Hoy la Iglesia celebra la fiesta de "il poverello d'Assisi": San Francisco.
Mi interés por San Francisco empezó en mi clase de Comunicación Intercultural, con Willy Nugent. El tema era liminalidad y communitas. Francisco vivió en tiempos de convulsión social, política y religiosa. Y cuando todos se oponían a las instituciones sociales, él empezó un movimiento que más bien procuraba hacerse útil a la sociedad, pues se dedicó a auxiliar a los despreciados por ésta: los pobres y los enfermos.
Más tarde, el P. Doménech me hizo notar que, en esos tiempos de Francisco, cuando todo el mundo se levantaba en contra de la Iglesia por la corrupción escandalosa a que había llegado, él no decidió indignarse y fundarse su nueva iglesia, sino que, con verdadera humildad, se aferró a la pobreza para renovar a su Iglesia desde adentro.
"Reconstruye mi Iglesia", le dijo Jesús a Francesco en San Damiano. Y cientos de años después, nos pide lo mismo a nosotros. Renueva, edifica, fortalece mi Iglesia. Desde tu sitio. Desde tu vida.
Un punto de partida puede ser precisamente esta idea que las escrituras nos vienen presentando desde hace días: estar libres de toda atadura terrenal. San Francisco amó la pobreza, y esto no es una fábula, pueden ver acá su túnica con mil zurcidos. Él se abandonó con confianza absoluta al amor del Padre, como verdadero hijo, con amor sincero.
Es tarea difícil. Libres de toda atadura terrenal... "Pero necesito mi casa, mi carro, mi trabajo, mis relaciones sociales, mi confort." Que deseemos vivir con una cierta comodidad no es malo. Pero que ello sea el principal motivo de nuestra vida no es lo más acertado, verdad?
Pero si procuramos poner nuestro corazón precisamente en nuestros seres queridos, y lograr que su amor sea nuestro mayor tesoro... qué felicidad! Esa felicidad la transmitiremos a nuestro alrededor, la traduciremos en solidaridad y generosidad para con nuestro prójimo.
Lo demás, como nos enseña Cristo, vendrá por añadidura
Gracias San Francisco
Mi interés por San Francisco empezó en mi clase de Comunicación Intercultural, con Willy Nugent. El tema era liminalidad y communitas. Francisco vivió en tiempos de convulsión social, política y religiosa. Y cuando todos se oponían a las instituciones sociales, él empezó un movimiento que más bien procuraba hacerse útil a la sociedad, pues se dedicó a auxiliar a los despreciados por ésta: los pobres y los enfermos.
Más tarde, el P. Doménech me hizo notar que, en esos tiempos de Francisco, cuando todo el mundo se levantaba en contra de la Iglesia por la corrupción escandalosa a que había llegado, él no decidió indignarse y fundarse su nueva iglesia, sino que, con verdadera humildad, se aferró a la pobreza para renovar a su Iglesia desde adentro.
"Reconstruye mi Iglesia", le dijo Jesús a Francesco en San Damiano. Y cientos de años después, nos pide lo mismo a nosotros. Renueva, edifica, fortalece mi Iglesia. Desde tu sitio. Desde tu vida.
Un punto de partida puede ser precisamente esta idea que las escrituras nos vienen presentando desde hace días: estar libres de toda atadura terrenal. San Francisco amó la pobreza, y esto no es una fábula, pueden ver acá su túnica con mil zurcidos. Él se abandonó con confianza absoluta al amor del Padre, como verdadero hijo, con amor sincero.
Es tarea difícil. Libres de toda atadura terrenal... "Pero necesito mi casa, mi carro, mi trabajo, mis relaciones sociales, mi confort." Que deseemos vivir con una cierta comodidad no es malo. Pero que ello sea el principal motivo de nuestra vida no es lo más acertado, verdad?
Pero si procuramos poner nuestro corazón precisamente en nuestros seres queridos, y lograr que su amor sea nuestro mayor tesoro... qué felicidad! Esa felicidad la transmitiremos a nuestro alrededor, la traduciremos en solidaridad y generosidad para con nuestro prójimo.
Lo demás, como nos enseña Cristo, vendrá por añadidura
Gracias San Francisco
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