abril 09, 2011

«Yo soy la Resurrección y la Vida»

Tenemos el mensaje y la sugerencia homilética que nuestro querido padre José María nos envía para este domingo. Recordemos tenerlo presente en nuestras oraciones, tal como inclusive el propio padre nos solicita en esta ocasión, por las intenciones de la diócesis de Río Gallegos y la comunidad de Puerto Deseado.

Les pido también una oración especial por mi país, Perú, encomendándolo al Sagrado Corazón de Jesús. Este domingo 10 tenemos las elecciones para presidente, congreso y parlamento andino, en medio de un clima de tensiones y conflictos sociales que han sido azuzados irreponsablemente por varios que buscan detentar el poder. Que Dios nos ilumine y proteja nuestros destinos.

Muchas gracias.


Y ya llegamos al penúltimo domingo de cuaresma.

Demos gracias a Dios por la Gracia de su Amor recibida durante este tiempo y preguntémonos cómo la hemos aprovechado.

Toda la vida es nuestra responsabilidad personal. Los mandamientos, la Palabra de Dios, los Sacramentos, la Comunidad cristiana, las orientaciones de los pastores en ella, son todos apoyos y gracias del Señor que nos ama personalmente. Pero lo que Él no puede hacer es tomar nuestras decisiones personales, de ésas, de cada una de ellas, somos solo y exclusivamente nosotros los realmente responsables.

El domingo que viene viviremos el último domingo de la Cuaresma de este año. Con él Dios nos invita a disponer nuestro espíritu para celebrar el misterio de la Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Vivamos esta semana especialmente atentos a la Palabra de Dios, fruto de su Amor personal hacia cada uno de sus hijos.

Este domingo se nos ayuda a recordar, y se nos invita a profundizar, en la gran verdad de que Jesús es la Resurrección y la Vida y que con Él todo puede renovarse, si nosotros aceptamos vivir según lo que nos pide: dejarnos guiar por el Espíritu Santo, el Espíritu que condujo toda la vida humana de Jesús y conduce ahora la de la Iglesia, aunque en ella haya muchos que parecería que no le hicieran demasiado caso.

No olvidemos cuáles son los frutos del Espíritu Santo, que anima la vida de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y de cada uno de sus miembros. San Pablo nos los recuerda en varias de sus cartas. Revisemos continuamente si aparecen en nuestra vida cotidiana y los ofrecemos a los que nos rodean, puesto que, si no están, eso es prueba de que no somos miembros vivos de Cristo y vivimos guiados no por el Espíritu de Jesús sino por las apetencias naturales, sujetas al límite y, por tanto, a la muerte, que no es nuestro futuro final. Y, si así están las cosas, estamos mal y es necesario convertirse para no hacer inútil en nosotros la Pascua de Jesús, a la que nos estamos preparando desde hace ya más de cuatro semanas completas.

Dios nos acompaña siempre: ¡seámosle cada día más dóciles para ser más profundamente felices, pues es a lo que estamos llamados a vivir desde el inicio de nuestra existencia!

Dios nos bendiga a todos.

Les pido una oración para que nosotros, los miembros de esta Comunidad Diocesana de Río Gallegos, especialmente por los cristianos que vivimos en la Comunidad de Puerto Deseado, para que aprovechemos la inmensa Gracia del Jubileo Diocesano que comienza este domingo a las 1900 hrs. y concluirá el 10 de abril del año que viene. Queremos anunciar y celebrar que el Señor ha visitado a su Pueblo, nos acompaña y jamás se separará de él.

Muchas gracias por su oración. Yo no dejo nunca de orar todos los días por Uds.

Unidos en oración con María, nuestra Madre Auxiliadora:

P. José Mª Domènech SDB

«Yo soy la Resurrección y la Vida»

Vivimos convencidos de que a la vida debemos sacarle todo el jugo, pero no sabemos bien cómo hacerlo… Cuántas veces nos salen mal muchos intentos. Y, a veces, probamos de todo.

Queremos que nuestra vida sea grande y plena. Sentimos tener este derecho. ¡Y es así! Para eso fuimos creados. Pero vemos que, desde el inicio, la vida está marcada por la muerte.

El Señor no nos crea con trampa: pone en nosotros la conciencia para que, percibiendo nuestra realidad final, la busquemos alcanzar. Él va señalándonos el camino. Nos toca seguirlo.

