EN EL SEÑOR DE LA VIDA!!!
Que vivir este camino de entrega oblativa por Amor para que podamos llegar a gozar la Vida de salvados en el Amor del Señor sea un verdadero encuentro con el Señor de la Paz y la Alegría.
Les deseo estén viviendo una Semana Santa en forma muy fecunda en Gracia por el Don de la Vida del Señor en su Palabra, tan abundante en estos días, en su Eucaristía y en su Paz por la Reconciliación.
Que esta experiencia transforme nuestras personas y familia y, así, nuestra sociedad pueda gozar de los frutos de la Redención que se hacen historia en nosotros.
Dios no impone nada, pero lo ofrece todo para que cada una de nuestras personas pueda llegar a una creciente interioridad enriquecida y alimentada por la Fe para que sea capaz de asumir la realidad, toda la realidad, sea cual sea y sea como sea ella, enriqueciéndola con el Evangelio de Jesús y su presencia santificadora de todo lo bueno, que es lo que Dios creó y nos confió para que lo enriqueciéramos con nuestra conciencia y nuestra decisión libre de amar en el constante don de vida, como Jesús nos enseñó.
María, la Madre del Resucitado, nos ayude a vivir, como ella, abiertos y dóciles al Espíritu de Dios, que con toda libertad se mueve y actúa en nuestro mundo.
Saludos a todos y Feliz Pascua para todos en el Señor.
Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:
P. José Mª Domènech SDB
El jueves santo es el día del amor hasta el extremo: dar la propia vida en servicio desinteresado por el bien del otro y esto hasta el punto de hacerse oblación y alimento... ¡No existir para otra cosa que para ser comido y asimilado, según las posibilidades y necesidades del otro! El éxito personal del cristiano, servidor maduro, no debe ser buscado ni exigido. Es resultado del don de la propia vida para permitir que el otro tenga vida y la tenga en abundancia; para que nuestra alegría sea plena, como Jesús dice durante la última cena hablando de su amor.
Ser cristiano es servir a la vida plena del hermano, como Jesús
El evangelio de san Juan marca el sentido interior de la Eucaristía: servir a todos para la Vida Nueva de todos, también a los pecadores, pues para todos debe ser el beneficio del gesto amoroso de libertad suprema, sin ninguna otra finalidad escondida, por noble que sea.
El Señor entrega su vida en sacrifico de amor para la Vida Nueva de todos, su motivación es comunicarnos y compartir el Amor libérrimo de Dios, Padre-Hijo-Espíritu.
Los ministros del altar deberán aprender de su Maestro a vivir así: ese es su único éxito.
La entrega sacramental del Señor nos interpela, aclara Pablo en su primera carta a los corintios: debemos celebrar el don de la vida del Señor con intención y voluntad de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado a beneficio de la entera humanidad. No hacerlo así es hacerse reo de la Salvación y Vida Nueva que se nos ofrece en la Eucaristía.
Vivimos la Eucaristía, nos hacemos Eucaristía, dando al mundo la Salvación del Señor
El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. Así el pueblo cristiano debe saber valorar la celebración eucarística: el paso del Señor y Salvador por nuestra vida para llenarla de su Amor y con él llevarnos a nuestros hermanos para que el mundo conozca y pueda acoger la Salvación de Dios.
Necesitamos vivir este Amor del Señor para asimilar la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía. Debemos hacerlo nuestro, entregarnos como Él en oblación para todos.
No hacerlo así es como la ‘rebelión’ expresa de Pedro y escondida de tantos otros. Eso nos lleva a quedaremos en la pobreza y limitación de criterios de nuestro mundo, con todas las consecuencias: el individualismo con toda su carga de disociación familiar y social; el pensamiento débil y caduco de las ideologías, de todo orden, que pretenden imponerse en nuestra cultura, pero que no enriquecen ni a la persona ni a la sociedad y más bien perturban todas las relaciones humanas; el culto a la apariencia, al prestigio, al poder con toda la desfiguración y manipulación de la conciencia y la corrupción de los valores.
