abril 13, 2011

Semana Santa

Nuestro querido padre José María nos ha preparado un breve cuestionario, tocando temas que sin duda nos ayudarán a prepararnos para la Semana Santa que inicia este domingo.

1.- ¿Sintió Jesús desesperación en su pasión?
La experiencia de sentirse abandonado, que tantos sienten, sí la vivió, pero no la desesperación porque su vida interior toda estaba llena de la presencia de Dios, su Padre, esa experiencia era demasiado fuerte y viva. La intimidad y el conocimiento mutuo era profundo porque nunca habían dejado de tratarse, ni en las buenas ni en las malas. Jesús nunca se había cerrado a confiar en su Padre Dios, por quien se sentía constantemente escuchado, como lo confesó ante la tumba de Lázaro, según lo vimos el sábado pasado.

2.- ¿Por qué entonces recita las duras palabras del salmo 21?
Probablemente no solo dijo estas palabras, tal vez fueron ésas las que pronunció en voz alta, pues en la posición en la que estaba hablar era muy doloroso, las otras palabras del salmo, que acaba en una alabanza por la salvación recibida, probablemente las dijo en su interior.

3.- ¿Por qué este domingo, antes de la pasión, leemos otro evangelio, al principio?
La Semana Santa se abre con el reconocimiento popular, senillo y sincero del pueblo que ve en Jesús al Mesías, pero es un reconocimiento sin intimidad, superficial, fruto del entusiasmo del momento. No hablamos de falsedad, sino de superficialidad, que tiene mucho de reacción no fiable, pero no necesariamente falsa, movida por la intuición del momento, pero sin reflexión, sin intimidad, sin compromiso y, por tanto, como dijimos antes, no fiable. El autor sagrado desea que tengamos presente que todo lo que viene detrás tiene como protagonista al Hijo de David, al Mesías.

4.- Pero el contraste es muy fuerte: de la aclamación a la condena, al desprecio de preferirlo a Él como el centro y todo por manipulación política.
¿Y eso te parece extraño?

5.- No, pero sí me impresiona mucho y me lleva a preguntarme si nosotros no tenemos este tipo de cambio
Adivino que tu cuestionamiento es más afirmación que pregunta ¿Estoy en lo cierto?

6.- Así es, pero ¿por qué se dan estos cambios tan degradantes?
Por lo que hemos dicho antes: por la superficialidad con la que vivimos nuestras relaciones, incluso las importantes. Cuando una persona no tiene intimidad suficiente y permanente con otra, poco la puede conocer y, menos arriesgarse por ella. Cuando llega el momento en el que debe definirse poniendo en peligro, tal vez, el propio puesto, prestigio, patrimonio, familia, no tenemos la motivación adecuada y nos sentimos totalmente superados por el miedo y la cobardía. Les pasó a los apóstoles y a los discípulos. Solo unos pocos se mantuvieron fieles hasta el final.

7.- ¿Qué era lo que más les estorbaba a las autoridades judías y a las religiosas, sobre todo?
La clara honestidad de la vida de Jesús, mucho más que lo que decía. La razón es muy simple: al que lleva una doble vida o una vida no muy claramente coherente, se le puede discutir lo que dice, sobre todo cuando esto pone en tela de juicio todo lo que hasta ahora hemos creído y lo que juzgamos como puntales de nuestras seguridades religiosas, que son las que llegan a la mayor profundidad personal, pero cuando alguien es trasparente y no puedes probarle ni asomo de engaño en ningún sentido, no tienes más remedio que aceptar, si no hay peligro para tus intereses, o rechazar frontalmente para poder defender los esquemas sociales, religiosos y morales que nos sostienen.

8.- La vida de Jesús era demasiado coherente y clara en sus propuestas, tanto en su forma de vivir, como la doctrina que proponía. ¿Es nuestra poca coherencia y nuestro demasiado acomodarnos a nuestra cultura que muchos cristianos ahora no tenemos casi problemas?
Yo creo que los santos siempre tienen problemas por su Fe coherente, no solo los problemas de sus resistencias personales, sino los que se generan en sus relaciones, comenzando por las más íntimas. Nos cuesta mucho arriesgarnos y nos disgusta que nos desestabilicen y menos que se haga en nombre de Dios, pues estar en contra de Él nos incomoda a todos por el peligro real que esto representa. Sabemos intuitivamente que meterse con Dios no lleva a nada bueno.

Padre José María Domènech Corominas, sdb.

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