abril 25, 2009

Tenemos un defensor... Jesucristo!

Nuestro querido padre José María nos envía su sugerencia homilética para este tercer domingo de Pascua.

Recordemos a su hermano, el padre Antonio, en nuestras oraciones.


Hemos llegado al domingo primero después de los dos, con la semana intermedia, que celebraron el gran Día de Pascua.

El Señor ha resucitado, pero eso no nos libera de la tarea de caminar con nuestros propios pies. Él nos ha merecido la posibilidad de liberarnos del pecado y de la muerte mirada como una desgracia, fruto de ver la vida como una carga de la que hay que intentar escapar con la mayor comodidad y diversión que se pueda...

Este individualismo nos lleva a considerar todo lo que nos cueste dolor como una desgracia y buscamos el paraíso donde no hayan normas, ni esfuerzos, ni sacrificios, ni renuncias ni ninguna clase de dolor... Con eso hacemos de la vida de los demás un calvario y de la nuestra un infierno inconfesable porque es nuestra producción fruto de una ideología "liberadora" de toda norma y de toda sujeción, cosa que nos esclaviza a otras normas y nos sujeta a otros dioses que nos van destruyendo y de los que, en fondo profundo e incomunicable de nuestros ser, deseamos liberarnos y suplicamos que alguien nos ayude a escapar.

Ese alguien ya hizo su tarea de liberación, pero lo que no puede hacer es sustituir nuestra decisión dado que cada persona humana es única e irrepetible y es ella la que debe definir su camino y sus opciones de vida.

Jesús propone un camino, es indispensable que cada uno se defina respeto a la propuesta que Él le ofrece...

Todo está en nuestra decisión... Él ya no puede dar más: dio su vida; nos dejó su Palabra, que es viva y constante; nos dejó su Comunidad, que, como humana que es, tiene, lógicamente, sus limitaciones y errores, pero Él aseguró que se quedaba en ella como Salvador personal en cada historia concreta y para cada una de ellas; nos dejó sus concretas intervenciones en cada uno de los sacramentos de vida y salvación que nos liberan de todo egoísmo, si los vivimos en serio, para poder dar Vida Nueva a los que nos rodean; nos dejó a su Madre, al más perfecta discípula de Jesús que jamás haya existido.

Decidámonos por Jesús, acojámoslo en nuestra vida tratando de serle fieles cada día mejor y seremos felices, aun en medio de los problemas, que jamás nos dejarán mientras estemos contruyendo la historia de nuestra decisión respecto a su propuesta. Los problemas son como el polvo del camino... mientras avanzamos hacia la meta, nunca perdamos la ilusión del horizonte al que nos dirigimos, porque si lo perdemos, el avance se hará durísimo y sin sentido, todo, la más mínima molestia, nos fastidiará y estaremos tentados de dejarlo todo y decir que es imposible, que nos han engañado.

Dios nos bendiga y María Auxiliadora, cuyo mes comenzamos este viernes, nos fortalezcan y llenen de su alegría.

Unidos en oración con María:

P. José Mª Domènech SDB


Tenemos un defensor... Jesucristo!

¡Cuántos desearíamos que hubiera alguien que nos resuelva los problemas! Todos los pueblos buscan sus héroes y les dan la tarea de solucionar los problemas, si es posible, sin que nos cueste demasiado a los demás. No es así cómo funciona la historia. En ella todos tenemos nuestra propia responsabilidad personal e intransferible. ¡Solo tú eres héroe de tu vida!

Jesús es el único defensor que mira la vida del otro con el único interés de elevarla, aun al precio de dar su vida como pago por los pecados del otro, de modo que, si el hermano lo desea, ya que Jesús nunca suplirá la decisión de cada persona, quede inocente y capaz de la mayor plenitud posible: la del mismo Dios, Comunión Trinitaria: creador-salvador-santificador.

Él está presente, ante nosotros, para enriquecernos; ante su Padre, para interceder siempre a nuestro favor. Lo que no hará nunca es sustituir nuestra personal tarea.

Necesitamos dos cosas: tomar conciencia de que necesitamos convertirnos y de que Él es quien nos asegura éxito, de esto no hay duda, no es una imaginación, aunque muchos lo digan.

Estemos convencidos: si nos dejamos guiar por Él, no hay fracaso posible.

Para ser libres, es necesario rechazar constantemente el pecado, pues siempre nos acecha

¿Quién no desea verse libre de lo que le impide vivir en paz? Cuando vivimos a nuestro antojo podemos engañarnos un tiempo y decir que no pasa nada; podemos decir que ‘es nuestra vida’, que nos dejen en paz, pero sabemos bien, en nuestro interior, cuánto deseamos vernos libres de tantas ataduras, externas, las menos duras, e internas, las que más nos impiden madurar.

Desde que Jesucristo resucitó de la muerte, ésta, todo lo que niega la vida sana de la persona humana, quedó vencida en los que acogen a Cristo cada día, aunque a veces, como a los apóstoles, nos cueste reconocerle y aceptar su presencia.
La muerte, que vive de la injusticia, del miedo, del abuso... del pecado, y que a todos ataca, nos perseguirá constantemente. Jesús la venció, pero, si queremos ser libres y victoriosos de la muerte y del pecado como Él, cada día, unámonos a Él escogiendo la vida, y su libertad de entregarse por amor, y, así, poder rechazar todo lo que la niegue, es decir, todo pecado.

Jesús nos acompaña constantemente: solo en Él venceremos también nosotros

No hace falta que ‘busquemos’ al Señor, como si se nos hubiera perdido o fuera difícil encontralo. Él mismo ha venido a nosotros, enviado por su Padre, el nuestro, para encomendarnos su Vida Nueva en la Libertad del Amor siempre capaz de dar vida a todo y a todos. Basta acogerle allí donde está: en su Palabra, la escrita y la viva en la historia y la realidad; en la Comunidad de Fe, en los sacramentos, acogerle con todo el esfuerzo de ser cada día un poco más auténticos. Siempre atentos y siempre dispuestos a secundar su Voluntad de vida. ¡Eso basta!

Está cada día muy cerca, siempre a disposición. Él ya lo hizo todo, nos toca a nosotros.

Pidamos a María la cordura de saber acoger, escuchar y obedecer al Señor en todo.

P. José María Doménech Corominas, sdb


CICLO B - DOMINGO III DE PASCUA


Hch. 3, 13-15.17-19:"El Dios... de nuestros padres ha glorificado a Jesús, su Siervo, a quien ustedes entregaron y negaron... Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos. Nosotros somos sus testigos... arrepiéntanse y conviértanse y serán perdonadas sus culpas."

Salmo 4: "Alza sobre nosotros la luz de tu rostro."

1Jn. 2, 1-5a:
"Hijitos... recuerden que tenemos junto al Padre a un defensor, Jesucristo,... Él mismo es víctima propiciatoria por nuestros pecados. Y... por los de todo el mundo. Quien dice conocerle, pero, de hecho, no cumple sus mandamientos, es un mentiroso... Quien guarda la Palabra de Jesucristo en él ha llegado a su plenitud el amor de Dios."

Lc. 24, 35-48: "Jesús... se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes» Se asustaron... Jesús les dijo: «¿Por qué se asustan?... Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo...» Les abrió los ojos para que comprendieran el sentido de las Escrituras y les dijo: «Todo esto lo dicen las Escrituras: el Mesías debía padecer y resucitar el tercer día y era necesario predicar en su nombre a todos los pueblos... ustedes son testigos de esto»"



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