Agradecer a Dios pide entregar la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás
Así agradecemos a Dios la vida y salvación recibida: con obras de vida y salvación para todos. Eso nos dice el salmo 115, que el Señor pone en nuestros labios.
El Señor les pide a los apóstoles que repitan el gesto de servicio: que sean instrumento de vida y renovación interior, que reciban a todos, que no juzguen ni condenen a nadie, que construyan comunión al estilo del Padre. Pero para saberlo hacer es necesario que el sacerdote, y todo cristiano, se acerque al Señor de la Vida y aprenda a vivir como Él, con sus criterios.
Pidamos a María nos ayude a todos a vivir cada Eucaristía para llegar a ser Eucaristía.
Ex.12, 1-8.11-14: "…Elijan un cordero… lo inmolarán… con un poco de su sangre marcarán los postes y el dintel de la puerta de la casa… comerán la carne de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano, pues es el paso del Señor. …la sangre será señal para indicar las casas donde ustedes están… y así ustedes se liberarán… Este día será Uds. un memorial… lo celebrarán por todas las generaciones…"
Salmo 115: "¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?"
1Cor. 11, 23-26: "Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es… siempre que coman de este pan y beban de este cáliz proclaman la muerte del Señor hasta que vuelva".
Jn. 13, 1-15: "…sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… les amó hasta el extremo… y empezó a lavarles los pies… ¿Entienden lo que he hecho?… Les he dado ejemplo para que ustedes hagan lo mismo que yo lo he hecho."
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN PARA TODOS!
¡¡¡QUE SEAN MUY FELICES EN EL SEÑOR DE LA VIDA!!!
Que vivir este camino de entrega oblativa por Amor para que podamos llegar a gozar la Vida de salvados en el Amor del Señor sea un verdadero encuentro con el Señor de la Paz y la Alegría.
Les deseo estén viviendo una Semana Santa en forma muy fecunda en Gracia por el Don de la Vida del Señor en su Palabra, tan abundante en estos días, en su Eucaristía y en su Paz por la Reconciliación.
Que esta experiencia transforme nuestras personas y familia y, así, nuestra sociedad pueda gozar de los frutos de la Redención que se hacen historia en nosotros.
Dios no impone nada, pero lo ofrece todo para que cada una de nuestras personas pueda llegar a una creciente interioridad enriquecida y alimentada por la Fe para que sea capaz de asumir la realidad, toda la realidad, sea cual sea y sea como sea ella, enriqueciéndola con el Evangelio de Jesús y su presencia santificadora de todo lo bueno, que es lo que Dios creó y nos confió para que lo enriqueciéramos con nuestra conciencia y nuestra decisión libre de amar en el constante don de vida, como Jesús nos enseñó.
María, la Madre del Resucitado, nos ayude a vivir, como ella, abiertos y dóciles al Espíritu de Dios, que con toda libertad se mueve y actúa en nuestro mundo.
Saludos a todos y Feliz Pascua para todos en el Señor.
Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:
P. José Mª Domènech SDB
Jueves Santo
El jueves santo es el día del amor hasta el extremo: dar la propia vida en servicio desinteresado por el bien del otro y esto hasta el punto de hacerse oblación y alimento... ¡No existir para otra cosa que para ser comido y asimilado, según las posibilidades y necesidades del otro! El éxito personal del cristiano, servidor maduro, no debe ser buscado ni exigido. Es resultado del don de la propia vida para permitir que el otro tenga vida y la tenga en abundancia; para que nuestra alegría sea plena, como Jesús dice durante la última cena hablando de su amor.
Ser cristiano es servir a la vida plena del hermano, como Jesús
El evangelio de san Juan marca el sentido interior de la Eucaristía: servir a todos para la Vida Nueva de todos, también a los pecadores, pues para todos debe ser el beneficio del gesto amoroso de libertad suprema, sin ninguna otra finalidad escondida, por noble que sea.