Somos propensos a la soberbia, sordera, ceguera, esclavitudes de todo tipo: eso nos lleva a enfermarnos a todo nivel y hasta a la muerte de la Vida, antes que el cuerpo fenezca. El Señor nos dice: «Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en Mí… no morirá para siempre».

La vida en el Espíritu de Dios garantiza nuestra vida y su maduración, personal y social

El pueblo de Dios deambula por el desierto y, por su pecado, ve su propia destrucción.

El profeta habla de la próxima acción renovadora de Dios en la cual su Pueblo verá la plenitud de la vida, tanto personal como social, y cumplidas todas sus esperanzas para siempre.

Es muy diverso vivir según nuestros deseos, aun buenos, o hacerlo según el Espíritu de Cristo

Replegarse sobre sí mismo y buscar los ‘propios intereses’ es un real suicidio, aunque, al principio, nos guste y hasta pueda parecernos beneficioso. El futuro real es la ruina de la persona. El criterio del cristiano es vivir según el Espíritu de Cristo: dar vida siempre, como Jesús.

Por la Fe y el Bautismo, somos consagrados en Cristo, y, aun viviendo en la carne, el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos nos pide vivir en la Vida Nueva de Cristo en medio del mundo, aunque éste no nos acepte y veamos crecer nuestras dificultades.

Creer en el Señor Jesús es hacer caso a lo que nos pide: veremos cómo se renueva la vida

Jesús es enviado por el Padre para dar vida a todos hasta su plenitud. Los hombres, ante los errores de los demás, castigan, para que lo pague. Jesús ante los errores, salva.

Él salva con el don de su vida. Su muerte es Gracia de Amor para la Vida Nueva. En Él encontramos nuestra Vida y Resurrección, sin importar cuánto nos hayamos equivocado.

Pidamos a María aceptar, aprovechar y vivir, en el Espíritu, el don de la Vida de Jesús.
Padre José María Domènech Corominas, sdb.


CICLO A – TIEMPO DE CUARESMA - DOMINGO V
La vida es el Don más preciado que Dios nos ha confiado y, en Cristo, le da plenitud de felicidad: solo es necesario creer y fiarse de Él

Ez. 37, 12-14:
"Pueblo mío, Yo abriré los sepulcros de ustedes y les haré salir de ellos y les haré entrar en la tierra de Israel. Entonces… sabrán que Yo soy el Señor. Les daré mi Espíritu y recobrarán la vida… y entonces sabrán que Yo, el Señor, lo he anunciado y lo he cumplido".

Sal. 129: "En el Señor se encuentra la misericordia"

Rm. 8, 8-11:
"Los que viven dejándose llevar por sus criterios ‘carnales’, no pueden agradar a Dios. Pero ustedes…. viven… según… los [criterios] del Espíritu, porque el Espíritu de Dios habita en ustedes y, si alguno de ustedes no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo… Si habita en ustedes el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, también su Espíritu… dará vida a sus cuerpos mortales".

Jn. 11, 1-45: "…las dos hermanas de Lázaro enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que amas está enfermo». Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal, es… para que el Hijo de Dios sea glorificado en ella»… Después de recibida la noticia de la enfermedad, se quedó todavía dos días allí donde estaba… Después dijo a los discípulos: «Volvamos a Judea»… Cuando Jesús llegó hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro… Marta… salió a recibirlo… y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano…»… Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida… ¿Crees esto?» Ella le dijo: «Sí, Señor. Yo creo que Tú eres el Mesías. El Hijo de Dios que tenía que venir al mundo». Dicho esto fue a llamar a su hermana María y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama»… [Jesús] se conmovió profundamente… y preguntó: «¿Dónde lo han puesto?» Ella le dice: «Ven y lo verás»… Jesús dijo: «¡Quiten la loza!» Marta le dijo: «Señor, ya está en descomposición…». Le responde Jesús: «¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?»… Jesús alzó los ojos al cielo y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado… para que lo sepa la gente que me rodea y crea que Tú me has enviado» Dicho esto, gritó fuerte: «Lázaro, sal fuera… Desátenlo y déjelo caminar»... Al ver lo que hizo Jesús, muchos judíos… creyeron en Él."


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