El Señor entrega su vida en sacrifico de amor para la Vida Nueva de todos, su motivación es comunicarnos y compartir el Amor libérrimo de Dios, Padre-Hijo-Espíritu.
Los ministros del altar deberán aprender de su Maestro a vivir así: ese es su único éxito.
La entrega sacramental del Señor nos interpela, aclara Pablo en su primera carta a los corintios: debemos celebrar el don de la vida del Señor con intención y voluntad de vivir en el Señor los criterios de vida que Él nos ha confiado a beneficio de la entera humanidad. No hacerlo así es hacerse reo de la Salvación y Vida Nueva que se nos ofrece en la Eucaristía.
Vivimos la Eucaristía, nos hacemos Eucaristía, dando al mundo la Salvación del Señor
El pueblo de Israel se ciñó a las indicaciones de la celebración pascual para que el Señor no les dejara en la muerte de Egipto. Así el pueblo cristiano debe saber valorar la celebración eucarística: el paso del Señor y Salvador por nuestra vida para llenarla de su Amor y con él llevarnos a nuestros hermanos para que el mundo conozca y pueda acoger la Salvación de Dios.
Necesitamos vivir este Amor del Señor para asimilar la Vida Plena que Él nos ofrece en cada Eucaristía. Debemos hacerlo nuestro, entregarnos como Él en oblación para todos.
No hacerlo así es como la ‘rebelión’ expresa de Pedro y escondida de tantos otros. Eso nos lleva a quedaremos en la pobreza y limitación de criterios de nuestro mundo, con todas las consecuencias: el individualismo con toda su carga de disociación familiar y social; el pensamiento débil y caduco de las ideologías, de todo orden, que pretenden imponerse en nuestra cultura, pero que no enriquecen ni a la persona ni a la sociedad y más bien perturban todas las relaciones humanas; el culto a la apariencia, al prestigio, al poder con toda la desfiguración y manipulación de la conciencia y la corrupción de los valores.
Agradecer a Dios pide entregar la vida que se nos ha confiado para el bien de los demás
Así agradecemos a Dios la vida y salvación recibida: con obras de vida y salvación para todos. Eso nos dice el salmo 115, que el Señor pone en nuestros labios.
El Señor les pide a los apóstoles que repitan el gesto de servicio: que sean instrumento de vida y renovación interior, que reciban a todos, que no juzguen ni condenen a nadie, que construyan comunión al estilo del Padre. Pero para saberlo hacer es necesario que el sacerdote, y todo cristiano, se acerque al Señor de la Vida y aprenda a vivir como Él, con sus criterios.
Pidamos a María nos ayude a todos a vivir cada Eucaristía para llegar a ser Eucaristía.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.
SEMANA SANTA - JUEVES SANTO
Ser creados a imagen de Dios significa ser Eucaristía, es decir, ofrecer nuestra vida a Dios siendo alimento de vida para el hermano
Ser creados a imagen de Dios significa ser Eucaristía, es decir, ofrecer nuestra vida a Dios siendo alimento de vida para el hermano
Ex.12, 1-8.11-14: "…Elijan un cordero… lo inmolarán… con un poco de su sangre marcarán los postes y el dintel de la puerta de la casa… comerán la carne de prisa, con las sandalias puestas y el bastón en la mano, pues es el paso del Señor. …la sangre será señal para indicar las casas donde ustedes están… y así ustedes se liberarán… Este día será Uds. un memorial… lo celebrarán por todas las generaciones…"
Salmo 115: "¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?"
1Cor. 11, 23-26: "Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es… siempre que coman de este pan y beban de este cáliz proclaman la muerte del Señor hasta que vuelva".
Jn. 13, 1-15: "…sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre… les amó hasta el extremo… y empezó a lavarles los pies… ¿Entienden lo que he hecho?… Les he dado ejemplo para que ustedes hagan lo mismo que yo lo he hecho."
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